Los días en Argentina vuelan con un frenesí incalculable. Tres fotos. Tres diseños arquitectónicos del poder. Tres países.
El principal foro internacional para la cooperación económica, financiera y política tendrá como anfitriona a la Ciudad de Buenos Aires. En el marco del G20, el Gobierno mantendrá encuentros bilaterales con el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; el presidente de la Comisión Europea y la Unión Europea; el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte; el presidente de Rusia, Vladimir Putin y el presidente de China, Xi Jinping. Con los Estados Unidos está ultimando agenda.
La oportunidad es histórica. Por primera vez Argentina tendrá la posibilidad de concretar acuerdos bilaterales con potencias económicas. La expectativa es grande. El mundo orquestado en torno al progreso de nuestro país tiene una contracara: la “Argentina para los argentinos”. Es que la “Argentina para el mundo” aún no ha derramado sus beneficios materiales para una población que aguarda expectante desde los promisorios anuncios de reactivación que llegarían en el segundo semestre de 2016.
Esa, la “Argentina para los de afuera” trabaja a otra velocidad. El ritmo de la construcción a mediano plazo. La otra, la Argentina interna está prendida fuego. Justamente ese incendio abre dos fotos nuevas. La del lanzamiento de la ex presidenta en el marco del Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico de Clacso y la mesa de trabajo denominada Alternativa Federal.
El entramado de relaciones que atraviesa hoy el tejido político da cuenta de la dificultad a la hora de establecer definiciones claras.
El malestar en la cultura de Freud plantea que en toda comunidad humanitaria y en toda cultura existen vínculos libidinosos que la conforman y sostienen. Vínculos de amor que reprimen los instintos de muerte y destrucción de las personas. La cultura tiene la capacidad de establecer conceptos que señalan determinados parámetros esperados de acción en los individuos. En cierta manera tiene también la osadía de construir al “otro” como un tercero ajeno al campo propio. Ese álter puede traducirse en inimicus. El “afuera” determina el marco de lo que está “adentro”. Esto se resume en la continua creación de enemigos externos.
“Ni izquierda ni derecha, somos el pueblo” arengó el kirchnerismo. La apelación a la categoría pueblo en tanto sujeto de la lucha política permite ampliar las bases de la sociedad dirá Ernesto Laclau.
Las propuestas políticas que suelen caracterizarse por ser sistemas reaccionarios con apoyo popular introducen un concepto denominado “alma del pueblo” similar al de conciencia colectiva. Allí, el mandatario de turno al estilo caudillo logra aunar con éxito la sumatoria de demandas dispersas coronándose como la voz acreditada para zanjar diferencias guiando a las masas hacia el tan mentado “progreso colectivo”. Entregar poder sin límites tiene sus costos elevados. Una vez en el poder comienzan las fisuras internas. Los desdenes, las traiciones y, lo que es aún peor, una sociedad dividida, polarizada guiada por el espíritu del “todos contra todos”.
Enfrente, la vereda opuesta no demora en reorganizarse. Pese a ello, sus filas mantienen ciertas figuras ambivalentes que, al día de la fecha son capaces de amanecer junto al kirchnerismo. La bandera: un verdadero federalismo. “Primero las ideas y las soluciones, luego los nombres”. Alternativa Federal con Gustavo Bordet como anfitrión presentó en sociedad una foto de unidad con nueve gobernadores, además de Pichetto y Massa.
Acuñado por Max Weber, el concepto de jaula de hierro supone el aumento de la racionalización de la vida social, un sistema basado en la eficiencia teleológica, el control y el cálculo racional. Aquello que se aplica en la burocracia puede traspolarse a la política pragmática. Juego de lealtades e influencias que opera en el campo de lo simbólico materializándose en dependencias recíprocas y pactos oscuros.
Una sociedad desesperada, desencantada, asfixiada por la ausencia de progreso. Detenida en el tiempo flotando en pompas de jabón acotadas, limitadas por condicionamientos externos e inoperancias internas. El mayor de los peligros: la racionalidad del votante. La llave que abre puertas: el amor de unos a otros. (Juan 13:34).
*Analista política.