En un viejo hit teatral de su mejor versión mordaz, Enrique Pinti repetía al final de Salsa Criolla que “pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, quedan los artistas”. Aquí y ahora, pasamos los 80.000 muertos, hay récord de internaciones, recién llegan las vacunas y cruje la situación socioeconómica. Se postergan las elecciones, pero queda la campaña. Siempre la campaña electoral.
Con la pandemia como fondo doloroso, hasta ahora se venía disimulando en lo público. No tanto en las conversaciones y negociaciones reservadas.
El Frente de Todos intenta cohesionar mejor electoralmente lo que le cuesta más ejecutar desde la gestión. Gobernar es mucho más complicado que ganar una elección.
Por ello, el oficialismo deja sedimentar sus contradicciones y se encolumna, como en la campaña 2019, atrás de las críticas a Juntos por el Cambio.
Santiago Cafiero, jefe de Gabinete, lo dejó explícito en su demorada comparecencia ante el Senado. El ministro de Educación, Nicolás Trotta, no pierde oportunidad de embestir contra Horacio Rodríguez Larreta.
A esta estrategia nacional ya se había anticipado el gobernador Axel Kicillof, un experto en esto de lanzar dardos venenosos a la oposición. Acaso este vanguardismo no sea casual y refleje el mayor peso interno que vienen adquiriendo las decisiones que se toman desde La Plata. Cristina Fernández de Kirchner, Máximo Kirchner y Sergio Massa hacen sus contribuciones a ello.
Esas cuatro patas de la mesa del FdT avanzan por estos tiempos en definir lineamientos básicos para el armado de listas en territorio bonaerense, clave a la hora de inclinar la balanza del resultado nacional y de la composición de la Cámara de Diputados. Alerta spoiler: no habría buenas noticias para varios intendentes peronistas del Conurbano.
Si de intendentes y Conurbano hablamos, Jorge Macri –de Vicente López– se animó esta semana a bramar hacia afuera lo que se rumiaba adentro. Esto es, la incomodidad de los jefes distritales de JxC con el desembarco del porteño Diego Santilli como posible candidato.
Con matices, sus colegas de partido y función (Grindetti, Garro, Valenzuela) coinciden más diplomáticamente con esa mirada. Y con qué candidatura se reduciría semejante nivel de combustión interna: María Eugenia Vidal.
Sucede que la ex gobernadora no quiere saber nada con ir al comicio bonaerense. Preferiría no ser candidata este año o a lo sumo, como prefiere Larreta, aceptar la vuelta a una postulación en Ciudad.
La indefinición de Vidal (que no sería tal, ya que lo tendría decidido pero elige el tempo) exaspera a los intendentes y a la siempre exasperada Patricia Bullrich, quien no perdió la oportunidad de castigar a la única dirigente del PRO que puede complicar su desesperación por encabezar la lista porteña. Y la sucesión de Larreta en dos años.
No se engañen. Detrás de estos fuegos artificiales está la pelea de fondo en la oposición: Larreta vs. Mauricio Macri. Vendrán nuevos, muchos rounds.
¿Y el Presidente? Podrán decir que gestiona, que no anda en campaña. Puede ser. Puede que también esté en otra sintonía. Tal vez eso explique su paso por un estudio de grabación para dejar registrado un tema con acordes y letra de su autoría, asesorado por Lito Nebbia. Al menos allí, Alberto Fernández es el líder: toca, canta y afina. Vecinos de Nordelta pueden dar fe de ello. Es peor desenchufarse con Netflix, dicen.