El ataque al Capitolio en Washington y el posterior cierre de la cuenta de Twitter de Donald Trump, como sucede con todo hecho extraordinario, hace más evidente el doble estándar con que él que los sectores políticos interpretan la realidad dependiendo la posición en que se encuentren.
Cuando este fin de año se discutió en la Cámara de Diputados la nueva fórmula de actualización jubilatoria y se produjo un intercambio entre los jefes de los bloques de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, Máximo Kirchner le respondió a Mario Negri exhibiendo las balas de goma que habían usado las fuerzas por entonces comandadas por Patricia Bullrich como ministra de Seguridad para dispersar a los manifestantes impidiendo que se acercarse al Congreso.
¿Habría que haber que dejado ingresar al Congreso a quienes en 2017 trataban de impedir que se promulgara la ley que se estaba tratando: la modificación de la fórmula de actualización de la jubilaciones propuesta por Macri? ¿Fue menos grave el “gordo del mortero”, ex delegado de General Motors en Rosario y precandidato a diputado nacional por el Partido Socialista de los Trabajadores, que se convirtió en ejemplo de las escenas de violencia de aquel diciembre de 2017 frente al Congreso argentino atrayendo todas las cámaras, de lo que representó el militante pro Trump que ingresó al Congreso norteamericano caracterizado de unicornio y mereció críticas desde todos los sectores? ¿No hubiera sido preferible que la policía de Washington usaran balas de goma y dispersara a los manifestantes para que no terminaron ingresando en el Congreso norteamericano?
EE.UU. bananero | Por Jorge Fontevecchia
Como dicen en Estados Unidos si en lugar de manifestantes blancos pro Trump hubieran estado frente al Capitolio manifestantes de “Black lives matter” reclamando por la violencia policial contra ciudadanos negros, probablemente las fuerzas de seguridad hubieran reprimido impidiéndoles ingresar al Congreso.
Otro ejemplo de doble estándar fue la clausura de la cuente de Donald Trump en Twitter dispuesta por la propia empresa. La justificación basada en que Trump alentaba a la violencia se contradice con el orgullo que las redes sociales exhibieron en su papel como posibilitadores de la Primavera Arabe donde manifestaciones que derivaron en hechos de violencia terminaron derrocando a gobiernos de distintos países.
En 2012 la Universidad de Washington sostuvo que “las redes sociales desempeñaron un papel central en la conformación de los debates políticos en la primavera árabe y han ayudado a elevar las expectativas de éxito de la insurrección política. Las redes sociales están levantando el nivel de ímpetu revolucionario y sirven como un canal para la organización de los ciudadanos normales en una fuerza que puede actuar para eliminar a los dictadores más recalcitrantes del poder.”
"Two more weeks" | Por Jorge Fontevecchia
El Comisario Europeo de Comercio Interior Thierry Breton escribió esta semana: “Así como el 11 de septiembre marcó un cambio de paradigma para la seguridad global, 20 años después asistimos a un antes y un después en el papel de las plataformas digitales en nuestra democracia. Las empresas de redes sociales al bloquear las cuentas del presidente de Estados Unidos alegando que sus mensajes incitaban al odio y la violencia, han reconocido su responsabilidad, deber y medios para prevenir la propagación de contenido viral ilegal. Ya no pueden ocultar su responsabilidad hacia la sociedad argumentando que simplemente brindan servicios de alojamiento. Y vale preguntarse por qué entonces ¿no pudieron prevenir las noticias falsas y el discurso de odio que condujeron al ataque del miércoles en primer lugar? ¿Pueden estas plataformas aún argumentar que no tienen voz sobre lo que publican sus usuarios? Estos últimos días han hecho más obvio que nunca que no podemos quedarnos de brazos cruzados y confiar en la buena voluntad de estas plataformas o en la interpretación ingeniosa de ley.”
Las redes sociales que en Egipto pueden ser parteras de libertad mientras en Estados Unidos pueden ser lo contrario. Y lo que en Argentina fue un exceso de defensa del Congreso en Estados Unidos podría haber sido una respuesta adecuada de la democracia que lamentablemente no se produjo.
“Si la realidad no coincide con mis palabras, peor para la realidad”, decía ya en 1609 el filósofo empirista y padre del liberalismo clásico John Locke.