El cartero llama dos veces; Ricardo Echegaray también. Dos semanas atrás trascendió que muchos argentinos habían recibido una intimación de la Administración Federal de Ingresos Públicos en el marco de la denuncia por tenencia de cuentas bancarias en Suiza. En aquella misiva se hacía mención a que, de acuerdo con la base de datos de AFIP y según convenios firmados internacionalmente, los destinatarios tendrían una cuenta no declarada en ese país. Hace menos de 72 horas, las mismas personas recibieron una segunda carta –bastante más intimidatoria y llamativa–, donde se les reclama –con liquidación y saldo incluido– deudas impositivas por cuentas que en muchos casos siempre estuvieron en blanco, y, además, se les atribuye ser dueños de cifras siderales que en realidad no poseen.
Desde esta columna celebramos el control del Estado para velar por los derechos de los ciudadanos y combatir la evasión, pero cuando se monta una campaña para generar un golpe de efecto mediático y emprender una cacería de brujas para ver si cae algún desprevenido, sometiendo a miles de personas que se ajustan a derecho a un tratamiento delincuencial que no merecen, la finalidad es otra. Con un poco de sentido común y algo de información precisa, es fácil develar la maniobra montada por el jefe de la AFIP.
Herve Falciani, ex empleado informático del banco HSBC, está acusado de robar y comercializar una lista de esa institución con informacion de casi 100 mil clientes de diferentes países. Según sus propias palabras expresadas en conferencia de prensa, Echegaray tuvo la suficiente lucidez para obtener ese listado “a partir del acuerdo con la Dirección de Finanzas Públicas del Gobierno de Francia que le aportó la información”. Como Argentina no tiene aún firmado un convenio de cooperación tributaria con Suiza, el proceder del titular de la AFIP fue, hasta ahí, correcto. Sin embargo, la información tenía en su naturaleza intrínseca un pecado original: en primer lugar, porque proviene de un hecho ilícito o, al menos viciado de sospechas y bajo investigación y, en segundo lugar, porque no se trata de un listado depurado u oficial, sino más bien desprolijo y oficioso. Con la exactitud de un reloj, la precisión y determinación de los suizos terminará de dar por tierra con la iniciativa del titular de la AFIP.
Cuando se analizan en detalle algunos de los diferentes documentos del Federal Department of Finance (FDF) –algo así como la AFIP helvética– se observa que, por ejemplo, “la Ley Fiscal de Asistencia no admite requerimientos basados en datos robados (. . .)”. Especifican, además, que ante una investigación “la autoridad solicitante extranjera no tiene que demostrar la presunta acción, pero tiene que presentar los hechos correspondientes de tal manera que sean lo suficientemente creíble para la autoridad requerida”. Es decir que si algún juez o autoridad de la Argentina, basándose en el listado obtenido por Echegaray vía Francia, a su vez sospechado de haber sido difundido de manera ilícita, emitiera un requerimiento de información a Suiza por la cuenta de un argentino cuyo nombre aparece en ese listado, la iniciativa estaría destinada al fracaso. Esto sin mencionar que, por otra parte, todavía no se ha firmado el convenio de mutua cooperación entre Argentina y el país helvético. El circo derivado de una denuncia más oficiosa que oficial es propio de las tácticas del “Ministerio del Humo” que sigue funcionando dentro del Gobierno.
Amarillo. Si el semáforo se extendiera en una paleta de colores, la luz amarilla que se encendió la semana pasada, cuando desde el Ministerio de Economía intentaron bajarle el tono al posible acuerdo con los buitres, estaría cambiando a naranja. Al ser consultados por el tema, diferentes economistas afines al Gobierno no ocultan su desconcierto. Unos creyeron que las últimas declaraciones de Axel Kicillof representaban una estrategia para no negociar bajo presión ante la expectativa social y mediática puesta en los primeros días de enero. Otros, en cambio, se convencieron de lo que hoy se acerca más a la realidad: “el acuerdo se complicó. Parece que los holdouts se van a sentar a descansar en la sentencia de Griesa y no permitirán que se sume al resto de los bonistas a la negociación ni aceptarán una oferta del gobierno argentino que implique una quita significativa en el capital. Si esto se confirma, 2015 será dramático”.
Jueces. “¿Qué está pasando en Comodoro Py?”, le preguntaron a un conspicuo hombre de la Justicia que conoce al dedillo lo que se vive en los ámbitos de ese edificio, sede de los tribunales federales. “De todo. Pero no hay que dramatizar. A estas alturas, los aprietes del Gobierno a los jueces son un signo de su debilidad. Hoy es Bonadío, ayer fue Lijo, mañana será cualquier otro que lo investigue”.
En el Congreso hay enojo dentro del bloque de diputados del Frente para la Victoria con varios de sus integrantes que pusieron excusas pueriles para negarse a respaldar públicamente a la Presidenta por el affair Hotesur. Se entiende: a muchos de ellos, que deben renovar sus bancas, los hechos sospechosos de corrupción que giran alrededor de Lázaro Báez –y complican a Cristina Fernández de Kirchner– amenazan con comprometer seriamente sus chances electorales en 2015. “Muchos de éstos que se niegan a defenderla no serían nada sin Cristina. En las buenas quieren salir a hablar de cualquier cosa pero en las malas hacen mutis por el foro”, confiesa con fastidio un miembro del bloque.
Cruces. La interna del Gobierno es un sendero de espinas en donde caminar lastima cada vez más. La Cámpora ve a Sergio Urribarri como el candidato más fiel. A futuro, consideran que Florencio Randazzo será un “traidor” aún mayor que Daniel Scioli. El gobernador de la provincia de Buenos Aires es el único que asegura “ganabilidad”, término que se usa en esa organización –que ha hecho de la militancia rentada un dogma para definir–, lo que importa en una elección: el resultado. “Cuando lo medimos internamente, Scioli pierde en todos los aspectos, pero gana. Eso es lo raro”, reconoció un inquilino de la Casa Rosada, a quien, como a tantos otros dentro del kirchnerismo, la vuelta al llano lo angustia, desvela e inquieta.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.