COLUMNISTAS

La espiral mafiosa

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Aunque la autorreferencia induce a suponer soberbia y pedantería, el último caso de características mafiosas que vive el país –la causa AMIA-Presidencia Cristina Fernández y su trágico desenlace– creo que la justifica. Hace tres años publiqué un libro, La encrucijada argentina: república o país mafioso (Planeta, 2012), cuyo título señala la alternativa y su contenido los fundamentos históricos de semejante opción, que son muchos.

En eso estamos. El suicidio o asesinato de Nisman y sus múltiples incógnitas tienen un especial significado, pero no es esencialmente más grave que todo lo anterior desde que se recuperó la democracia.

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No se trata de olvidar la última dictadura o las anteriores. Tampoco la sucesión de corruptos y autoritarios gobiernos peronistas o la corrupción, agachadas, cambios de camiseta y/o falta de propuestas de la oposición, tanto desde el gobierno como frente a las dictaduras.

Pero en la situación presente se vive, o vivía, en la suposición generalizada de que desde 1983 la sociedad había tomado conciencia de todo
eso y trataba de superarlo.

Se supuso mal. El peronismo menemista fue un canto a la corrupción y el accionar mafioso. El “que se vayan todos”, con todas sus razones detrás, estalló en una democracia que llevaba dos décadas y en las narices de un gobierno radical. Resultó efímero, un puro sobresalto ciudadano, ya que todo siguió igual y, ahora lo vemos, peor.

Hay, sí, una particularidad especial en el caso Nisman. A diferencia de otros de explosiones, suicidios y asesinatos que quedaron sin aclarar o envueltos en sospechas e incertidumbres (http://www.perfil.com/politica/El-pais-de-las-sombras-largas-20150119-0121.html), Nisman investigaba, mejor o peor, un asunto, el de AMIA, que excede el marco local. De hecho, ese asunto puso a Argentina, desde hace dos décadas, en la lista de países no sólo afectados, sino también probablemente involucrados en el terrorismo internacional. Su acusado actual no era un particular, sino el gobierno de la República, desde la propia cúpula del Ejecutivo a los servicios que controla, con algunos nombres y apellidos. Pero el hecho ocurrió veinte años atrás y los gobiernos se sucedieron. En definitiva, acusaba a la política.

Este carácter desató un “todos contra todos” entre el Gobierno, la oposición y los distintos servicios de seguridad. En especial un novedoso strep tease de los de inteligencia, algunas de cuyas actividades secretas y componendas políticas, incluso varios nombres, quedaron al desnudo. Por su parte, los dirigentes políticos, sindicales y sociales de todo pelaje, con las excepciones del caso, volvieron a exhibir su falta de diagnóstico y proposiciones cuando no, como se dice en la calle, el culo sucio por alguna cuestión.

En cuanto al Gobierno, que la Presidenta se refiriese al asunto por Facebook en lugar de plantarse en cadena nacional resulta una metáfora de la actitud de todo el Ejecutivo y del peronismo, que salió a apoyarla luego. Esto, cualquiera sea la opinión que susciten sus declaraciones. ¿Es la Presidenta o una señora charlando con sus amigas del “asunto” Nisman?

El kirchnerismo evolucionó desde una propuesta y ciertas acciones interesantes, en un momento clave, a la corrupción generalizada y el autoritarismo actuales, pasando por el delirio y el esperpento. Peronismo puro. Hoy, está en el punto de tratar de escapar de una eventual Justicia. Y amaga hacerlo apelando a una suerte de ordine nuovo a la criolla (http://www.perfil.com/elobservador/La-inquietante-deriva-K-20131228-0015.html). Peronismo de origen.

Pero algo muy serio y preocupante, porque abarcador, ha quedado ahora al descubierto ante la sociedad. La corrupción política, institucional, corporativa y social, así como la inseguridad y el narcotráfico, con la crisis económica latiendo detrás, afectan a muchos países, pero no en todos alcanzan la dimensión que van tomando en Argentina.

Estamos en fase de la Italia berlusconiana, retrocediendo hacia la anterior, al mani pulite. Pero siendo latinoamericanos, nuestro destino es el de México. A menos que la sociedad reaccione y esta vez persista.

*Periodista y escritor.