COLUMNISTAS
LA SELECCION NO ENCUENTRA EL RUMBO

Hay que hacerse cargo de la crisis

Las últimas imágenes de la derrota con Ecuador 0-2 del miércoles son una pintura exacta: la Selección argentina no cruzó más la mitad de cancha después del primer gol y –lo que es aún peor– no mostró reacción ante la adversidad.

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Las últimas imágenes de la derrota con Ecuador 0-2 del miércoles son una pintura exacta: la Selección argentina no cruzó más la mitad de cancha después del primer gol y –lo que es aún peor– no mostró reacción ante la adversidad. Hay varios problemas serios. Ese es uno: ante el primer cachetazo, el equipo acusa el golpe y se paraliza. Es una grave exhibición de falta de confianza. Es raro, Diego Maradona era un jugador que siempre creía posible todo. Quedó claro en el último partido que una Selección ganó en la parte eliminatoria de un Mundial, en el de 1990 en Italia. Diego tenía el tobillo inflamado como un melón, el equipo era dominado por Brasil. Pero Maradona siempre creía. Lo creyó y encaró. Dejó solo a Caniggia con un toque mágico, y Claudio eludió a Taffarel y metió el gol. Argentina ganó 1 a 0 un partido que le había sido desfavorable.

Los déficits. Tevez marró un penal (hace un rato largo que no veo una ejecución tan mala) y, a partir de ahí, casi no participó del juego. Hasta allí, Carlitos había tenido movilidad, pedía la pelota, la jugaba corta y trataba de juntarse con Messi todo lo posible que le permitiera la difícil combinación de altura y lluvia. A Messi le pasó algo parecido. Hizo un primer tiempo aceptable, al menos en cuanto a tener participación, a pedir la pelota y a ser el principal receptor de la segunda línea de cuatro del equipo, la de volantes. Arrancó como el del Barcelona y lo terminó como el de la Selección. Tuvo un gran destello de luz en el pase-gol a Tevez que derivó en el penal y no mucho más.

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Uno espera que Messi, como Diego o Cani en otros tiempos, siempre esté para creer que un poco más es posible. Pero Leo no cumple con eso y aún no jugó su gran partido de Selección. Cae en la merma anímica y física del equipo como si fuera uno más. Está claro que no es uno más, pero cuando tiene estos problemas “terrestres” Argentina se queda sin su mayor esperanza. Y entonces Heinze es el que termina tirando un centro y Gago es el que entra para definir. No está mal esto. Pero si es la regla y no la excepción, la sorpresa, algo no funciona bien. Tampoco sirve como excusa que está muy marcado. Siempre le van a poner un rival encima o van a esperarlo con marca escalonada. Tal vez Brasil lo deje un poco más suelto, pero esta versión del Scracht orientada por Dunga no descuida esos detalles. Messi deberá contrarrestar las pesadas marcas con su velocidad. Y Diego deberá armarle un circuito de juego, de manera que, a la salida de una gambeta o en una corrida electrizante, tenga con quien descargar. Esto le faltó con Colombia y con Ecuador.

Hay otro tema urgente que resolver. ¿Es bueno poner a Messi, Tevez y Agüero juntos? Messi tiene que jugar, podríamos quitarlo de esta pregunta. Pero Tevez y Agüero tienen las mismas características y ese neutralizan. Maradona arma a los tres con Messi a la derecha, en el lugar que ocupa en el Barcelona. El Kun va de centreforward (disculpen la antigüedad); choca y pierde con los dos centrales y juega en una posición en donde tiene que hacer pesar el físico, pero lo suyo es otra cosa. Y Tevez queda relegado a la izquierda. Es diestro, tiende a ir hacia el medio, donde está Agüero.

Cómo encarar lo que viene. En los partidos que le faltan al equipo, está en juego la clasificación. Llegó la hora de convocar a Gonzalo Higuaín. No se entiende bien por qué, estando en un nivel superior al de Agüero y Tevez, nunca fue llamado. Dicen en el seno del grupo, que Gago e Higuaín tuvieron un serio problema personal y que el ex Boca, en esas cenas que Maradona tuvo en Majadahonda con los argentinos que juegan en Madrid, le pidió que no lo llamara. Y que Heinze apoyó a Gago. Es hora de dejar de lado enconos y pensar en el seleccionado Desperdiciar el momento de Pipita Higuaín es un sacrilegio.

Insistimos: Diego debería abandonar la idea –fogoneada desde los medios– de poner a los tres chiquitos juntos, salvo en partidos que lo requieran. La línea de tres que arma en los partidos de local tampoco da resultado, se notó contra Colombia. Uno de los tres debe ser rápido; otro tiene que tener buen manejo. Ni Díaz ni Heinze son rápidos ni tienen buen manejo.

Contra rivales que tengan un punta, el equipo puede llegar a disimular errores. Colombia puso dos y llegó mucho. Brasil atacará con delanteros y volantes del nivel de Kaká. Lo mejor sería defender con línea de cuatro o poner a alguien rápido y de marca rígida (como el pibe Otamendi) y sumar dos volantes centrales un poco más atrás porque Brasil será –al menos en teoría– el visitante que más tendrá la pelota de todos los rivales que hayan jugado en el Monumental de River.

El resto. Después de Brasil vendrá Paraguay. El partido en Asunción dependerá del resultado del anterior. Seguramente, si Argentina necesita salir a ganar en Asunción, formará de una manera y si está más relajado, será más cuidadoso. Pero no hay que especular más. Hay que hacerse cargo de que la Selección está en crisis y sus futbolistas no deben perder de vista esto nunca.

Será la única manera de empezar a recuperar prestigio, ese que venimos derramando hace rato sin que las cosas mejoren.