Así como para aquietar la melancolía nos dimos al arte fue para saltar obstáculos que inventamos la ciencia. Ambos producen sentido y evitan la locura. Aunque no siempre. Estos días removieron la "primicia" de que estaríamos en camino de darnos cara a cara con Dios a la vuelta de la esquina. Austeros como son, los voceros de esta rama del estupor humano no aclararon cual de los miles de dioses que nos sobrevuelan habrá de ser. Solo dieron pormenores (mejor, pormayores) del flamante "captura dioses" que los enorgullece. Si bien este costoso socotroco aún no pudo hacerse de la materia viva de un gorrión o un coatí, los ensoberbecidos físicos están más que seguros. Hasta llegaron a brindar con champaña, sin chequear una posible preferencia de Dios por el vino. Pero así es el hombre.
Menos confiables son sus gobiernos. Se sabe que una solidaria política científica mundial podría atenuar y hasta resolver la mayor parte de males y malestares terrestres. Pero en "eso" se está con cuentagotas. Les chifla la gran periferia estelar de Gaia, pero ella no. Y estos días su último chiche, al que rotulan "Partícula Divina" (sic) con la que esperan "rellenar los vacíos del Universo" (sic) En principio suena a disparate. ¿No es más imperioso "rellenar" los dolientes socavones de la piel terrestre que la interminable oquedad de lo infinito? Y ya puestos a citar llagas de familia ¿No es prioritario que desde la ciencia (ya que desde otro sitio aun no se puede) se aborden y clausuren los "agujeros negros" sociales (fascismo, crueldad, pedofilia, avaricia,etc.) que salir a buscar a un Dios del que ni siquiera tenemos prueba que exista? Genio y dinero no les faltan. Tampoco desvarío. Si pisar la Luna, descifrar un gen o construir un avión invisible les resulta juego de niños ¿qué resistencia o ignorancia les impide calmar masivas y dolorosas desgracias humanas? Sofisticados y eficientes a la Hora de la Matanza poco genio en ejercicio se les ve en recuperar a la Infancia Mundial. ¿Les importa más la intimidad última del átomo que la agonía de una entera provincia africana? ¿Reflexionan sobre el "servicio" que prestó a la humanidad la fisión nuclear? ¿Valió de algo que Openheimer, Eisenberg, Einstein y otros "genios" se arrepintiesen de haber colaborado en el proyecto que acabaría con 150 mil personas en Hiroshima y Nagasaki? ¿La ciencia fue solo cómplice o también criminal?
La atracción por la desmesursa y el enigma está en la naturaleza de la ciencia. Según se anunció en Ginebra, el descubrimiento, denominado "Bosón de Higgs" o "Partícula de Dios" confirma que existe una masa (cantidad de materia que posee un cuerpo) contenedora de todas las demás. Entre ellas, las de los quarqs, electrones, neutrinos y fotones. Solo les restaba capturar a la "masa" mayor que alberga a las restantes de la estructura básica de la materia. Optimistas, aseguran que siguen aproximándose al primer segundo del Big Bang o a lo que algunos llaman "la cara de Dios". Fue el físico británico Peter Higgs en 1964 (de 82 años hoy) quien resolvió este enigma y por ello la partícula lleva su nombre. Su hallazgo tardó en ser oficializado por no existir aceleradores de la potencia que requería la ínfima duración de la partícula. El obstáculo lo salvó el encendido del más formidable instrumento creado en la historia: el Gran Colisionador de Hadrones. ¿Para qué? Los sabios dicen que para seguir avanzando en la investigación, trasponer la puerta del Big Bang y echar el ansiado vistazo a la antesala del Génesis.
O lo que es igual, meterse en la casa oculta de Dios. Para este acto okupa armaron un túnel oval de 28 kms a 100 metros bajo tierra francosuiza. Les costó una bicoca: 9.000 millones de dólares. De la "Máquina de Dios" pasó a llamarse "Partícula de Dios" por libro que dedicó al tema el premio Nobel de Física Leon Lederman. El colega de Higgs lo tituló "The Goddamn Particle" ("La partícula maldita") que su editor sintió insultante por acabar en "damn". Lanzado como "The God Particle" el título dió el campanazo y en semanas, Dios y Higgs pasaron a ser sinónimos, coautores y socios.
Inútil es la desmesura del mercado. Gloriosa la de la poesía. Basta volver al inmenso Agustín de Hipona quien llegó a imaginar a Dios como "un motor inmóvil". Corría el 400 de nuestra era y obsedido por saber como era el antes de la Creación, en el undécimo capitulo de sus Meditaciones se preguntó «¿Qué hacía Dios antes que hiciese el cielo y la tierra?» Pregunta más atrevida que la de un físico pues se trata de un santo. Y arropada en una versión que lo muestra más artista que santo. Dícese que agotado por conseguir un argumento al menos que justificara el tiempo previo a la Creación, casi enojado con Dios, abandonó un instante sus papeles y alzando la cabeza al techo de su celda, exclamó:
--Pero Señor... ¿qué hacías cuando no hacías nada?
* Especial para Perfil.com