Hace una semana, las versiones lo daban afuera del Gobierno. Y al economista Alfonso Prat-Gay en su lugar. Al canciller Jorge Faurie los rumores lo alcanzaron en Portugal, en su primera semana de vacaciones en mucho tiempo. Llamó al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y se tomó el primer vuelo. Aún así, su renuncia persistió en los titulares otros dos días hasta que su nombre apareció en la lista corta del nuevo gabinete.
—El presidente dijo que los últimos meses fueron de los peores de su vida: ¿fue el pasado fin de semana de los peores de la suya?
—No...no... Primero porque tengo la suerte de tener amigos que me ayudan y me acompañan en lo que estoy haciendo, que es sumamente importante. Yo soy de un origen típico argentino. No vengo llamado para ser una figura de la nobleza francesa. Y en otros momentos, como vicecanciller, ya he estado en estas situaciones...
—¿Lo debilitan los rumores?
—La política tiene momentos poco simpáticos pero no es por ahí por donde hay que ir... Porque lo que uno quiere es que esto produzca resultados positivos para los argentinos. Si yo no soy el hombre, seguiré siendo Jorge Faurie, y voy a tener el afecto de los que me quieren. Tenemos que abandonar la política de los intereses sectoriales y de los quinchitos. Lo que hagamos tiene que beneficiarnos a todos, no a un grupo. Porque en esos pequeños kioscos, creamos el “costo argentino”. Hay que salir de eso.
—Es sabido que Prat-Gay siempre quiso su cargo, desde antes de ser ministro de Economía, ¿le parece un hombre idóneo para sucederlo?
—A Prat-Gay lo conocí como ministro de Economía y en esa condición lo traté durante el tiempo que estuvo en Francia. Es un dirigente destacado de la vida institucional y política argentina, es lo único que puedo decir. Lo que es más importante es que los hombres que elige el Presidente no deben olvidarse que es al Presidente al que le dieron los millones de votos. Todos los demás, somos anecdóticos.
"Ahora tenemos un incentivo que es que la paridad cambiaria nos favorece. el sector productivo decía que con estos costos internos no podían. A la paridad actual, llegan perfectamente".
—¿Fue esta jugada en su contra un llamado de alerta para acelerar sus metas?
—Todos tenemos que hacer un esfuerzo para acelerar los resultados. La meta que Faurie se fijó es consolidar la apertura de mercados, ser competitivos y dinámicos para conseguir inversiones.
—¿Por qué funcionaría un gabinete de diez en vez de uno de 24 si no rebaja los costos?
—La idea no es reformar el Estado, eso estuvo en otro momento, sino trabajar de manera más coordinada. El Presidente decidió constituir un gabinete con una interacción más cotidiana para ver resultados más rápidos.
—¿Cuánto cambia la emergencia sus prioridades?
—No las cambia, solo las acentúa. Ahora tenemos un incentivo que es que la paridad cambiaria nos favorece. Por lo tanto, es una oportunidad para que el producto llegue y se consolide en destino. En algún momento, el sector productivo decía que con estos costos internos no podían. A la paridad actual, llegan perfectamente.
—¿Usted dice que lo que vemos como crisis puede reinterpretarse como oportunidad?
—Toda crisis, siempre, en cualquier orden de la vida, es una oportunidad. Ya hemos vivido varias veces este ciclo. Lo que tenemos que hacer es consolidarlo y gastar las divisas para generar riqueza. Nosotros tuvimos un ciclo que nos favoreció ampliamente en la primera etapa de los 2000, que nos permitió salir rápido de la crisis del 2001-2002, pero gastamos esos recursos de forma ineficiente.
—Algunos de los factores externos de la crisis que acusó Macri son procesos de larga data, como la baja en la tasa de interés de EE.UU. ¿No se podían prever?
—No se podía prever en la magnitud que se registró en determinado momento cuando la tensión entre EE.UU., la Unión Europea y China provocó una corrida internacional hacia activos seguros hasta tanto se determinara el desenlace de este conflicto. Todos fuimos impactados, de manera mayor o menor. A la Argentina la golpeó fuerte porque, al inicio de este gobierno, hubo que recurrir al crédito externo, ya que se habían gastado todos los recursos disponibles para encarar la transformación del país. Solo nos quedaba ir a sacarle la plata de la caja a alguien.
—Y ahí es donde aparece el FMI pero ¿no se condiciona ese mismo gobierno al desnudar su debilidad cuando acude al Fondo?
—Cuando usted va a pedir un crédito para comprar un auto o una heladera, no está mostrando debilidad. Lo que no tiene son los recursos y por eso pide el crédito. Eso es lo que está haciendo la Argentina. Sería regio ser rico y poder gastar sin preocuparnos y Argentina tuvo ese privilegio en algún momento y debíamos haberlo invertido para las épocas de vacas flacas. No lo hicimos y pagamos las consecuencias.
—Siguiendo su analogía: no es lo mismo estar en un plan de ampliación y necesitar recursos extras con un crédito personal a hipotecar la casa en medio de una emergencia...
—Cuando uno pide plata, tiene que ofrecer garantías. El que presta la plata piensa cómo recupero los fondos que me estás pidiendo. En este caso es claro. El Fondo dice “me parece bien, ustedes están haciendo una serie de reformas que les permitirá repagar, quizás falte esto o aquello”. El Fondo, en el fondo, es un banco de coyuntura y yo creo que Argentina tiene óptimas condiciones para salir. Hace falta cambiar todos un poco nuestra mentalidad. Mirar al mundo.
“Sangre, sudor y lágrimas”. Para el canciller Jorge Faurie, lo que hoy Mauricio Macri les pide a los argentinos no es tan distinto a lo que Winston Churchill demandó a los británicos en su hora más difícil. “El hombre tuvo la brillantez de decir: ‘señores: sangre, sudor y lágrimas’. Pongámonos la camiseta... Y logró que el pueblo lo acompañara –aseveró en la entrevista con PERFIL–. Eso es lo que tenemos que lograr y es lo que Macri representa para los argentinos, en el sentido en el que dice ‘es un momento difícil, trabajemos para resolver entre todos los problemas de todos”. Diplomático de carrera, sostiene que no hay modelo de Estado a copiar para resolver las dificultades argentinas, solo experiencias a imitar bajo un estilo propio. “Muchas veces hemos recomendado para la educación el modelo finlandés o el neocelandés. Nosotros tenemos otros valores, como la amistad o la familia. No hay un país ideal, porque el elemento fundamental de una nación es su idiosincracia”, asegura.