COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Imprecisión, la mala palabra

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Intentaré correrme por esta vez de mi condición de ombudsman para ocupar el espacio de un simple lector habitual de este diario. Esto, para que el condicionamiento de la función no interfiera con una mirada atenta y crítica sobre algunos temas que me inquietan como observador de cada edición de PERFIL: la precisión en los datos (o su ausencia), la buena redacción (o sus carencias), la corrección de textos propios y ajenos.

El diario español El País, cuyo modelo de Defensoría de los Lectores suelo citar como buen referente, tiene nueva ombudsman (la palabra, sueca, no reconoce género femenino). El excelente Tomàs Delclós dejó su lugar a Lola Galán, quien venía escribiendo para los suplementos de fin de semana. A ella también le inquietan, por lo que he leído, estas mismas cuestiones con las que encabezo mi columna de hoy. El domingo 9, Galán iniciaba su espacio señalando: “Los tiempos cambian, pero nuestra capacidad de cometer errores se mantiene. Una parte importante de los mensajes que recibo, como les ha ocurrido a mis antecesores, son quejas de los lectores por erratas, faltas de ortografía, pies de foto equivocados, frases incomprensibles o títulos mal elegidos. En las últimas semanas me han llegado diversas cartas de este tipo que quiero repasar hoy porque son una muestra de nuestras debilidades y, al mismo tiempo, de lo extremadamente atentos que están los lectores a lo que escribimos”. Envidio el compromiso de los lectores de El País con su medio, al que no le ahorran dolores de cabeza con sus cartas críticas. Los consumidores de PERFIL no suelen escribir correos comentando de manera crítica las notas que se publican. Hay excepciones, claro, pero son escasas y –algunas veces– con poca sustancia.

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Hoy, entonces, me pongo en papel de lector y paso a comentar algunas observaciones que me despertó la lectura de la edición de ayer de este diario:
Un título en la tapa (“CFK ve en [el juez Claudio] Bonadio al líder de una rebelión”) no tiene correlato con la nota que se publica en la página 2 bajo el título “Los jueces prometen profundizar la guerra contra el Gobierno”. Nada dice allí de la percepción adjudicada a la Presidenta sobre el juez Claudio Bonadio, y sí refiere algunos datos vinculados a causas que manejan magistrados (en su mayoría no mencionados por sus nombres) y presuntas acciones de ellos para enfrentarse al poder político. Es llamativa la recurrencia a imprecisiones para sustentar un título de semejante impacto. Cito:
◆ “... muchos jueces perdieron la paciencia. Creen que el avance que intenta hacer el Gobierno sobre sus competencias ya llegó al límite”. Decir “muchos” es periodísticamente cuestionable. ¿Quiénes son? ¿Cuántos? ¿De qué fueros?
◆ “Un juez, hoy furioso con la Presidenta, lo explica con crudeza: ‘Acá, en Tribunales, hay una sensación de que este Gobierno se terminó’, confiesa”. No parece una confesión, en verdad. Y el anonimato adjudicado conspira contra la credibilidad de la cita, a la que se adiciona que el ignoto juez “describe recurrentes encuentros entre varios magistrados federales, uno de ellos hace dos jueves en un conocido restaurant de Puerto Madero”. Otra vez la imprecisión: “varios” es equivalente a nada. ¿Qué restaurante fue el escenario mencionado? ¿Cuántos –si no se quiere decir quiénes– jueces estuvieron en esa reunión gastronómica?
◆ “Otro juez enemistado con el Gobierno explica que el avance de las causas contra la administración K obedece a que quienes “antes no denunciaban ahora se animan”. Un ejemplo, al menos, hubiese justificado la cita, también anónima. “Nunca hubo tanta corrupción como ahora”, suma (o resta) la nota adjudicándole la afirmación al mismo magistrado ignoto. Palabras de enorme obviedad y escaso sustento informativo.
◆ Finalmente, los dos últimos párrafos comienzan con “algunas” (fuentes judiciales”) y “algunos” (jueces). ¿Cuántos, cuáles? Al menos una –¡una!– precisión que permita creer en la validez de la información.
◆ Podría detenerme, además, en los errores de ortografía que contiene la nota. La corrección brilló por su ausencia.

Como lector de este diario merezco un mejor trato que el recibido entre la tapa no sustentada en el interior y la nota de páginas 2 y 3.
Como ombudsman, hubiese preferido comentar cartas de este tenor enviadas por otros lectores (que no yo mismo) en aras de un mejor PERFIL.