El domingo 7, la columna habitual del ombudsman de los lectores de PERFIL estuvo orientada a desmantelar –misión casi imposible– la interminable discusión en torno a las vacunas contra el covid-19, un debate estéril y peligroso en tiempos en los que la mesura debiera inspirar a la sociedad y –particularmente– a sus líderes de opinión (la versión completa de ese texto en https://www.perfil.com/noticias/columnistas/las-vacunas-no-deben-ser-victimas-de-esteril-polemica.phtml).
Casi al mismo tiempo, la Defensoría del Público que conduce Miriam Lewin daba a conocer un interesante trabajo en sentido similar, elaborado sobre la base de decenas de conversaciones mantenidas con diversos especialistas, entre los que destacaron los aportes de la Sociedad Argentina de Inmunología (SAI); de las investigadoras Soledad Gori y Belén Almejun, integrantes de Ciencia Anti Fake News del Conicet y colaboradoras de la plataforma Confiar. También participaron Mariana Manteca Acosta (Centro Nacional de Diagnosis e Investigación en Endemo-Epidemias –CeNDIE–); María Soledad Santini (CeNDIE), Alejandra Gaiano, médica infectóloga pediatra; Mariano Pérez Filgueira (INTA-Conicet) y Rosa Bologna (jefa del Servicio de Epidemiología e Infectología del Hospital Garrahan), todos y todas integrantes de la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de salud (Raiis).
Aunque resulte redundante en buena medida, quiero dedicar este texto a algunos aspectos muy interesantes del trabajo aludido. “El 64% de las y los periodistas consideran que accedieron a las fuentes y la información que necesitaban, pero más de un cuarto, el 26,2%, expresaron problemas en ese sentido”, puntualiza el informe. Hay más: “El impacto emocional por el contacto diario con la enfermedad y con la muerte que implica la cobertura de la pandemia afecta al 57,1% de periodistas de todo el país”. El estudio dado a conocer señala que “los medios de comunicación constituyen, a veces, el único contacto con el mundo para las personas durante el aislamiento preventivo”, y agrega: “Las y los periodistas, trabajadores esenciales, están afectados emocionalmente por el coronavirus tanto o incluso más que otros sectores de la población”.
Esto es real y muy duro para quienes están a cargo de difundir las informaciones relacionadas con la pandemia, tanto en los medios audiovisuales (área que cubre el organismo a cargo de Lewin) como en los gráficos. La creciente influencia de las redes sociales (que suelen actuar como seudoperiodísticas) resulta inquietante a la hora de discernir si las informaciones que difunden son ciertas o meras noticias falsas, sesgadas o –peor aún– subordinadas a intereses non sanctos. Los vaivenes comunicacionales de los gobiernos (nacional, provinciales, municipales) contribuyen a enturbiar la tarea periodística.
“Las vacunas salvaron millones de vidas en el mundo desde su creación. El coronavirus puso en alerta a la comunidad científica internacional, que realiza un esfuerzo sin precedentes para alcanzar resultados en tiempos breves. Queremos estar a la altura y colaborar con comunicadoras y comunicadores ante este nuevo desafío que es informar sobre temas científicos en forma simple para que la población pueda acceder a información esencial para su vida”, señaló Lewin al presentar el informe de su defensoría, que incluye un glosario para llevar a la sociedad la mejor información, clara, precisa y sin connotaciones no científicas. (El trabajo completo se puede consultar en Recomendaciones para comunicar sobre vacunas en pandemia).