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una PIEZa maestra escondida

Hallan en Italia una obra perdida de Sandro Botticelli valorada en 100 millones de euros

Estaba registrada como desaparecida desde la década de 1980 y fue encontrada en una casa en el sur de Italia. La pintura fue encargada por la Iglesia Católica Romana en 1470. Necesitará ser restaurada.

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Madonna. Foto tomada el 28 de noviembre pasado, apenas el cuadro de Botticelli fue “rescatado”. | cedoc

El  martes pasado, en Gragnano, área metropolitana de Nápoles, Italia, “apareció una obra extraordinaria de gran valor histórico y artístico”, según expresa la prensa italiana, ya que se trata de una pieza atribuida por expertos al pintor renacentista Sandro Botticelli. En vez de gritar “¡Milagro!”, se ha desplegado un relato en torno a ella, no solo por la sorpresa que produce en el mundo del arte, sino porque la misma estuvo oculta durante medio siglo. Y además, se estima, su valor supera los 100 millones de euros.

Se trata de un panel al temple, de 58×80 cm., incluida la cenefa, con secuelas de la corrosión por el paso del tiempo, donde se representa a una Madonna delle Grazie sentada sobre un gran trono, mientras sobre sus rodillas sostiene al Niño Jesús. La Virgen luce cabellera rubia, en parte cubierta por un velo. Su cuerpo está cubierto con una túnica plisada de color bermellón (cinabrio). El Niño Jesús luce gordito, con el pelo rizado, mientras lo envuelve un paño de color violeta claro.

Según un primer análisis de los especialistas, con luz rasante sobre la superficie cromática y rayos ultravioleta, quedaron expuestas varias manipulaciones de la pintura, entre ellas repintados y uso de barnices no apropiados, que produjo descascarados de la superficie y pérdida de nitidez de la imagen representada. Esta condición se la calificó de “crítica” y las autoridades napolitanas dispusieron que la obra se encuentre a resguardo, conforme al art. 43 del Código del Patrimonio Cultural con el fin de garantizar su seguridad. Es que encontraron un verdadero tesoro y lo único que le falta es que ahora lo roben traficantes de arte.

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La atribución del cuadro a Botticelli se remonta por decreto a 1931, confirmado en 1941 y luego en 1968, cuando Raffaello Causa, superintendente de la Gallerie della Campania, ubica su realización hacia 1470 por encargo de la corte de Nápoles, también como obra temprana del artista. En 1978, Ronald Lightbown, historiador del arte británico, destacó que este cuadro fue donado al Oratorio de Gragnano por el papa Sixto IV, y de ser así fue pintado en Roma entre 1481 y 1482. La misma pintura aparece en un catálogo sobre la obra de Botticelli publicado en 1989 por Nicoletta Pons. También Cristina Acidini en el libro Botticelli: Alegorie mitoligiche (2001), coloca a la misma como producida en Roma.

La ruta de la obra

Otras fuentes explican que el panel, a principios del siglo XX, se encontraba en la capilla de Santa Maria delle Grazie, municipio de Santa Maria della Carità (Nápoles), y que más tarde se lo trasladó a Gragnano para ser confiado a la familia local, de apellido Somma. Estos entregaron la obra el martes pasado a las autoridades pertinentes que concurrieron al domicilio acompañados por la policía. En declaraciones a la prensa, el prefecto policial adjudicó el hallazgo a una revisión del catálogo en custodia según ley donde notaron que la pintura no se supervisó durante todos estos años, en una especie de descuido, tal vez intencional.

En otra versión sobre el hallazgo, aparece una especie de “delator”, llamado Antonio Zimo, quien en marzo de 2021 publicó un artículo en el sitio Liberoricercatore.it. Allí denuncia que una Madonna de Botticelli se encuentra perfectamente conservada en una granja de la zona de Castellammare di Stabia, sobre la Via Nuceria. A ello agrega la crónica de un incendio de la capilla de Santa Maria delle Grazie, donde un campesino llamado Ludovico Elefante la salvó para luego entregarla a la familia Somma. 

Tal vez por este artículo, aparece otra infidencia: que un miembro de la familia enterado del mismo, temiendo que los acusen del robo del Botticelli, se acercó con sigilo al sacerdote de la capilla mencionada durante la procesión de la Virgen, para susurrarle al oído: “Ayúdeme padre, tengo el Botticcelli en casa”. Seguramente, al cabo de un mes, las fantasías en torno esta aparición se multipliquen con matices, no sin antes una disputa política sobre dónde se exhibirá la obra una vez restaurada.

Pero volvamos la mirada sobre la valiosa imagen de la Virgen con el Niño Jesús. ¿A quién se parece esa mujer? ¿Quién es en realidad? Sí, es la modelo que obsesionaba a Sandro Botticelli, de la cual estaba perdidamente enamorado y cuya belleza tuvo en vilo a muchos más corazones que el del artista: Simonetta Vespucci (noble genovesa nacida con el apellido Cattaneo), miembro de la corte de Lorenzo el Magnífico. Ella fue modelo de varios pintores, entre ellos, Piero di Cosimo, mientras que los historiadores del arte la ubican en obras de Botticelli como una de las tres Gracias de su Primavera, en un retrato póstumo con su nombre, El nacimiento de Venus, y en el fresco de la Capilla Sixtina, Las pruebas (o Tentaciones) de Moisés, entre otras.

Modelo de belleza para la época, Simonetta recibió en la corte el apodo de Bella y “sin palabras”, porque su sola presencia dejaba mudos a los hombres. Adoptó el apellido Vespucci al casarse con Marco, primo de Amerigo, conocido por todos nosotros como el explorador martímo Américo Vespucio, quien dio nombre a este continente cuando los geógrafos percibieron que no se trataba del lejano Oriente. La joven murió a los 23 años, tal vez de tuberculosis, y dice la leyenda que Botticelli pidió ser enterrado a sus pies cuando le llegara la hora, deseo que le fue concedido por la nobleza.

En términos actuales, acaso para los jóvenes hiperconectados a redes sociales, la pintura del Renacimiento fue precursora de Instagram, mientras que Simonetta se consagró como la más célebre y primera influencer, cuya imagen promocionó las virtudes financieras de la familia Medici.

LT