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La fuerza y la esperanza

Sea para una candidatura o el reposicionamiento de su proyecto, la movida de CFK afronta varias dificultades.

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Y... parece que sí... Cristina Fernández. | Pablo Temes

Cristina se lanzó para algo en el acto de La Plata? ¿Para algún cargo en 2023 o la campaña para recuperar apoyos ciudadanos que se le escaparon y Ella vuelva a ser el liderazgo, que se le fue diluyendo en los últimos tiempos? En este último caso sería una campaña de posicionamiento personal y de su proyecto, más que para una candidatura (la cual, si existiese, no la va a anunciar hasta bastante adelantado el proceso). 

La lógica sería la siguiente: existe un núcleo duro que no importa lo que pase, lo que haga o lo que diga CFK, siempre van a estar con ella. Pero existe algo que fue duro en algún momento, pero por la suma de las circunstancias –el mal andar económico, el desdibujamiento de Alberto, la decisión de Ella de desentenderse del gobierno, la falta de mística, entre otras– hicieron que un segmento muy propio se fue deshilachando. Y por supuesto, en tercer lugar, están los independientes y moderados que creyeron en la solución Alberto–Cristina en 2019. Con una lógica sociológica razonable, este último segmento quedará para ser seducido más adelante, sobre todo si se cumplen las perspectivas de reducción severa de la inflación.

Si la operación de “re seducción” que comenzó este jueves va a dar resultado o no, es casi imposible de saber, porque “los otros también juegan”. Nadie que se precie de líder debería dejar de intentarlo, mucho menos Cristina en un escenario adverso. Lo que sí se puede es poner sobre la mesa pistas de si dicha operación simbólica–comunicacional en esta nueva etapa puede alcanzar los objetivos buscados.

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En primer lugar, el tiempo juega en contra. Cuando un proyecto se desgastó mucho –el kirchnerismo está en esa situación– dar vuelta la adversidad definitivamente es mucho más difícil. Esta no es la situación de 2013, por ejemplo, ni siquiera la de 2015. Desde que se formó Cambiemos hace siete años atrás, las varias versiones de algo que condujo la vicepresidenta perdió tres elecciones sobre cuatro, y si este domingo fuese la presidencial volvería a ser derrotado. Por este trayecto lo único que salió bien fue la fórmula de los Fernández y con viento a favor gracias a la crisis económica de Macri. Fuera de eso, no hubo ninguna idea novedosa, propositiva que lleve el debate hacia la construcción de una nueva mayoría electoral (cosa que sí sucedió en 2009-2011). En todo caso, lo más llamativo es Massa y su intento de ordenar el desorden de la macro.

La segunda cuestión, aun cuando surta efecto la operación “re seducción” tratando de recuperar ex duros, es que se usen argumentos o se adopten conductas que terminen volviendo imposible traer al redil nuevamente a los independiente oscilantes, quienes vienen siendo el fiel de la balanza en la Argentina electoral. Dicho de otro modo, algo de “la fuerza de la esperanza” puede convertirse en un búmeran al final del camino, depende de cómo este confeccionado.

El tercer punto es que la situación socioeconómica no viene bien y todo parece que el clima y el mundo no nos van a traer buenas noticias en 2023. El contexto no juega a favor y entonces lo más probable es que se agudice la tendencia previa de demanda de cambio, lo cual hará difícil romper el techo teórico del proyecto Frente de Todos.

En cuarto término, lo que también luce harto complicado es mostrar que Ella no es responsable de los males que ha generado el poder ejecutivo de la mano de Alberto, por la sencilla razón de que casi no hay sector de la opinión pública que lo crea. El acertijo es: quedarse pegada no puede, pero hacer creer que no lo está es muy difícil, porque además 1) ya pasó mucho tiempo, y 2) existe un pecado original, que es la unción por parte de Ella.

“La fuerza de la esperanza” puede decir mucho o no decir nada (de hecho, es llamativo que CFK misma no haya hecho referencia durante su discurso al título de la convocatoria). Como toda consigna, luego hay que llenarla de contenido político de modo cotidiano para que encarne en la dirigencia, la militancia y llegue a la calle. 

Está claro que la nueva etapa necesita fuerza y esperanza, pero… ¿Cristina tiene la fuerza de antes? La semana pasada algunas pistas dimos en la columna “Acuerdos, no gritos”, respecto a algunas consideraciones negativas en el mundo del poder oficialista. Cuando alguien tiene poder debe hacerlo patente sobre cosas importantes para sí (v.g. dejar claro quién manda siempre), y cosas sustantivas para su público (v.g. la inflación). Solo así se podría hacer que la esperanza sea sustentable. Porque ¿a santo de qué ciudadanos decepcionados podrían volver a creer en un liderazgo y su proyecto? El poder solo para sí termina siendo un activo tóxico, ergo contraproducente.

 Para decirlo en otros términos y haciendo lugar al juego de palabras: para que haya esperanza tiene que haber fuerza. Esperanza por sí sola tiene el común de los mortales, pero se declaran naturalmente impotentes. Pero solo tener fuerza tampoco sirve, como comentamos recién. 

Un elemento adicional nada menor sucedió en el discurso y fue cuando Cristina marcó que “lo único nuevo somos nosotros que cambiamos la Argentina” (habría que ver si eso incluye a todo el oficialismo). Algo de eso ya lo había marcado el propio Máximo durante la semana. En términos comunicacionales lo que el cristinismo trata de hacer es no regalarle “la denominación de origen” del “cambio” a la oposición, de modo de anular su efecto “hipnótico”. Otra tarea también muy compleja, pero que astutamente pega sobre JxC que ya estuvo en el gobierno y no salió indemne.

Este domingo comienza el Mundial y el martes 22 juega Argentina. Si todo saliera excelente hasta el final será un mimo para el alma popular, pero ya sabemos que no bajará la inflación ni aumentará la aprobación de un gobierno alicaído. Si Scaloni logra un resultado súper elogiable –como el de 2014– una vez más nos habremos enterado que un grupo de argentin@s puede conquistar objetivos importantes pese a lo que hagan los dirigentes de referencia en cada estamento.

 

*Consultor político. Ex presidente de Asacop.