El primer día de diciembre los países fundadores del Mercosur deberán analizar nuevamente el estado del cumplimiento de las obligaciones asumidas por Venezuela en el Protocolo de Adhesión al bloque.
No habrá demasiadas sorpresas, teniendo en cuenta que en el tiempo transcurrido de la firma del ultimátum y el plazo previsto, el país caribeño sigue sin incorporar normativa vigente fundamental a su plexo normativo.
La sorpresa sí la dio el canciller uruguayo, Nin Novoa, quien en un giro sobre la posición de su país manifestó que dada esta realidad el país caribeño perdería su derecho a voto en el seno del Mercosur, lo cual deja en evidencia la incapacidad del bloque regional para encontrar cauces a través de los cuales encaminar su delicada situación institucional.
Muy a pesar de la intimación regional, nada cambió en el accionar venezolano respecto del bloque de integración, lo cual suponemos debiera provocar un cambio del bloque para con su miembro más reciente.
Dado que la flexibilidad que caracteriza al Mercosur no es efectiva a la hora de resolver ciertas encrucijadas y el compromiso de los diversos países para con el proceso de integración no es homogéneo, entonces lo que cabe preguntarse es cuál es el futuro del bloque el día después del vencimiento del plazo previsto.
Pero el problema es aún mayor. Ninguno de los países ha definido aún en esta nueva etapa cuál es o debería ser el futuro del bloque o ni qué hablar del futuro de América Latina como región. Entonces la deuda venezolana en ese misterio aparece como un problema de menor magnitud que lo anunciado públicamente.
Los recambios presidenciales trajeron nuevos aires al proceso que pareciera orientarse a un rol económico más activo dejando de lado su perfil más político, como en su momento lo manifestó la canciller argentina, Susana Malcorra, y es evidente que Venezuela no es partícipe de esta visión.
De cómo se logre saldar el posicionamiento del país caribeño en el bloque y su rol en la construcción mercosureña dependerá mucho el devenir del Mercosur, que tiene por delante una tarea importante en dos frentes, en el externo, lograr reposicionarse como un actor de peso en el escenario económico mundial, y el relanzamiento, al menos discursivo, de la intención de lograr un acuerdo con la Unión Europea va en ese sentido, y en el interno, lograr sanar las heridas abiertas entre los diferentes países tras la fallida asunción de Venezuela en la presidencia del bloque.
Asimismo, la realidad política de Venezuela condiciona su participación regional, pero procurando evitar el involucramiento en cuestiones internas de los Estados parte, y a través del artilugio de la incorporación de normas vigentes, los países del Mercosur han encontrado la vía para aislar regionalmente al gobierno de Maduro, quien no cuenta en los mandatarios de sus países socios el mismo acompañamiento que obtenía años atrás.
Es la hora señalada, queda por saber si todos los relojes regionales marcan la misma hora.
*/**Licenciados en Ciencia Política.