La nueva revolución en marcha a partir del crecimiento del uso de recursos de inteligencia artificial (IA) plantea también nuevos desafíos para el ejercicio responsable y ético del periodismo. El Consultorio Ético de la Fundación Gabo –referente indispensable para el abordaje ontológico en este oficio– recibe consultas más que interesantes, que motivan respuestas del mismo tenor.
Un periodista mexicano envió al Consultorio una inquietud acerca de la legitimidad del empleo de recursos de inteligencia artificial para reproducir imágenes sobre sucesos periodísticamente atractivos: “En los medios digitales, el componente visual es muy necesario para lograr captar la atención del público. Para medios pequeños y medianos, obtener imágenes de cada suceso noticioso resulta muy complicado, pues el pagar por ellas en las agencias no es barato. En años recientes, las inteligencias artificiales (IAs) han demostrado una capacidad asombrosa para generar imágenes a partir de las instrucciones de un elemento humano. Ahora, es posible cargar una imagen de agencia a estos softwares y la IA responderá con una imagen muy similar, pero, al ser diferente, no está sujeta a los derechos de autor de la imagen original”. Pregunta el interesado si esto es éticamente aceptable.
Yolanda Ruiz, una de las responsables del Consultorio Ético, respondió con argumentos que son tan válidos para emplear IA sobre imágenes –este caso– como para otras variantes del campo periodístico: “La pregunta nos plantea un debate muy grande que se viene dando en el mundo en torno a los límites éticos que debería tener la inteligencia artificial. Son múltiples y tienen que ver con la veracidad de los contenidos, la responsabilidad de quien los crea, el sesgo que han mostrado los algoritmos al reforzar estereotipos, el impacto social que puedan tener y los derechos de autor”. Ruiz puntualiza que toda vez que sea empleada IA como recurso, será necesario consignarlo en la imagen o en la nota. “Debemos tener en cuenta que una imagen editada, mejorada, matizada por la IA puede llegar a maquillar hechos reales para mostrarlos más allá de lo que en verdad pasó –continúa–. Cuando bebemos de las fuentes primarias de la ética en periodismo una de las máximas fundamentales es no tergiversar los hechos y buscar al máximo publicar la verdad. Eso no significa estar cerrados a nuevas herramientas que permitan mejorar los contenidos, siempre y cuando seamos transparentes en su uso, respetemos derechos de terceros y no distorsionemos la realidad”.
En verdad, el debate sobre la validez de la IA como recurso en este oficio es tan grande que algunos de sus promotores y creadores vienen planteando la necesidad de frenar su expansión por los riesgos que ven en ella, “pero también se descubren todos los días los potenciales inmensos para apoyar y mejorar, en nuestro caso, el trabajo periodístico”. Existe, sí, un claro conflicto de intereses entre los derechos de autor de quien produjo las imágenes (o los textos) que tendrían que ser protegidos por principio y la posibilidad de que medios sin muchos recursos puedan mejorar sus contenidos.
El debate recién comienza.
Rusia-Ucrania. Debo aceptar como parcialmente válido lo que expone el lector Albano en el Correo de hoy. La carta que enviara para la edición del domingo 16 fue omitida en el espacio habitual y comentada por este ombudsman en su columna sin reproducirla íntegramente. La publicación de hoy (ver Correo) pretende subsanar tal omisión.