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Nuestros ancestros hacían sus cuentas marcando palos, arcillas o anudando cuerdas, como las de los quipus en las culturas andinas. Cuando se sofisticaron, inventaron los números, símbolos que representaban cantidades. Hace cinco mil años los egipcios crearon el sistema decimal, compuesto por unidades, decenas, centenas y millares. Los seres humanos siempre tuvimos una relación supersticiosa con los números. En muchas culturas se creyó que quienes los manejaban eran magos, adivinaban el futuro o hablaban con los dioses. En la sociedad contemporánea, de tiempo en tiempo se lincha mediáticamente a los encuestadores, que son lo que queda de los antiguos augures cabalísticos.
Los números de transición entre una serie decimal y otra nos estremecen: cumplir 49 años no nos parece muy importante, pero nos agobia llegar a los 50. Al cumplirse el primer milenio, se produjo una gran conmoción en toda Europa, y al llegar el segundo milenio muchos se prepararon para el fin del mundo. Era sólo la magia de los números: en realidad no se cumplían mil años de nada, porque Cristo nació el año 4 antes de Cristo. En todo caso, la alegría que sentimos los colaboradores de PERFIL cuando celebramos esta primera década tiene que ver con nuestra relación con los números.

Durante los diez años de vida de PERFIL, se agudizó la crisis de la democracia occidental y de los antiguos partidos políticos. Los indignados tomaron la Puerta del Sol en Madrid, aparecieron en Nueva York, Londres y otras ciudades, con un impacto tan poderoso como efímero. En América Latina se expresaron en las protestas masivas por la subida del precio del transporte y la realización del Mundial de Fútbol en Brasil, y sobre todo en el movimiento 132 que impactó tanto en las elecciones presidenciales mexicanas, llevando incluso a los candidatos a un debate transmitido por las redes, organizado por el movimiento juvenil insurgente. Hace cuarenta años, parecía que los socialismos nacionales conducirían a la humanidad hacia una utopía orientada por Libia, Somalia, el Baath en Siria e Irak y las revoluciones de Zimbabwe, Etiopía, el Congo. Michael Heller anunció que en los países socialistas había aparecido el “homo sovieticus”, especie superior al “homo sapiens sapiens”, fruto de la superioridad económica y científica del socialismo. Todos vaticinaron el derrumbe del capitalismo. La década termina con la desesperada migración de las víctimas de esos experimentos, que se juegan la vida para entrar en los depreciados países capitalistas.

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La corrupción rompió todas las marcas y barreras ideológicas. En China comunista se llevó alrededor de 120 mil millones de dólares. Según el Diario de las Américas, María Gabriela Chávez, hija del coronel Hugo Chávez, es la mujer más rica de Venezuela, con 4.197 millones de dólares depositados en Andorra y Estados Unidos y, según Forbes, Isabel dos Santos, hija del líder revolucionario de Angola José Eduardo dos Santos, sería la mujer más rica de Africa. Aplicaciones prácticas de El Capital en tiempos de descaro.
Declinan los modelos autoritarios tropicales. Con la caída del precio del petróleo, acaba la fiesta de los militares venezolanos y sus satélites. Lograron arrasar su país, hundidos en montañas de dólares. Otros mesianismos que parecían eternos se quedan sin seguidores. Sin mucho dinero, los líderes prepotentes lucen un poco cómicos. Se generaliza la idea de un amigo comunista, “si no creo ni en el Dios católico, que es el verdadero, menos podría creer en profetas de pacotilla”.
Hace un siglo vivíamos sociedades aburridas en las que los únicos espectáculos que rompían la monotonía de la vida eran la religión y la política. Termina esta década de PERFIL cuando la ciencia, la tecnología, el conocimiento, la música y el espectáculo iluminan la vida de los seres humanos, mientras la política yace envejecida, anquilosada por las supersticiones y el fanatismo.