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Locademia opositora

Patricia Bullrich saludando al policía Luis Chocobar, luego del fallo.
Patricia Bullrich saludando al policía Luis Chocobar, luego del fallo. | NA

Como síntesis argumental de una vieja comedia en los cines de los ’80, un conocido buscador web define a “Locademia de policía” como una comedia en la que una academia policial abre sus puertas a un diverso grupo de inadaptados. Con más tono de tragedia que de humor, hoy pareciera que algunos desaguisados oficialistas no bastan para que el sector inadaptado de la oposición revise su beligerancia disparatada. Todo lo contrario: los usan de combustible.

Desde hace un tiempo y en especial esta semana asistimos a un espectáculo desalentador, ante una situación y una sociedad que ya tiene desalientos de sobra.

Envalentonada cuando transita por alfombras rojas mediáticas, la presidenta del PRO volvió a hacer gala de su convicción por el escándalo flojo de papeles al acusar de coimeros al Presidente, su ex ministro de Salud y a su sucesora en el cargo, lo que según ella explica por qué no hay vacunas de Pfizer.

No importa que el propio laboratorio la hubiera desmentido o que ella luego intentara aclarar que no dijo lo que dijo. Es así Patricia Bullrich.

Salvo algún que otro pichón de halcón, nadie en JxC se subió a su denuncia. Ni Mauricio Macri, que está casi siempre en la misma sintonía de su ex ministra de Seguridad, sobre la que se siguen ventilando trapitos al sol de sus reuniones secretas con fiscales que investigaban a Cristina Fernández de Kirchner.

El ex presidente bancó a Bullrich hasta ahí. Como hizo con Pepín Rodríguez Simón, uno de sus hombres de confianza como operador judicial y mediático durante su mandato, al que Uruguay le negó el asilo y en cualquier momento lo extradita a la Argentina para que dé algunas explicaciones ante la justicia.

Sobran las intrigas en JxC en torno a qué puede decir Pepín sobre los trabajitos que hizo en el macrismo. Lo mismo sobre las verdaderas razones por las cuales el abogado personal de Macri, Alejandro Pérez Chada, renunció a representar en la causa de espionaje ilegal a Gustavo Arribas, el íntimo del ex presidente que encabezó la Agencia Federal de Inteligencia.

Semejantes embrollos suman incomodidades al área gestora de la oposición, de por sí atosigada por la pandemia, la relación con Nación y la crisis socioeconómica.

Horacio Rodríguez Larreta, máximo exponente de esa línea, encima debe afrontar estos desafíos internos en medio de su proyecto presidencial. Antes están las legislativas de este año, donde con muchas dificultades trata de instalar “sus” candidatos: María Eugenia Vidal en Capital, Diego Santilli y Elisa Carrió en Provincia, contra las postulaciones duras de Bullrich y Miguel Pichetto respectivamente.

Sucede que Vidal no define aún si irá de candidata y en tierras bonaerenses sobra la agitación, que incluye la presión de los intendentes de JxC de incidir en las listas. Demasiadas sillas para pocos platos.

Eso sin hablar del rol de Macri, que continúa encendiendo internas más que aplacarlas, como hizo recientemente en Córdoba. “Al final del camino va a jugar bien”, asegura Larreta. Nadie se anima a avalar con seguridad esa afirmación, a la vista de numerosos ejemplos en contrario.