Hace ocho años en Naciones Unidas, los gobiernos de todo el mundo representados por sus máximas autoridades, aprobaron un Plan de Acción a desarrollar en los próximos 15 años y se comprometieron a cumplirlo, para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. Ese plan se llamó Agenda 2030 y consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable –ODS–, uno de ellos, el ODS 5 de Igualdad de Género fue un logro del movimiento feminista de todo el mundo y de ONU Mujeres, la agencia de ONU para promover la Igualdad de Género.
El lunes 10 se inicia en la sede de Naciones Unidas en Nueva York el Foro Político de Alto Nivel que desde la aprobación de la Agenda en 2015 se realiza todos los años para analizar y considerar la evolución del cumplimiento de la agenda. Si bien este año no se prioriza el análisis del ODS 5 de Igualdad de Género, porque la agenda es una unidad de objetivos interrelacionados y que se complementan se considerará el tema. Es oportuno, entonces, analizar dónde estamos y qué nos deparan los próximos siete años hasta el 2030.
El lema de la Agenda 2030 es “No dejar a nadie atrás”, lema ambicioso que plantea un mundo ideal, ésta es la fortaleza y también su debilidad. En los primeros años se vieron avances que eran muy alentadores, especialmente en el SDG 1, respecto a la pobreza y el SDG 2 para acabar el hambre. En nuestra región coincidió con la implementación en varios países, y especialmente en Brasil, México y Argentina la aplicación de políticas de subvenciones a los sectores más carenciados, ya sea de alimentos y /o de transferencias económicas. En Brasil se implementó masivamente la Bolsa Familia que complementó la alimentación de millones de familias pobres, en Argentina los subsidios como la Asignación Universal por Hijo –AUH–. Esta bonanza duró poco, porque llegó el covid que tuvo un efecto nefasto, lo que había llevado años en mejorar retrocedió en meses y dejó a muchísimos países peor que antes de la pandemia. El retroceso se registró en todo el mundo, pero fue mayor en los países más vulnerables, en ese grupo varios países de nuestra región entre ellos Argentina, fueron los más damnificados, las mujeres y la niñez lideraron este daño. La pandemia afectó el SDG8, el trabajo, y la participación laboral se vio disminuida, sobre todo a quienes se desempeñaban en el sector informal. Por eso las mujeres que predominan en ese sector fueron las primeras en perder sus ingresos cayendo en la pobreza bruscamente. En el país la situación laboral de las mujeres retrocedió 20 o más años. La Igualdad de Género quedó atrás y el SDG5 experimentó un atraso significativo. Estábamos aún en pandemia cuando la invasión de Rusia a Ucrania produjo otro cimbronazo mundial con el agravamiento de la provisión de granos, que complicó aún más la provisión mundial de alimentos entre otros factores económicos, sociales y políticos. Todo esto acrecentó el deterioro del ambiente y la crisis del cuidado ambiental que constituyen hoy un problema grave de compleja resolución.
Frente a este panorama muchos gobiernos privilegian la consideración de la situación económica a la Igualdad de Género y el respeto a los derechos humanos. Dado que en septiembre se realizará la Cumbre de los ODS que es una evaluación periódica, no podemos llegar a ella sin propuestas para recuperar lo perdido en el ODS5 y en los otros. Además, ONU ya planteó para el 2024 una Cumbre del Futuro, para considerar las aspiraciones después del 2030. Esto no debe confundirse con dejar de cumplimentar los ODS y postergar todo para la próxima definición, sino congeniar ambas, eso es lo que pedimos los grupos de sociedad civil a través de la Coordinación de Grupos mayores y otros actores.