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Hola, Cristina

Este es el primer domingo que usted leerá los diarios siendo Presidenta. Es el momento oportuno para establecer un pacto de lectura entre nosotros. Todos los medios escritos tienen un pacto de lectura con su audiencia. Sus lectores los eligen por algo; generalmente, una suma de atributos. Si el medio no cumple, la audiencia se va.

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La casa esta en orden. La Presidenta recibe el saludo del jefe militar de la Casa Rosada: empieza su nueva vida.

Este es el primer domingo que usted leerá los diarios siendo Presidenta. Es el momento oportuno para establecer un pacto de lectura entre nosotros. Todos los medios escritos tienen un pacto de lectura con su audiencia. Sus lectores los eligen por algo; generalmente, una suma de atributos. Si el medio no cumple, la audiencia se va.
¿Qué puede esperar usted de nosotros? Varias cosas. Lo primero que puede esperar es que cumplamos nuestro pacto de lectura con la audiencia. ¿Cuál es? O mejor dicho, ¿por qué nos eligen? Esencialmente, porque publicamos informaciones que los gobiernos –todos– preferirían que no se difundieran (nuestros lectores creen que gran parte de los pecados se evitarían si lo pecadores tuvieran testigos).
Por tanto, no se enoje, tenga paciencia y sabiduría para comprender que nuestro trabajo es mostrar aquello que usted, sus ministros y sus operadores no quieren mostrar (una noticia es, usualmente, algo que alguien quiere ocultar).
Como también opinamos, analizamos y conjeturamos (técnica imprescindible para acercarse a lo desconocido), leerá una interpretación de la realidad que necesariamente no va a gustarle y creerá equivocada (incluso, a veces lo estaremos; al igual que usted, nos equivocamos).
Discrepar es su derecho, la forma en que lo exprese mostrará quién es usted. Puede hacer como su marido, o puede aprender de él (aprender exige el sacrificio de cambiar).
Puede perder el tiempo tratando primero de comprarnos y luego de destruirnos, pero repetirá los mismos logros de su marido. ¿Se acuerda de lo que decía Einstein: “Si quiere resultados diferentes, no lo haga de misma manera”?
Primero, usted debería preguntarse si realmente quiere resultados diferentes en su relación con la prensa; nuestro caso es apenas un ejemplo de lo que en distintas proporciones sucede en otros medios. Lo que es lo mismo que preguntarse si ahora que es Presidenta realmente quiere mejorar la calidad institucional. Si así fuera, le será difícil con el mismo jefe de Gabinete (fogueado en el arte de amaestrar y seducir a la prensa como un eficaz domador), con los mismos ministros, y ahora con los mismos secretarios de Estado confirmados el viernes por el Boletín Oficial.
Pero si realmente usted estuviera persuadida (muletilla de Alfonsín, ¿se acuerda?), hará que los ministros cambien, o cambiará a los ministros. Este gabinete que repite el de su marido, ¿es de transición, hasta que usted se familiarice con todos los botones del tablero de control (por ejemplo, hasta el otoño próximo), o será tan longevo como lo fue con su marido? Por favor, recuerde la frase de Einstein. Y tampoco olvide que una nueva visión es el resultado de una nueva escala de valores, o de prioridades distintas de valores vigentes. Usted marca las prioridades. No deje de tener en cuenta que toda evolución exige esfuerzo.
Además de publicar informaciones que no sean de su agrado, usted puede esperar más cosas de nosotros. Esfuerzo por ser buenos periodistas; compromiso con la verdad; asco por la mentira y la omisión de lo inconveniente (la estatura moral de un medio de comunicación se percibe tanto o más por lo que omite que por lo que publica). Es decir: honestidad intelectual aun en el error, amor por nuestro oficio y mucho entusiasmo por merecer la elección de nuestros lectores.
Así como ustedes, los políticos, no salieron de un repollo ni tienen todas las culpas, nosotros, los periodistas, somos el resultado de la formación psicológica de la sociedad a la que pertenecemos. Escúchenos: también somos parte del pueblo. Claro que usted puede ignorarnos (el primer mecanismo de defensa es la negación). Usted sabe que el impulso de todo aquel que siente amenazada su visión del mundo es ponerse a la defensiva, pero también sabe que aun para confirmar las propias ideas es necesario aprender ideas ajenas. “Quien sufre sin endurecerse, entenderá”, decía Theodor Adorno.
Cuídese de quienes la adulan, sean periodistas o no, porque nada fracasa más que el éxito: la adaptación al éxito lleva a la pérdida de adaptabilidad. No tome nuestras críticas como un obstáculo; recuerde la comparación que hacía Kant del viento en contra para el vuelo de la paloma, de lo que erróneamente se podría imaginar que volaría mejor sin viento, cuando en realidad éste la eleva. Un político inteligente saca más provecho de sus adversarios que otro mediocre de sus aliados.
Y no olvide que el mundo siempre es percibido en función de los objetivos del observador, reduciéndolo a medios para sus fines. Sus propias necesidades, señora Presidenta, indefectiblemente manipularán su visión de la realidad. Y las visiones que le pueda aportar el periodismo independiente serán indefectiblemente distintas a la suya. No se enoje con ellas: úselas para completar su panorama. Para eso estamos.
Mucha suerte.

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Posdata: muchos de los conceptos de esta contratapa se encuentran en el manual de estilo del diario PERFIL publicado en 1998 y reeditado recientemente bajo el título Cómo leer el diario. Que haya pasado tanto tiempo y sigamos repitiendo el mismo pacto de lectura, como verá, señora Presidenta, es porque realmente creemos en ello.