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Argentina y el mundo

Hay que fortalecer la Macridiplomacia

La cancillería debe fortalecer su presencia y su accionar, y reforzar el esfuerzo personal que el presidente está haciendo para impulsar la política exterior.

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La buena relación con Donald Trump ayudó a gestionar el auxilio del FMI. | Cedoc

La diplomacia presidencial de Mauricio Macri ha sido un claro aspecto positivo de la actual política exterior. A las puertas de la reunión de líderes del G20 en Buenos Aires en noviembre, y ante una cierta sorpresa en el exterior, causada por la situación económica del país, es crítico reforzar la Macridiplomacia para fortalecer su impacto. 

En este contexto, lo descripto por funcionarios como un gran éxito de la política exterior --el apoyo recibido del FMI--, es en gran parte un logro personal del presidente Macri. En efecto, su relación personal con Donald Trump ha ayudado en forma substancial. Pero el tener que recurrir al FMI ha sido un evidente signo de debilidad y ha afectado la credibilidad presidencial. Así, el triunfo de la imprudencia sobre la responsabilidad en materia financiera, y la temprana falta de cumplimiento de metas con el FMI, han afectado la imagen de un presidente que tendría que estar presentándose en Nueva York como un estadista liderando el G20, en vez de estar explicando la situación económica.  

Para fortalecer la Macridiplomacia, un elemento vital es realizar cambios de personal en el gabinete, fortaleciendo su perfil internacional y ajustando las estrategias implementadas, para así elevar la confiabilidad en el presidente. En este contexto, los cambios realizados a principios de septiembre evocan lo escrito por el escritor irlandés Samuel Beckett: “el sol brilló, no teniendo alternativa, sobre lo nada nuevo”. En casos críticos de confiabilidad, no es aconsejable mantener en primera fila a los responsables por estrategias no exitosas. Así, vale recordar como en los 80’s, François Mitterand, el primer presidente francés socialista de post guerra, debió cambiar a los tres años a su primer ministro Pierre Mauroy, un viejo compañero de ruta, por los malos resultados de las políticas económicas socialistas implementadas. Lo reemplazaría por el joven Laurent Fabius, también socialista, pero más cercano a los conceptos económicos liberales. Mitterand gobernaría por once años más. 

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Un segundo elemento para fortalecer la Macridiplomacia es transmitir con claridad una visión de desarrollo. El presidente debe comunicar de manera integral como “hacer realidad el potencial de la Argentina”, y explicar que se hará en este sentido, en paralelo a pagar deudas. Así, la llegada del ministro de Producción Dante Sica es una excelente noticia, dada su experiencia, capacidad y conocimiento del aparato productivo. También lo es su presentación a la Unión Industrial Argentina, en la que comenzó a esbozar un “Acuerdo (productivo) federal para el desarrollo en el siglo XXI “,  a ser profundizado en cuanto a áreas, objetivos y estrategias. Un objetivo crucial de este acuerdo debe ser aumentar en forma dramática nuestras exportaciones, y que éstas provengan tanto de produtos primarios y servicios, como de manufacturas de origen agroganadero e industrial. Es importante que el presidente pueda delinear una visión que busque transformar nuestra economía, y que incluya, en adición a las actividades extractivas (minería, combustibles, agricultura), el potencial exportador de nuestras industrias manufactureras y servicios, a nivel regional y/o global. Esto es central para atraer a nuevos inversores que vean a la Argentina como una plataforma exportadora dinámica y balanceada. 

Un tercer elemento para reforzar la Macrodiplomacia es que el presidente se pueda apoyar en una Cancillería que trace, como decía el ex secretario de Estado de los EE.UU. Dean Acheson, “con más claridad que la verdad”, una estrategia de política exterior. Esta debe tomar en cuenta nuestros valores occidentales e intereses globales, y debe estar basada en el concepto de “horizontes diversos”, o sea el mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas, las emergentes y el exterior próximo. A su vez, debe contemplar un entorno global donde, según el excanciller alemán Joschka Fischer, todavía no sabemos si nos dirigimos hacia un duopolio (Estados Unidos-China), o hacia un cambio de guardia, con China tomando el rol de líder global. 

En adición a defender nuestros intereses territoriales, y a aumentar el prestigio de nuestra diplomacia (política de derechos humanos, política nuclear), esta estrategia debe potenciar la contribución al desarrollo. En un contexto donde se confirma la tendencia a gastar más de lo que produce, y a financiar la resultante diferencia a través de inflación y/o deuda externa, la Cancillería debe liderar, en sintonía con el ministerio de Producción, una  política exterior de Estado que traccione el crecimiento de nuestro PBI --lo que producimos--, a través de un drástico crecimiento de nuestras exportaciones. Un objetivo debe ser que las exportaciones representen el 25% de nuestro PBI.  Aunque la Cancillería no puede dictar la política económica, si debe defender los  principios básicos para que las exportaciones prosperen. Estos fueron señalados por el exministro de Hacienda chileno, Hernán Büchi, durante una época en que Chile no gozaba de acuerdos comerciales bilaterales: tener un tipo de cambio real alto sostenible en el tiempo, no exportar impuestos, y utilizar la promoción comercial, además de promover la productividad y la creatividad. 

Solamente sobre esta base podrá la Cancillería implementar negociaciones internacionales efectivas, con la participación  directa del presidente cuando esto sea oportuno y eficaz. Las negociaciones deben abarcar tres aspectos: profundizar la integración regional, promover la integración económica extraregional con potencias establecidas (Unión Europea, EFTA, Canadá, Australia, Japón y Corea del Sur), y el acercamiento económico extraregional a potencias y geografías emergentes (China. India, ASEAN, Africa y Medio Oriente).

La Cancillería debería así cambiar la percepción que de ella tiene el  presidente, quien debe utilizar al máximo este subutilizado ministerio para fortalecer la Macridiplomacia.