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La autonomía que viene

Me gustaría pronosticar lo que ocurrirá cuando los diputados y senadores deban alzar la mano, pero como estoy escribiendo en las primeras horas del primero de julio, calculo que el sábado 5 los lectores seguirán en ascuas: felices Pascuas. Más seguros son los pronósticos de largo plazo, porque cuando la realidad los desmiente, nadie recuerda al temerario que, a falta de mejores ideas, se aventuró a formularlos.

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Me gustaría pronosticar lo que ocurrirá cuando los diputados y senadores deban alzar la mano, pero como estoy escribiendo en las primeras horas del primero de julio, calculo que el sábado 5 los lectores seguirán en ascuas: felices Pascuas. Más seguros son los pronósticos de largo plazo, porque cuando la realidad los desmiente, nadie recuerda al temerario que, a falta de mejores ideas, se aventuró a formularlos.

Formular, por ejemplo, que algunas noches claras de este invierno el cielo lucirá estrellado y la prensa observará cómo titilan azules y lejanas las estrellas del firmamento. En cambio, la estrella gubernamental se opacará, o alcanzará, como una nova, su máxima magnitud para colapsarse convertida en una enana blanca. Rimemos: ¡que buena alegoría nerudiana brinda la astronomía esta mañana!

Para el largo plazo, no sólo debe contemplarse el boom de los precios de los commodities. Y del pasado mes habrá que ponderar la avalancha boliviana de escrutinios a favor de las autonomías regionales. Quien sea capaz de digerir los sapos del racismo y los narco y petrodólares que han de haber animado la cruzada cruceña y, por su efecto dominó, los otros cinco o seis autonomismos emergentes en la región, no podrá ver sino con simpatía este despertar del hiperfederalismo latinoamericano.

Un escenario posible y digerible sería el avance de los vecinos Brasil y Argentina hacia provincias y estados de un grado de independencia comparable a la que ostenta, para indignación de socialistas y populares, la Generalitat de Cataluña. Otro, más indigesto, sería la irrupción de (sub) nacionalismos a lo Euzkadi, para lo cual hay suficientes reservas étnicas, económicas, lingüísticas y, por supuesto, mineras y petroleras en toda América latina.

Pero mi hipótesis es que si el autonomismo irrumpiese, adoptaría la forma más indigesta y dolorosa que pueda imaginarse. Previéndolo, la semana pasada el Registro Nacional de Armas reforzó sus tradicionalmente laxos controles a la exportación de ferretería argentina.

Recuerdo que Pinochet se disfrazaba de brujo indio para asistir a las celebraciones mapuches y mantener en paz a la tribu, pero si esto cunde, no sé de qué tendrá que disfrazarse la doctora Bachelet. Mérito del gobierno de la doctora Fernández de K es haber puesto en evidencia la hipocresía del pseudofederalismo argentino y todo el destape de remisiones, presiones y coparticipaciones que consiguió con un solo decreto. Aguardemos los próximos rounds, la próxima semana.