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La caída del capitalismo de changas

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A partir de mañana, todo se teñirá de blanco, todo será susceptible de ser blanqueado, en un sendero cuyo destino lácteo está en las elecciones legislativas de 2017. Lo evadido en el pasado será perdonado, pequeña multa mediante. Nueva vida fiscal para el ex evasor y una nueva medida del éxito económico, que nos tendrá en vilo hasta fines de año.

En forma conservadora, el Gobierno se fijó un piso de adhesión de apenas US$ 20 mil millones. Si esa cifra se cumple, los analistas coinciden en que ingresarán al fisco y al sistema financiero este año unos US$ 5 mil millones. Mejores resultados permitirán al Gobierno resolver la deuda con los jubilados y alimentar así la fría rueda de la actividad económica. Por una cuestión de “tiempos existenciales”, cada peso que reciben los jubilados se aplica inmediatamente al consumo.

Con esos fondos podría pensar Cambiemos en un deslizamiento menos traumático hacia las elecciones legislativas del año próximo, donde se juega todo el futuro, la posibilidad de conquistar un número legislativo para las reformas deseadas. Las cosas lucen complicadas. Sobre todo en el territorio bonaerense. Una encuesta que maneja el Gobierno realizada en la provincia llevó buenas y malas noticias al cuartel general oficial. Un relevamiento de Analía del Franco los tranquilizó desde lo económico: la valoración de la inflación como principal problema cayó de 50 a 30 puntos de marzo a julio. Dejó de ser la principal preocupación de los bonaerenses, y la inseguridad volvió a pasar al frente.

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Hay más consuelos y condenas en la misma encuesta, como que la inflación se atribuye mayoritariamente a las políticas de Cristina Kirchner. Pero la gestión oficial no tiene buena imagen, y la suma de todas las opiniones moderadas o decididamente negativas supera por algunos puntos a las positivas. Finalmente, sin medir a la gobernadora María Eugenia Vidal, los políticos con proyección nacional con mayor adhesión en el territorio son el ex kirchnerista Florencio Randazzo, el renovador Sergio Massa y la dirigente del GEN Margarita Stolbizer. De uno u otro modo, el eje del PJ se queda con todo en la provincia.

¿Podrá Cambiemos conquistar al electorado para lograr éxito en las elecciones de 2017?
Detrás de las promesas del blanqueo, se esconden aún los efectos del tarifazo, que vienen pegándole al Gobierno debajo de la línea de flotación del consenso social y de las expectativas económicas. Como se explica algunas páginas más adelante, los pronósticos de reactivación de la economía se reprogramaron, en el mejor de los casos, para el último trimestre, cuando no para el primero de 2017. Con el cronómetro corriendo, para los objetivos electorales, cada trimestre es un trimestre menos, aunque para los de gestión el futuro sea promisorio.

De eso hay certeza en el Gobierno: mientras se desenreda el planteo judicial por las tarifas, la recesión inducida por las altas tasas de interés anticipa una desaceleración de la inflación. En ese nuevo piso de precios, debería repuntar la actividad. La hoja de ruta recalculada sigue incluyendo la reactivación de la obra pública y –pronto– los primeros brotes verdes de inversiones. ¿Habrá tiempo político suficiente para conquistar al electorado?

La situación política en la provincia de Buenos Aires se liga con lo social y lo económico. Daniel Arroyo, referente del massismo en temas de desarrollo humano, señala que en la Argentina hay cuatro estratos sociales. En la cúspide, la “clase alta”; y en la base, los indigentes, pobres, sin trabajo, que no subsisten de no mediar la asistencia social. En el medio, los trabajadores formales, cuyos ingresos están regidos por las mediaciones gremiales; y más abajo, los informales, sin representación sindical, carentes de ingresos regulares, a veces monotributistas, supérstites por la existencia de la changa. Arroyo rescata de Cambiemos que los fondos asistenciales fluyen con eficiencia a la base y al esquema institicional de distribución. El problema grave es la pérdida de capacidad adquisitiva de los subsidios por efecto de la inflación. Pero el especialista dice que, por el parate de la construcción y de la rueda del consumo, desde noviembre del año pasado el sector informal es el más castigado.

Los tarifazos pegan en el humor social de las dos franjas inferiores. Los trabajadores formales encuentran canales de expresión, pero los informales, los “changuistas”, no. Encontrar una salida a su situación de supervivencia es el escollo que no logra superar el Gobierno sin desarmar el programa de desinflación. ¿Podrá sobrevivir Cambiemos a la caída de ese capitalismo de changas?