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el ECONOMISTA DE LA SEMANA

Hasta octubre, pan y circo, ¿y después?

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Está muy claro que el Gobierno no va a introducir correcciones al rumbo económico antes de octubre, para no tener que pagar ningún costo político por los graves errores de los últimos años. Seguramente tendremos más anuncios de aumentos de jubilaciones, de las AUH, de sueldos a los estatales, y algunas reducciones o postergaciones de impuestos, en línea con los anuncios de la semana pasada. Y también más controles para defender las reservas y para intentar controlar las expectativas inflacionarias, en franco ascenso.

Hasta octubre tendremos, entonces, más de lo mismo, pero las primarias de la semana que viene podrían complicar la tranquilidad que el Gobierno aspira a tener. Un resultado muy adverso al candidato oficialista puede fortalecer los temores de la sociedad sobre lo que podría ocurrir después de octubre. Esto podría traducirse en más inflación, a pesar del congelamiento y los controles que quieran introducir. También tendremos más presión por comprar dólares al precio oficial, ya sea por parte de importadores, de potenciales turistas y de empresas que quieren remitir utilidades y/o regalías al exterior. Esto debería generar una mezcla de caída de reservas y/o nuevos saltos en el mercado blue. Tanto el dólar como las mercancías, y en alguna medida los autos y otros electrodomésticos, son demandados porque constituyen una protección frente a los temores de más inflación, y alguna devaluación.

El reciente incremento en el ritmo de devaluación, que en julio superó el 27% anualizado, tiene de positivo que parece indicar que el Gobierno empieza a reconocer el grave problema del atraso cambiario, que tanto afecta a economías regionales. Pero la solución dista mucho de ser la ideal, en primer lugar porque la devaluación del 2% en el mes es mucho menor de lo que devaluaron otros países de la región en el mismo período, aun teniendo una inflación cuatro veces menor que la nuestra.
Pero también, al hacerlo con minidevaluaciones fácilmente previsibles, le ponen un piso a la inflación y favorecen el alza de las tasas de interés, que ya superaron el 17%. Y mientras la tasa de devaluación esperada supere la tasa de interés, tendremos un incentivo para demorar la liquidación de exportaciones y anticipar el pago de importaciones, poniéndoles mayor presión a las reservas del Banco Central. Como lo hemos afirmado muchas veces, es mucho mejor política cambiaria una flotación sucia, con incertidumbre, como la que tuvimos durante los primeros años de la gestión del ex presidente Néstor Kirchner.

¿Qué podría pasar después de octubre?
Lo que suceda con posterioridad a las elecciones depende de los resultados. Hay fundamentalmente dos escenarios teóricos posibles pero muchas combinaciones de ambos:
a) Que el Gobierno pueda decir que hicieron una buena elección. Esto puede ser porque en el total sacaron más votos que en 2009 o porque mantienen o amplían la representación en Diputados y no pierden el control del Senado. Y porque no surge ningún nuevo presidenciable con un claro triunfo que amenace la posibilidad de sacarlos del gobierno en 2015.
b) Que el Gobierno tenga un resultado adverso porque obtenga menos del 30% de los votos nacionales y pierda la mayoría en el Senado. Y porque surja un nuevo presidenciable 2015 desde la oposición.

Obviamente, estos escenarios son los extremos, y puede ocurrir que el resultado sea una mezcla de ambos, y cada sector, Gobierno y oposición, declame sus logros al día siguiente del 27/10.
Si el resultado se aproxima al primer escenario, tendremos a un oficialismo que no puede aspirar a la reelección de la presidenta Fernández, pero sí pretender definir entre sus filas el nombre de su sucesor en 2015.

En este caso, surgirá la necesidad de evitar un deterioro económico en 2014 que entorpezca las posibilidades electorales de 2015 y que se alimentará de:
Un magro crecimiento en el segundo semestre del año. Más allá de mostrar un crecimiento del 7% en el 2º trimestre de este año, explicable por lo malo que fue el II/12, afectado por la recesión de Brasil y la sequía, lo que viene es un crecimiento entre el 1% y el 2% en la segunda mitad, sin perspectivas de modificarse en 2014.
Una aceleración inflacionaria, como resultado del incremento en el ritmo de devaluación y de una peligrosa caída en la demanda de dinero
Una brecha cambiaria, que a pesar de las presiones, y del Cedin, no baja del 50%.
La constante pérdida de reservas.
El déficit energético, que está por encima de los US$ 750 millones al mes, condicionando las cuentas externas y las
La pérdida dntabilidad de muchas actividades industriales y agropecuarias, que se traduce en una caída de la inversión y de la superficie sembrada, como fue el caso del trigo en el año último.
La consecuente pérdida de empleos privados.
Un contexto externo menos favorable.
En este caso, cabe esperar que, en los meses siguientes, el Gobierno considere adoptar una serie de medidas que hoy Una política antiinflacionaria a partir de un sinceramiento, aunque sea parcial, de la medición de la inflación.
Un retorno a los mercados internacionales de crédito, para aliviar la situación de reservas internacionales y generar las condiciones para que se concreten las inversiones en Vaca Muerta y otros proyectos mineros.
Algún alivio del atraso cambiario que afecta a muchas economías regionales y algunas industrias. Esto podría implicar una mezcla de una devaluación suave más un desdoblamiento del mercado cambiario, para frenar salidas por turismo y alentar inversiones del exterior.
Algunas reformas impositivas para crear un clima más favorable a la inversión productiva que incluya también la
Una revisión tarifaria para los sectores de mayores ingresos, para contener la demanda de energía, el consecuente costo fiscal y la pérdida de reservas.
Si el resultado electoral de octubre es claramente desfavorable al Gobierno, entramos en una zona de conflictividad política, social y económica de imposible pronóstico.
Esperemos que prevalezca el sentido patriótico y que se facilite la gestión del próximo gobierno.