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consuelos

Inocuidad, turismo, días, raza y defensa

La ventaja de la libertad de prensa bajo el régimen Fontevecchia es que uno puede publicar cualquier cosa, cobra igual y nadie le reprochará haber intervenido sobre la pura realidad.

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La ventaja de la libertad de prensa bajo el régimen Fontevecchia es que uno puede publicar cualquier cosa, cobra igual y nadie le reprochará haber intervenido sobre la pura realidad.

Esta madrugada soñé que Hugo Yasky, junto una comitiva de maestras rurales de todo el país, venía a pasar un fin de semana largo en el Faena Hotel. Entre jeques, “gatos”, sushis, magnates y estrellitas, se desplazaban nuestras teachers con zapatillitas marca trucha y joggins percudidos. La gorda enorme se parecía a la Pachamama.

Por la mañana el diario contaba que el Senado aprobó sin discusión ni correcciones el proyecto de desplazar el feriado del 12 de octubre al siguiente lunes, promulgando otro feriado sándwich para deleite de la industria hotelera y de los que no saben en qué gastar la plata: Hernán Lombardi, Alan Faena, los casinos y las señoras que quieren librarse por tres días de la faena hogareña, (y, tal vez ligar un polvito...), estarán de parabienes. La educación pública de paramales: otro lunes de comedores infantiles cerrados y otra jornada escolar perdida como si las huelgas y los malos manejos edilicios y administrativos de las provincias no hubiesen costado ya entre diez y veinte días de merma al ciclo escolar. ¡Y todo para celebrar una “raza” a sesenta años de la caída del tercer Reich! Los senadores, fans del turismo, eludieron la posibilidad de cambiar el nombre al ominoso “Día de La Raza” que propusimos desde PERFIL el pasado 6 de septiembre. Queda el consuelo de saber que cerca, en La Pampa, sigue vigente la Ley provincial 2.122 que establece para esa fecha un día de duelo evocativo de los pueblos devastados por la conquista española: el mayor genocidio documentado de la historia.

Por la tarde recibí un mail del Ministerio de Defensa solicitando mi domicilio. Parece que habían tomado noticia de la columna que hace quince días destiné a comentar la corrupción en las fuerzas armadas. Un susto: ¿vendrían los de Defensa a defenderme de mis tendencias autodestructivas o de mi pésima sintaxis? Pero también era un consuelo: alguien me había leído y de inmediato le respondí. No había pasado una hora cuando apareció en mi buzón un sobre con varios kilos de publicaciones. Contenía dos memorias anuales, un folleto, dos libros –uno con la compilación de los discursos de la ministra Garré, el otro con el informe de una encuesta sobre la mujer en las FF.AA.–, y el voluminoso primer número de la Revista de Defensa.

El segundo número, recién aparecido, no integraba el envío. Tal vez lo reciba cuando terminen de corregir la página donde llamaron Falklands a las Malvinas.