La amarra que sostenía a los jueces federales se cortó y ya nadie tiene la menor idea de dónde irá a parar la barca. Por primera vez en décadas, el destino de las investigaciones está fuera de control. Ya no hay operadores políticos con éxito asegurado en los tribunales de Comodoro Py. Muchos se postulan como candidatos para reconstruir las redes que hasta 2013 manejaban Jaime Stiuso y Javier Fernández. Pero por ahora nadie logra ocupar la vacante.
El sálvese quien pueda desató una carrera de final incierto.
Es sin duda un factor extraordinario en la búsqueda de justicia. Pero también un impredecible generador de convulsión e inestabilidad.
La forma como se deshizo el entramado de protecciones y vasos comunicantes entre la Casa Rosada y el Palacio de Justicia permitió, por ejemplo, que haya un presidente imputado a poco de cumplir cien días en el gobierno y que se evalúe si su antecesora va presa. Difícil encontrar un parangón en otros lugares del mundo, más allá de Brasil.
En la Casa Rosada comienzan a preguntarse si era mejor abrir un poco la tranquera antes que destruirla por completo. Es tarde. La bola de nieve comenzó a rodar y se prepara para transformar el sistema político.