Los griegos no tenían la noción monoteísta de “pecado”. Creían que el ser humano era mortal, que estaba determinado a vivir un destino contra el que no debía rebelarse. La peor falta que podía cometer era la hybris, la desmesura, que llevaba a los poderosos a competir con los dioses, que, enfurecidos, enviaban a Némesis para conducir al prepotente a la tragedia. En Grecia nació la democracia para evitar la tiranía, dividiendo los poderes, limitando a un año el período de sus gobernantes, prohibiendo toda reelección y escogiéndolos por sorteo para evitar la demagogia de los oradores y los sobornos de los ricos. Herodoto decía que los dioses atacan a los que presumen de su grandeza, destruyen con rayos a los árboles más altos y a las construcciones más ostentosas, humillan a los poderosos y nunca atacan a los más pequeños. La hybris es un concepto que cruza toda la cultura griega, explicando la derrota de Jerjes en Los persas de Esquilo, la tragedia de Icaro y la Guerra de Troya.
El tema de los desequilibrios psicológicos y la personalidad de los líderes se ha estudiado en muchos libros, como el de Freud sobre el presidente Wilson, el clásico Psychopathology and Politics de Harold Lasswell, algunos trabajos de Eysenck y dos libros publicados hace poco, El síndrome de la Moncloa, de Pilar Cernuda, y La salud mental de los políticos, de José Cabrera Forneiro. En el campo de la historia, Toynbee mencionó la hybris como una de las causas del colapso de las civilizaciones. Ian Kershaw, el mayor estudioso del nazismo, usó el concepto en la biografía en dos tomos Hitler, 1889-1936: Hubris y Hitler, 1936-1945: Némesis, que completa su monumental obra, estudiando fuentes abiertas recientemente por Rusia, como los diarios de Goebbels. En el primer volumen Kershaw recrea el mundo del joven Hitler, artista frustrado, poco atractivo intelectualmente, lector obsesivo, antisemita fanático, que se sintió llamado a cumplir una misión divina. Kershaw se pregunta cómo fue posible que alguien como él ganara las elecciones de 1933, consiguiera el apoyo fanático de la mayoría de los alemanes y llevara adelante un proyecto político tan brutal y sanguinario. El tomo termina en 1936, cuando la hybris que lo impulsó inicialmente cede su lugar a Némesis. En el segundo volumen, el extravío de la realidad y la prepotencia conducen a Hitler a la tragedia y Némesis castiga a quien desafió al destino. El libro de Riccardo Orizio Hablando con el demonio trae apasionantes entrevistas con encarnaciones de hybris que soñaron con modelos totalitarios: el mariscal de campo y vencedor del Imperio Británico Idi Amin Dada, el emperador de Africa Central Jean Bedel Bokkasa; la viuda de Enver Hoxha; Mengistu Haile Mariam y otros. No llegó a entrevistar a Muamar Kadafi, héroe admirado por los jóvenes revolucionarios de los 70 que creyeron en su compromiso revolucionario, que lo había llevado a vivir en una carpa, renunciando a todo cargo y a disolver el Estado para que nadie pudiera concentrar poder ni riquezas. Murió humillado, blandiendo un revólver de oro macizo, torturado brutalmente por un grupo de salvajes que lo sodomizó con una botella, mientras sus parientes huían de fastuosos palacios llenos de joyas y lujos extravagantes. Némesis fue con él tan cruel como había sido la enormidad de su hybris.
*Profesor en George Washington University.