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La educación siempre espera

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Evaluacion. Como en el 2016 los resultados de Aprender no fueron los mejores. | Cedoc
En una entrevista televisiva efectuada esta semana el ministro del ramo, Alejandro Finocchiaro, enfatizó la necesidad de orientar la educación hacia las posibilidades no desarrolladas de la Argentina, como, por ejemplo, producir especialistas para aprovechar el vasto litoral marítimo. Un par de día antes se había evaluado a 1.200.000 alumnos en 31.300 escuelas de todo el país a través de las pruebas Aprender. Los resultados que este operativo arrojó en 2016 mostraron, entre otras cosas, que el 90% de las escuelas públicas tiene jornadas de cuatro horas (y hay que descontar los tradicionales días de paro docente), que la mitad de los estudiantes secundarios no comprende lo que lee, que siete de cada diez salen de la secundaria sin tener los fundamentos básicos de las matemáticas. En sólo un año no es posible esperar grandes cambios para 2017. Estas y otras cuestiones, como los paupérrimos resultados en Lengua, podrían explicar por qué el gremialismo docente se opone a esta evaluación. También habla de ellos, puesto que los chicos no se educan solos.

Ante el estado de la educación argentina, cabe preguntarse si un camino de salida es, como pareció desprenderse de las entusiastas respuestas del ministro, la formación de especialistas. La insistencia a veces eufórica en conceptos como “conocimiento” y “especialización” cae una y otra vez sobre la educación prometiendo una panacea. ¿Pero es eso lo esencial de la educación? Guillermo Jaim Echeverry, ex rector de la Universidad de Buenos Aires y autor de una obra imprescindible, La tragedia educativa, suele recordar al poeta griego Hesíodo que, en el siglo VII antes de Cristo, decía que educar es ayudar a una persona a ser lo que es capaz de ser.

Y esto es lo que, entre sindicalistas belicosos y funcionarios tecnócratas, nunca termina de aparecer en el centro de la discusión. Agreguémosle la indiferencia de la mayoría de la sociedad (con una masa crítica de padres a la cabeza) por la trascendencia de la educación, y los resultados de las pruebas Aprender, PISA, o las que fuere, pueden cantarse de antemano sin sorprender a nadie. De una manera sutil, la educación, en su real significado e importancia, se convierte así en un derecho humano no atendido y olvidado. Está bien movilizarse por una Justicia mejor. Pero la educación sigue esperando, al margen del marketing oficialista u opositor. Siempre espera.

Transmitir conocimientos es importante, pero antes hay que especificar qué se entiende por conocimiento. Si son habilidades tecnológicas y datos puros y duros referidos a éstas, la apuesta resulta pobre. Con el furor de innovar por innovar, que impulsa una carrera desenfrenada hacia ninguna parte, todo conocimiento es vetusto mientras se lo absorbe. Se sabe mucho, y perecedero, sobre algo y nada sobre mucho e importante. O, por el contrario, conocimiento puede ser, como propone el pedagogo español Ricardo Moreno Castillo (de quien recomiendo Panfleto antipedagógico, De la buena y la mala educación y La conjura de los ignorantes), la transmisión de una cultura filosófica, científica y literaria. Además de valores. Quienes carecen de esto (y no sean provistos por la educación) caerán más fácilmente en especializaciones limitantes o, peor, en fanatismos y sectarismos, como advierte Moreno Castillo.

Mientras por distintas razones los involucrados (padres, funcionarios, docentes) sigan mirando a la educación, cuando la miran, desde un punto de vista utilitario, un manto de incertidumbre permanecerá sobre los adultos de mañana. Más allá de sus roles y funciones (dirigentes, profesionales, trabajadores) serán responsables de la sociedad en la que vivan y de cómo se viva en ella. Generacionalmente, sus recursos serán muy pobres, aunque ellos sean especialistas monotemáticos. Porque, para bien o para mal, los resultados de la educación se expresan en el futuro. Una educación que se oriente sólo a lo útil da ciertos resultados. Una que forme personas da otros. Las sociedades eligen.

*Periodista y escritor.