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DEFENSOR DE LOS LECTORES

Historias del ayer y el hoy

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En la sección Cartas de los lectores a PERFIL publicada en la edición del domingo 23, una lectora formuló críticas a la columna de Rafael Bielsa y Federico Mirré en su panorama internacional del domingo 16. Los autores enviaron el texto que se reproduce:

“La profesora Susana Biasi nos amonesta y envía a la biblioteca por haber otorgado al presidente Perón ‘la concepción” del Pacto ABC –Argentina, Brasil y Chile–. Fuimos, nomás. A partir de una obra que conocíamos (Del ABC al Mercosur, Piñeiro Iñíguez/Cisneros, págs. 331 a 408), llegamos a otras, como la de Paulo Renan de Almeida. Algunas reflexiones: a) si entendió que pretendimos otorgar la paternidad de la idea en régimen de monopolio a Perón, tiene razón en señalarnos el error; b) si vamos a remontarnos a principios del siglo XX, nos parece que más habría que mirar al brasileño José Paranhos, Barón del Río Branco, que al ‘hoy muy vilipendiado General Roca’; c) citamos el informe brindado por Perón el 11/11/53 en la Escuela Superior de Guerra (secreto, destinado a los altos mandos militares argentinos): ‘La República Argentina, sola, no tiene unidad económica; Brasil solo, no tiene tampoco unidad económica; Chile, solo, tampoco (...), esto es lo que ordena, imprescriptiblemente, la necesidad de unión de Chile, Brasil y Argentina en un nuevo Pacto ABC’ –esto es, que en los 50 y en el ABC, hay que mirar a Perón más que a Vargas o a Ibáñez del Campo–; d) agradeciéndole su dedicación, creo en que coincidiremos en las bondades de la médula, y en lo adjetivo de su filiación. Borges mismo habla de Homero o ‘los griegos que llamamos Homero’ que escribieron La Odisea, y por cierto la idea de lo homérico precede al propio Homero, como la de hercúleo a Hércules y la de pantagruélico a Rabelais y Pantagruel. Solicitadas las excusas por la exuberancia, atributo con el que los peronistas solemos escandalizar a quienes no lo son, esperamos que no deje de leernos con el mismo interés”.

No hace falta agregar nada a lo escrito por la lectora la semana pasada (que concluía en una fuerte crítica a “las insensateces que predominan en el discurso oficial”) y tampoco a la respuesta de los columnistas involucrados. Con ambos textos, el debate queda saldado. Al menos, por ahora.

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Massa y su acusadora. El lector Alan David Andresen cuestiona, en su carta publicada en la página anterior, el tratamiento dado a la denuncia por enriquecimiento ilícito contra Sergio Massa. Se le pidió al editor jefe de Política, Damián Nabot, que respondiera lo que allí se dice. “La denuncia en sí misma era una noticia vieja para la edición de PERFIL porque ya había sido publicada antes por otros medios –dice Nabot–. También eran viejos los datos de la declaración jurada de Sergio Massa, que se conocen desde 2012. Se buscó abordar el tema desde un aspecto novedoso, que aportara información y contexto al lector. Se enfocó entonces en la figura de la denunciante. La información sobre su identificación política está lejos de ser un cuestionamiento. Por lo contrario, son elementos importantes que ayudan a enriquecer la comprensión de la información. No sólo se buscaron datos sobre la denunciante, sino que además se la entrevistó para que ampliara aquello que quisiera. La reacción de la entrevistada ante las consultas periodísticas también resultaron un dato significativo que el lector debía conocer. Y por eso se reprodujeron. PERFIL y la autora de la nota cumplieron en transmitir la información. Las conclusiones quedan en manos de los lectores. Un saludo cordial para el lector y agradecimiento por sus preguntas, que nos llevan a reflexionar sobre nuestro trabajo”. Este ombudsman no tiene agregado alguno que hacer.

Dos críticas. En la página anterior, dos lectores se refieren a mi columna “Dictadura, no Proceso” que fue publicada el domingo 23 en la página 35. Ambos formulan críticas: uno por dos omisiones; el otro, atribuyéndome un error en el empleo de una preposición:

* Tiene razón el lector Olivera al puntualizar que omití dos golpes de estado al enumerar dictaduras y dictadores: el derrocamiento del legítimo gobierno de Hipólito Yrigoyen por Félix Uriburu y los militares y civiles que lo acompañaron; y el golpe del 4 de junio de 1943 (que entronizó a tres generales –Rawson, Ramírez y Farrell– y abrió el camino al peronismo) con el que se puso fin a ese remedo democrático que fue la Década Infame. Lamentablemente, el espacio me obligó a cortar un párrafo en el que aclaraba que los dictadores que nombré lo fueron en la segunda mitad del siglo XX, pero que había en nuestra historia otros en la primera mitad. Pido a los lectores disculpas por ello.
 

* No la tiene, en cambio, el lector Marcelo Lecardi. Fue correcto escribir que la dictadura abierta en 1976 fue “cerrada en 1983”. No cabe, entonces, el “hasta”.