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La edición independiente

¿Qué vuelve independiente a una editorial independiente? Vaya pregunta; tal vez tenga algo de redundante. Pero al mismo tiempo, no deja de ser pertinente, sobre todo porque las editoriales independientes han publicado, después de la crisis de 2001, buena parte de lo más interesante que escribió la literatura argentina.

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¿Qué vuelve independiente a una editorial independiente? Vaya pregunta; tal vez tenga algo de redundante. Pero al mismo tiempo, no deja de ser pertinente, sobre todo porque las editoriales independientes han publicado, después de la crisis de 2001, buena parte de lo más interesante que escribió la literatura argentina. El concepto de editorial independiente surge en Europa en la posguerra. Editoriales como Minuit en Francia o Feltrinelli en Italia, toman la noción de independencia como un combate político: independiente significa la puesta en circulación de textos literarios y de ensayos que, de una manera u otra, cuestionaban, desde la izquierda, el discurso dominante de la burguesía. El tiempo pasó, y hoy independiente hace referencia ante todo a la propiedad de los medios de producción. Independientes son las editoriales que no pertenecen a los grandes grupos, las editoriales pequeñas, con bajo presupuesto y mucha movilidad. Pero, ¿pertenecen a la misma familia las grandes editoriales independientes españolas, alemanas o italianas que facturan más de un millón de euros por año, y un pequeño emprendimiento que suele ir a pérdida? No formar parte de un gran grupo multinacional no parece ser la única variable explicativa para comprender la cuestión.

Si se instala esa confusión es porque independiente es siempre un término relacional. Se es independiente de alguien o de algo. ¿Por dónde pasa la independencia? ¿Por la independencia de criterio, por la propiedad de los medios de producción, por el volumen de publicaciones? El panorama es diverso, y muchas veces encontramos editoriales independientes cuyos catálogos son absolutamente conservadores, tradicionales y poco innovadores, y, a la inversa, islas sumamente interesantes en medio de los catálogos de las grandes editoriales, así como editoriales medianas que funcionan en Argentina –pero que también tienen casas en México o España– cuyo catálogo expresa un rigor intelectual admirable. Es que no siempre independiente significa audacia, riesgo, inconformismo. Y esa es una pieza central del dilema de una editorial independiente: la necesidad de repensar permanentemente el carácter mismo de lo que es ser independiente.

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El auge de las editoriales independientes en esta última década se debió a múltiples causas (entre ellas la devolución post-crisis que abarató los costos, como ocurrió en todo el ámbito de las pymes), pero hay otra razón que vale la pena destacar: el trabajo solitario de dos editoriales independientes: Beatriz Viterbo, en Rosario, y Paradiso, en Buenos Aires. Ellas armaron una tradición sobre la que las demás luego avanzaron. Creadas ambas en 1991, en pleno proceso de concentración económica, es decir, nadando a contracorriente del clima de la época, Beatriz Viterbo –dirigida por Sandra Contreras y Adriana Astutti– y Paradiso –por Américo Cristófalo– expresaron una nueva forma de entender el trabajo editorial, de vincular la literatura con la crítica, de encontrar nuevos escritores y de apostar por sus autores. Y todavía hoy siguen funcionando con éxito, y en sus catálogos se encuentran sólo buenos libros. Alcanza simplemente con mencionar algunos de sus últimos títulos: Escribir en colaboración, de Michel Lafon y Benoît Peeters, un excelente ensayo, en Viterbo; y en Paradiso, Sol artificial, novela en la mejor tradición de la rareza literaria, firmada por J.P. Zooey. En la página web de Viterbo hay una breve definición del tipo de escritura que publican, que debería ser obligatoria para toda editorial independiente o, mejor dicho, para toda buena editorial: “Textos que, aunque no siempre encuentren una rápida inserción en el mercado editorial, son signos de la producción literaria y crítica del momento y tienen por lo tanto un alto impacto en la vida intelectual”.