COLUMNISTAS
una pelea sorda que se calienta

Kirchner contra Moyano

El líder del PJ arma estrategias para debilitar al camionero, cada vez más preocupado por sus causas judiciales. El mal rato de Boudou.

Robertogarcia150
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Tan aliviado se encuentra Néstor Kirchner con su nueva situación política –tan volátil como la anterior–, en la que ciertos sondeos le atribuyen recuperación y consentimiento al mandato de su esposa (inclusive, en la Capital Federal), que empezó a distraerse en temas que para algunos no son vitales. Por ejemplo, la posible incorporación del jugador Riquelme al Racing Club. Lo señalan como auspiciante del interés por esa transferencia. De difícil comprobación esa especie, en rigor desnuda otra evidencia: en los siete años del kirchnerismo, con un padre entusiasta y un hijo fanático por el club el éxito político no se contagió al fútbol, y el equipo de Avellaneda padeció siempre en los últimos lugares. Y no fue por despreocupación del patagónico, tal vez ocurrió que la propia intervención de Néstor complicó al club. Al margen de pésimas compras de jugadores –incentivadas por él mismo–, también lo hundió por privilegiar otras prioridades: cuando estaba por avanzar Julio Alak hacia la presidencia de la institución, de pronto lo apartó de esa misión para otorgarle primero Aerolíneas Argentinas y, luego, el Ministerio de Justicia. Después de esos fracasos, ahora –con el proyecto Riquelme– pagaría una deuda de orden moral y personal.

Esta versión futbolística no es caprichosa, ya que en otro club vecino (Independiente) se registró un episodio que pareció ahondar la tensión creciente entre el Gobierno (Néstor) y el sindicalista Hugo Moyano; en apariencia, socios del mismo proyecto. Algunos, por ejemplo, se despertaron de la siesta ante esa crisis cuando el jefe camionero habló esta semana de requerir incrementos de 32%. En rigor, se había atrasado en relación con otros gremios en la firma de paritarias, por más que los suyos disponen de salarios envidiables. Mala noticia para la gestión Cristina esa novedad de Moyano. Pero el líder de la CGT, además del rezago, observa otras realidades: se le avecinan problemas amenazantes en dos causas judiciales. Una, con Bonadío y otra, con Oyarbide; la misma que ubicó en prisión al bancario Zanola. Hay una investigación de la auditoría en el área del Transporte que también lo inquieta, algún destrato adicional y la anécdota del fútbol que motivó estas líneas: en Independiente decidieron concederles plaquetas recordatorias a los socios que han contribuido para la construcción del nuevo estadio, ceremonia en la que tambien se premió a Daniel Scioli. Entre los beneficiarios del homenaje estaba Moyano, pero una orden –dicen– determinó que el sindicalista fuera apartado de la cesión pública. Por supuesto, Moyano sabe que esa instrucción no provino de Scioli, del mismo modo que ciertas campañas mediáticas en medios cercanos al Gobierno no responden al interés de sus propietarios. Si uno quiere advertir sombras en la levantada de los Kirchner, más que en sus penurias legislativas habría que detenerse en las derivaciones del caso Moyano. Por tomar un ejemplo, el galimatías de la pesquisa sobre el ex secretario Ricardo Jaime –cada vez más deprimido por la evolución de sus causas, casi oculto– parece salpicar al Gobierno. Se sospecha que tomarán entidad las consecuencias del último allanamiento en Córdoba, donde se habría documentado que Jaime era director de una compañía de motos (Cerro Motor) en la cual son responsables al menos uno de los hijos de Julio De Vido. Por ahora, se sostiene que a pesar de la vecindad de los espacios físicos, esa empresa nada tenía que ver con Jaime; y debe ser cierto, aunque logró colocar unidades en la provincia de Buenos Aires y, además, hacía publicidad en Fútbol para Todos cuando no se aceptaba del Gobierno ningún sponsor en esas transmisiones. El mundo de las casualidades.

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Si habrá ruido al respecto, sorprende hasta ahora la nula reacción mediática y política frente al no canje de la deuda, para utilizar un artilugio cobista, al calificar la operación con los hold outs. Ocurre que Amado Boudou apenas llega al 60% de aprobación cuando hasta sus más denodados críticos suponían que alcanzaría una aceptación del 85%. Si Néstor desconfiaba de la competencia del ministro de su esposa, ahora dispone de más elementos, ya que aparte de las dificultades financieras que agobian al resto del mundo, se revelaron fallas que inclusive hasta afectan la eficacia de los tres bancos intervinientes. Más cuando el motoquero le explicaba, presuntuoso, que todo lo anterior había sido un fracaso y que su alternativa era lo mejor que le ocurría al país. ¿O de qué otro modo habría que describir el hecho de que se ignorara, por ejemplo, que había hold outs en Suiza? O, lo más relevante, que no se hubiera inducido a los deudores a entrar en una operación que ya no se abrirá jamás y cuyo único y dificultoso cobro responderá a una decisión de la Justicia. ¿Ha podido más la doctrina de los abogados de los fondos llamados buitres que la tentación ofrecida por la Argentina? Si es así, ha sido por falta de información.

El recuperado Néstor detiene un ojo sobre estos hechos, el otro lo dedica al tercero y cuarto trimestre de la economía: sólo un necio no podría atender los inconvenientes futuros; sea por el nivel de inflación, la escasez de recursos, la falta de crédito, el retiro de inversiones –¿los europeos en crisis no se retirarán de ciertas filiales?–, la evolución del tipo de cambio, las mentiras estadísticas, el problema del déficit. Quienes han visto los casos de España y Gran Bretaña, envueltos como Cristina en la idea del big goverment, descubren que ese recurso se agota y, puntualmente, se paga. Ya lo manifestaron los ingleses; después del verano boreal, le tocará el turno al derrengado Zapatero. Es cierto que el Gobierno hoy dispone de capacidad –por decirlo de algún modo– para utilizar reservas por la puerta trasera del Banco Central, mientras se sirve también de los fondos de la Anses. Pero una sangría excesiva de las reservas puede suponer corridas en la parte del año que se aproxima y, naturalmente, no se neutraliza ese fenómeno con medidas restrictivas como las de cercar a las casas de cambio. El dúo presidencial debe pensar que una remoción del Gabinete podría ser oportuna.