Daredevil es una serie sobre lo que puede ocasionar en una persona el contacto asiduo con la religión. Matt Murdock es el hijo de Jack Batallador Murdock, un boxeador con poca suerte arriba del ring y que quiere que su hijo lo vea ganar aunque sea solo una vez. Para eso, rompe un trato con la mafia y gana en vez de perder. Lo matan. El niño –que es ciego por un accidente– se queda solo y cae en manos de un orfanato, donde domestica sus demonios bajo la supervisión de los curas. Gran parte de la primera temporada de la serie trata de los problemas que le causa a una persona la culpa que te impone el cristianismo como motor vital. Daredevil es una serie sobre lo que cuesta crecer en una zona alejada de la mano de Dios. El lugar es un barrio de un par de manzanas en Nueva York, se llama Hell’s Kitchen, y existió de verdad, ahí se va a vivir Vito Corleone apenas baja del barco. Actualmente se llama Clinton. La geografía del lugar es esencial porque por los techos y las escaleras de servicio, los containers del puerto, bajo sombras impresionistas, se va a mover el Diablo de Hell’s Kitchen, es decir, Daredevil. Daredevil es una serie sobre cómo narrar el paso del tiempo y construir un personaje sin la ansiedad de la televisión.
El que se quiere ir que se vaya. A los guionistas no les importa. Gran parte del arco narrativo de la serie muestra cómo llega Matt Murdock a elegir y ponerse el traje de Daredevil. De hecho, faltan dos capítulos para que termine la temporada y el tipo todavía anda en ropa interior negra. Daredevil es una vuelta de tuerca a las series sobre la mafia, la yacuza y las películas espirituales tipo Kung Fu o Karate Kid. Es como Los Soprano, pero incluyendo un superhéroe, es como Karate Kid, pero con el nenito ciego. Daredevil es una serie que trata de cómo estamos dormidos en la vida cotidiana. Creemos que nos merecemos todo, y si las cosas no salen bien pensamos que hay alguien que nos está haciendo algo, que la vida nos debe algo.
Daredevil es ciego y en vez de lamentarse y llorar explora los otros sentidos que le quedan hasta el paroxismo. ¿Nunca se dieron la cara contra un vidrio? Eso es porque estamos confiados en nuestra visión. A Matt Murdock no le pasa nunca. Daredevil demuestra por qué las películas y las series de superhéroes son infumables. Ninguna sigue la regla de Nietzsche: “De adultos hay que hacer las cosas con la seriedad con la que jugábamos de niños”.
