Las tensiones y desenlaces en la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner como entre Mauricio Macri con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, que de alguna manera conducen las tensiones entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, es decir el país y nosotros, se pueden comprender mejor leyendo el noveno capítulo de Metafísica de Aristóteles sobre la potencia y la privación.
La relación entre los Fernández como la de Macri-Larreta, atravesada por la potencia de recibir.
Ambas tensiones tienen puntos en común. Sobre las de Juntos por el Cambio se dice que durante el anterior gobierno María Eugenia Vidal le decía todo que no a Macri, pero terminaba haciendo lo que Macri quería y, al revés, Horacio Rodríguez Larreta le decía todo que sí a Macri, pero terminaba haciendo lo que él quería. ¿Será parecida la estrategia de Alberto Fernández con Cristina Kirchner a la de Rodríguez Larreta con Macri en sus diferentes ciclos: primero rebeldía solapada para, luego, progresivamente más explícita?
Aristóteles separaba la dynamis (la potencia) de la energheia (el acto) que permite su realización. Y comienza su capítulo destruyendo “por absurda” la posición de los filósofos de la escuela de Megara (fundada por Euclides, discípulo de Parménides y Sócrates) para quienes “no hay potencia más que cuando hay acto”.
Aristóteles, ya se verá la conexión con Alberto Fernández y Rodríguez Larreta, sostuvo la existencia de dos potencias: la potencia de hacer (dynamis tou poiein) y la potencia de recibir o sea resistir (dynamis tou paschein). Requiere energheia soportar los actos recibidos, ya sea de otros o del devenir. Hay tanto impotencia de hacer como impotencia de padecer, capacidad imprescindible para adaptarse a las presiones ambientales que acosan y desarrollar nuevas potencias (saberes).
En su libro Sobre la impotencia: la vida en la era de la parálisis frenética, el profesor de filosofía de la Universidad de Roma Paolo Virno desarrolla tanto la impotencia activa como la pasiva. Al referirse a las “rebeliones resignadas” coloca el ejemplo “del viejo que no ya no sabe aceptar los acontecimientos que lo atrapan. Contrariamente a lo que desde el sentido común suele decirse, su impotencia no es de hacer sino de recibir”.
No somos potencia, tenemos potencia y la tenemos porque podemos decidir usarla en una u otra dirección. Paolo Virno cita a Simon Weil: “no se posee más que aquello a lo que se renuncia, aquello a lo que no se renuncia se nos escapa”, y continúa él escribiendo “la facultad de suspender el pasaje al acto de cualquier otra facultad es, sin duda, una facultad de nivel superior al de aquella sobre la que interviene (...) la metapotencia es la potencia de omitir y renunciar. (...) que se rige por la praxis: la sensatez en hacer lo correcto en base al estado de cosas irrepetible (en la jerga aristotélica, la phronesis); el sentimiento conmovedor de cuál sería el momento oportuno (kairós) o la certeza de que ayer era demasiado temprano y mañana será demasiado tarde; y la identificación de un fin (telos) irrenunciable, pero lo suficientemente contingente y camaleónico como para dejarse seducir o elevar sin resistencia”.
Así se explica la correcta separación que hace Aristóteles entre potencia (dynamis) y acto (energheia) como también que es impotencia el actuar de más o precipitadamente por no estar preparado para aceptar el acontecer externo a la propia voluntad (la potencia de recibir) sin poder esperar el momento oportuno para el movimiento. Escribe Virno: “reactivo y vociferante es quien, impotente para sufrir, busca una compensación en la excitación nerviosa procurada por un hacer inducido y sincopado tan incontenible como un eructo o un hipo”. A lo que Aristóteles sumaba la diferencia entre las potencias racionales y las irracionales, las del alma y del cuerpo en su cosmovisión.
A los paralelismos entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta: abstenerse de ocupar todo el espacio emotivo y político a disposición y una eventual intencionalidad presente en sus evasiones y demoras, quizás le corresponda el calco inverso del paralelismo entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri cuya impotencia haya sido la de recibir.
Las coaliciones. “Tener una potencia –escribe Paolo Virno– siempre trae consigo la necesidad de contenerla, suavizando la inclinación gravitacional a la que está sujeta”. Pero aclara que la potencia de suspender “nada garantiza que no se extienda indebidamente impidiendo no solo la puesta en práctica de los que lo que se juzga perjudicial (la unidad de la coalición) sino también la puesta en práctica de lo anhelado”. Aristóteles agregaba que “la actualidad del bien siempre es preferible a la potencia del bien” de la misma forma que lo contrario con la potencia del mal que siempre es mejor se mantenga pospuesta.
“La potencia es potencia porque puede obrar” también escribió Aristóteles, lo que lleva ahora a pensar en que la potencia de las dos coaliciones es bastante limitada y poco susceptible a ser una potencia que admita la acción de los contrarios.
Como síntoma de la patología de una polarización que inmoviliza el avanzar de ambas coaliciones, el malestar social que la grieta transmite se traduce en “un catálogo de pasiones tristes, arrogancia manchada de abatimiento, alegría por los naufragios, resignación beligerante, solidaridad refunfuñante”, descripción que le cabe a los sectores más duros de ambos campos políticos.
La voluntad de cada coalición siempre encuentra como obstáculo para realizarse la voluntad de la otra. Como en una sociedad donde cada aparte tiene exactamente el cincuenta por ciento nadie puede imponer su voluntad. La impotencia que aquí surge no deriva de la escasez de la dynamis (potencias) sino del “exceso inarticulado de capacidades, competencias y habilidades ejercidas por facultades desordenadas, desprovistas de los modos que conteniéndolas y canalizándolas permitan su puesta en práctica”.
Como si Virno estuviera escribiendo sobre el empate hegemónico del sistema político argentino propone “censurar las acciones frenéticas con la que exhibe la incapacidad de actuar, desmintiendo así a quienes creen que la impotencia está íntimamente relacionada con la apatía, mientras que en realidad, muchas veces lo está con el desarrollo de comportamientos obsesivos y redundantes orientados a reemplazar de algún modo el comportamiento bloqueado”.
Exceso inarticulado de potencias entre JxC y el FdT es la causa de una frenética parálisis
Esa sobreabundancia de potencias termina siendo inhibitoria y reclama un acuerdo entre ambas coaliciones, que permita regular el uso de la potencia de cada una en lugar del bloqueo constante de ambas. Un acuerdo que bloquee el bloqueo liberando energía consumida en solo ejercer una fuerza contraria. En palabras de Aristóteles que no interrumpa el pasaje de la dynamis a la energheia.