—¿Qué pasó? –pregunta Carla, mi asesora de imagen, mientras entra a mi oficina, abriendo la puerta con violencia y sin llamar.
—¿Cómo qué pasó? –exclamo, sorprendido-. ¿De qué hablás?
—De la noticia del año, por supuesto.
—Sí, la asunción de Alberto, el nuevo gabinete, el comienzo de una nueva era –digo–. Estoy escribiendo sobre eso en mi columna política y…
—No, eso lo sabe todo el mundo –me interrumpe Carla–. Me refiero a la noticia del año que te toca de cerca de vos.
—¿A mí? No entiendo de qué hablás. Además, los periodistas damos noticias, no somos noticias.
—¿Pero vos no estabas en pareja con una ex diputada, que actualmente es la titular del Inadi?
—Mirá, prefiero no hablar de mi vida privada porque…
—¡No me vengas con ese verso, que vos siempre expusiste toda tu vida privada! –exclama Carla–. Si hasta salieron en los medios anunciando su casamiento, el nacimiento de su hija…
—Bueno, está bien, tenés razón –ahora interrumpo yo–. ¡Me separé!
—Momento, no podés hablar así.
—¿Así cómo? ¿Qué tiene de malo lo que dije?
—Ella ahora está en el Inadi y tenés que cuidar el lenguaje, no podés andar discriminando.
—¿Y yo a quien discriminé? –pregunto.
—La cosa está muy sensible. Así que mejor no digas que estás “separado”. Decí que estás en “una relación con capacidades matrimoniales diferentes”.
—¡Pero me separé! –exclamo.
—¿Por qué no hablás mejor del fin del amor romántico? Y de la llegada de nuevas etapas del amor. ¿No pensaron ser swingers, tener una pareja abierta?
—¡Carla, basta, hace como diez meses que estoy separado!
—Por favor, hablá mejor de “relaciones con capacidades sexoafectivas diferentes”. Y decime, ¿te gusta alguna otra política?
—¿Política? ¡No!
—Bueno, tampoco seas tan tajante, que la gente del Inadi va a pensar que andás discriminando. Digamos que podés tener una relación con una “persona con capacidades de injerencia en la vida institucional diferentes”. ¿Te parece bien así?
—¡No quiero estar con ninguna política!
—¿Seguro? –insiste Carla–. ¿Mayra Mendoza? ¿Luana Volnovich? ¿Cecilia Moreau? ¿Silvia Lospennato? ¿Myriam Bregman? ¿Manuela Castañeira? ¿María José Lubertino? ¡Cristina!
—Basta, te dije que no. Además, con esos comentarios machistas la que estás discriminando sos vos. Y no metas en quilombos a personas que ni conozco y que tal vez están en pareja…
—¿Preferís estar con un hombre? ¿Felipe Solá? ¿Matías Lammens? ¿Facundo Moyano? ¿Santiago Cafiero? ¿Marcos Peña? ¿Nicolás del Caño? ¿Gabriel Solano? ¿Juan Grabois?
—No, no quiero estar con nadie. Y por el momento soy heterosexual.
—¡Si sos heterosexual estás discriminando! –se queja Carla–. Vas a tener que explicarle eso al Inadi. Igual alguna política te debe gustar. ¡Ya sé! ¡María Eugenia Vidal!
—Eh, bueno… yo…
—¡Te gusta Vidal! ¡Y está soltera! ¿Por qué no contactás con ella?
—No, yo no dije que me guste. Bueno, un poco sí… bastante, ponele… pero no, nada que ver. Además, yo también estoy en pareja.
—¿Estás en pareja? –pregunta Carla–.¿Con quién?
—No pienso decirte –digo.
—Pero me vas a tener que dar algunas pistas, a ver si pasa el filtro del Inadi.
—Bueno, está bien, te doy una pista: es mujer.
—No quieras hacerte el gracioso, mirá que ser hétero y ser un intolerante discriminador son cosas bastante parecidas.
—Bueno, está bien –me quejo–. Tengo algo más, a ver si te sirve: es mujer y es judía.
—¡Epa! –exclama Carla–. ¿Judía-judía o es una goy que se autopercibe judía, como Madonna?
—Completamente judía.
—No está mal. Pero no es suficiente. Deberías sumar algo más. ¿Tenés idea de si además de judía es negra?
—No, no es negra. Judía y negra no conseguí. Lo intenté, la invité a salir a Whoopi Goldberg. Pero no me dio bola.
—¿Judía y mapuche?
—No.
—¿Judía y qom?
—Tampoco.
—¿Seguro que es judía y mujer? –insiste Carla–. ¿No es judía y drag queen?
—No, es judía y rubia –respondo–. Lo siento, es todo lo que conseguí.
—La tenés complicada, entonces. Vas a tener que hacer buena letra con tu ex o vas a tener a la gente del Inadi golpeando la puerta de tu casa pidiendo explicaciones.
—¡Pero si tengo la mejor con ella! –exclamo–. Mi ex es una mujer honesta, luchadora, que merece estar donde está. La banco y quiero que sea feliz.
—¡Bien, así se hace! A la gente del Inadi le van a gustar esas palabras.
—¡No lo hago para darle explicaciones al Inadi! –me atajo–. Lo digo porque es lo que siento. Además, me la pasé hablando de mi ex y del Inadi, pero acá lo importante es que hay un nuevo gobierno, que hay esperanza y que, esperemos, no haya frustración.
—¡Epa, epa! –me interrumpe Carla–. Te recuerdo que este gobierno no va a traer ninguna frustración.
—¿Vos decís? –me sorprendo.
-Estoy muy segura –concluye Carla–. Frustración no. A lo sumo puede pasar que haya alguna que otra “expectativa con capacidades ilusorias diferentes”.