COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Intimar con las fuentes lleva a pisar el palito

No es bueno que un periodista sea parte de la noticia, y menos aún si lo es por un caso como el que vivimos.

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Dolores Masana. “No es aceptable que los periodistas recurran a medios ilícitos”. | cedoc

Los lectores de PERFIL sabrán apreciar que este ombudsman reproduzca hoy algunos conceptos vertidos en julio de 2011 en el diario El País de Madrid por la periodista María Dolores Masana Argüelles, miembro del buró de Reporteros sin Fronteras y ex vicepresidenta de la Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España. Son valiosos e inspiradores en estos tiempos argentinos de turbulentas relaciones entre medios, periodistas, agentes de inteligencia verdaderos o impostores, funcionarios judiciales y operadores políticos.

Decía la ex jefa de Internacionales de La Vanguardia: “Perder credibilidad es lo peor que le puede ocurrir a un medio de comunicación. No se puede aceptar que los periodistas recurran a medios ilícitos para conseguir exclusivas impactantes en aras de una mayor audiencia. Menos aún cuando los métodos empleados son constitutivos de delito. Es precisamente lo que ha desatado el mayor escándalo al que se haya enfrentado la prensa escrita y que ha costado la desaparición de News of the World".

Pero lo más grave que late en el fondo de este odioso episodio es la sospecha que se abate sobre el buen trabajo de la mayoría de los periodistas, incluso de los del rotativo de Murdoch, que por extensión salpica al resto de la profesión. Hoy la prensa se debate entre el escándalo, la opacidad, la desinformación cuando no la transgresión de la ética. Hay que decir bien alto que en periodismo no todo vale. ¿Conseguir una información a toda costa? No. Rotundamente, no cuando hablamos de prácticas ilícitas que rozan el delito”.

Romina Manguel criticó a Daniel Santoro: "Me expuso de una forma jodida"

Cualquier similitud con algunos acontecimientos recientes (y no tanto) en algunos medios de nuestro país no es pura coincidencia. En verdad, es una falta grave, muy grave, que quienes ejercen este oficio se sumerjan en las oscuras aguas de la tempestad que está inundando centenares de páginas, miles de minutos de radio y televisión, infinidad de intervenciones en redes sociales y discursos políticos con manifiestas intenciones non sanctas.

¿Es lícito –cabe preguntarse entonces– basar la tarea de quien ejerce este oficio en informes suministrados por personajes oscuros, marginales, generalmente infectados por el virus desinformador de los sistemas de espionaje? La respuesta es un no rotundo, aunque los datos aportados por el informante oscuro parezcan ciertos, comprobables. Decía este ombudsman, en una columna publicada el domingo anterior, que la práctica de establecer contacto con agentes de inteligencia más o menos encubiertos es bastante común y hasta legítima si la información que se obtiene es chequeable y cierta. Pero la trampa de aceptar como válido lo que esos personajes ofrecen conlleva el riesgo cierto de pisar el palito y caer en una jaula de la que será muy difícil salir limpio.

¿Conseguir una información a toda costa? No.

El director de Contenidos Digitales y Audiovisuales en Editorial Perfil, Edi Zunino, dedicó un espacio interesante en Perfil.com, como comentario de anticipo del reportaje que Jorge Fontevecchia hiciera al periodista Daniel Santoro (cuyos vínculos con D’Alessio son innegables), y que se publica hoy en PERFIL y será emitido esta noche en Net TV. “El día en que uno se lleva a sus fuentes a la cama (…), la imparcialidad, la distancia, la sensatez y el equilibrio se van al tacho”.

No es bueno que un periodista sea parte de la noticia, y menos aún si lo es por un caso como el que vivimos. Ojalá sirva para ir limpiando algo las turbias aguas de cierto periodismo vernáculo.