Gaviotas no vimos ninguna. Cormoranes sí. De repente bajan en picada y se meten en el mar y una dice zas, se ahogaron. Pero no. Salen, supongo que con un pez en el pico, y suben y se van en ángulo agudo otra vez. En La Restinga hay estrellas de mar, hipocampos, peces y ostras. Y el barquito se interna en los canales que son túneles verdes y tienen carteles con nombres románticos: Canal del Beso, Canal del Verdadero Amor, Canal del Olvido. Fue lo que más me gustó. No lo de los canales, sino La Restinga. ¿Qué quiere decir restinga?, pregunté. Nadie sabe nada.
Hay águilas, allá en los montes. Las vi. Una sombra, eso parecen. Se largan como los cormoranes pero no sobre el mar. Caen simplemente y al rato se las ve volver a subir. Y sin embargo no son el emblema de la isla. El tótem, animalito mascota de la isla, a veces parece que un osito con cara de pavote. Pero, ¿un osito en el trópico? Me parece difícil. Y sin embargo, está en todas partes, sobre todo en las carteras y los colgantes en los escotes de las mujeres.
Las mujeres son muy bellas. Morenas y con unos ojos y unas cabelleras que despiertan admiración. Y el turismo es casi todo europeo del norte. Hemos hablado en un mal inglés con daneses, alemanes, finlandeses, noruegos, suecos. Argentinos, uno solo, un señor de Neuquén. Y nosotros, que venimos de Caracas, adonde estuvimos en la Feria Internacional del Libro. Feria que, dice el teniente coronel Chávez, es antiimperialista y socialista. Una feria del libro en el trópico, ¿en dónde se hizo? En un parque, el Parque del Este, enorme, verde, entre senderitos de madera que le iban marcando a una el camino para recorrerla entera. Y en las “salas” que eran carpas blancas, se hacían las conferencias y las mesas redondas.
En Caracas se siente el antagonismo entre chavistas y antichavistas. En la isla los cormoranes siguen hundiéndose en el mar y las águilas planean allá arriba. Acá abajo la gente se enfrenta en la ciudad capital de un país que flota en un lago de petróleo.