El domingo 25 de octubre quedó firmado que el 22 de noviembre se realizará un balotaje entre Daniel Scioli y Mauricio Macri. Hay dos caminos para el análisis, cómo se
llegó desde el oficialista Frente para la Victoria a esta situación y el segundo, más relevante aquí cómo se resolverá este entuerto. Pero como premisa debe reconocerse que es una situación totalmente nueva y un rompecabezas a armarse:
1. Scioli pierde la elección. Para Daniel Scioli la elección general se transformó en una seria derrota política. Su propuesta quedó a mitad de camino entre una adhesión incondicional al proyecto kirchnerista y una marcada autonomía de Cristina Fernández de Kirchner. Construyó una dualidad que no conformó a nadie.
Los propios lo criticaron por algunas de sus decisiones, como la conformación de su gabinete, mientras que
los ajenos lo vieron como una continuidad débil.
Los resultados muestran que la Argentina ha entrado a una etapa diferente a la de 2011. Allí se debe recordar que Cristina había sacado el 54,1% contra el 16,8% de Hermes Binner el más cercano competidor. En cambio hoy, la sociedad ha abandonado la idea de la necesidad de que un espacio político deba concentrar la mayoría del poder político para gobernar, para dispersar su voto en diferentes opciones.
La ruptura de aquella mayoría absoluta ya se había presenciado en 2013, con la derrota en la provincia de Buenos Aires de Insaurralde frente a Massa. Scioli no logra actualizar la alianza de los sectores bajos con los medios, desgastada por doce años de kirchnerismo, y una serie de cuestiones particulares que restaron al Frente para la Victoria la mayoría necesaria para ganar en primera vuelta.
2. Macri se transforma en un presidente posible. El carrera de Mauricio Macri comenzó (como suele recordarlo a diario) con la presidencia de Boca Juniors en 1995. Recién diez años más tarde debuta en una elección a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires y dos años más tarde se lanza a la jefatura de Gobierno de la Ciudad. En 2011, viendo el tsunami de Cristina, prefiere dejar pasar la presidencial para optar por la reelección.
Pero 2015 sería su oportunidad. Para esto asumió riesgos insólitos para la mayoría de los analistas como asociarse a Carrió, llevar a Vidal a la provincia de Buenos Aires y a Michetti en la boleta presidencial en una oferta 100% porteña. El resultado es que hoy dejó de ser un outsider de la política para convertirse en un presidente posible.
3. Lo que viene. Un Macri en ascenso, y un Scioli en crisis es el escenario que deja la primera vuelta y con que comienza el segunda. Si desde las PASO a las generales pasaron excesivos tres meses, esta vez deberá definirse en menos de un mes.
La pregunta del millón es de dónde sacarán los votos que ambos necesitan para acceder a la Primera Magistratura. Quedan los sufragios de ciudadanos que se interesaron por otras propuestas, y dirigentes que lideraban esas propuestas.
Scioli tiene las mayores dificultades para reunir nuevos votantes. Necesita en forma imprescindible de los sectores medios que le han dado la espalda, y recuperar a la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, son votantes que se han alejado del kirchnerismo, sin voluntad de dar marcha atrás.
Desde la estrategia macrista, es difícil pensar que como suele suceder en otras latitudes pueda haber acuerdo, una coalición con las opciones minoritarias, para que alguno de los otros candidatos llamen a votar por la boleta de Cambiemos.
El macrismo le ofrece a la sociedad otra forma de construcción política y lo que no es menor, otra propuesta económica. Convencer con la propia a los ciudadanos parece ser la estrategia elegida. Por ahora parece ser la fórmula ganadora.
*Sociólogo, analista político, @cfdeangelis