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los principios k se agotan en el poder y la caja

La gloriosa Jotapé (ex AFJP)

Cuando la actual Presidenta dijo “La gente votó por lo más serio, por la economía. La transformación económica que se está desarrollando es muy importante.”, el Partido Justicialista ardía y estaba casi tan fracturado como hoy.

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“La gente votó por lo más serio, por la economía. La transformación económica que se está desarrollando es muy importante.”

Cristina Kirchner, 21 de enero de 1996.


Cuando la actual Presidenta dijo lo transcripto más arriba, el Partido Justicialista ardía y estaba casi tan fracturado como hoy.

Carlos Menem había sido reelecto siete meses antes (con el apoyo de los Kirchner, entre tantos otros “compañeros”), previa reforma de la Constitución (con el apoyo de los Kirchner, entre tantos otros “compañeros”), y se preparaba para imponer su re-reelección (sin el apoyo de los Kirchner, entre tantos otros “compañeros”).

Casi todos condenaban la ambición menemista, menos los menemistas puros. Nadie, sin embargo, cuestionaba el éxito rutilante de la convertibilidad.

Cuando la actual Presidenta dijo lo transcripto arriba de todo faltaban apenas seis meses para que Domingo Felipe Cavallo dejara el gobierno de Menem, embanderado en la lucha contra “las mafias enquistadas en el poder”. Había sido el inventor del 1 a 1, aquel milagro sostenido en base a un sinnúmero de privatizaciones que incluyeron la de los fondos jubilatorios.

Las entonces benditas y hoy malditas AFJP nacieron del mismo modo que ahora pueden morir: votadas por el Congreso y envueltas en una pompa discursiva repleta de apelaciones a la militancia y promesas de una generación autoconvocada a cambiar la historia.

Cuando la actual Presidenta dijo lo transcripto al principio de esta columna, su actual secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, era diputado nacional por Neuquén. (Recordemos que además de su actual cargo oficial, Parrilli es el encargado de darles plata a todos los grupos piqueteros y movimientos sociales kirchneristas que detestan a los 90, no así a la billetera del caballero.)

Parrilli venía de hacer un excelente trabajo en la Cámara baja, como miembro relator del bloque del PJ para la emblemática privatización de YPF. Había dicho cosas como la que se transcribe a continuación:

“No estamos arrepentidos de lo que fuimos, no sentimos vergüenza de lo que somos y tampoco venimos a pedir disculpas por lo que estamos haciendo. Nos hacemos presentes en esta sesión con la firme convicción de que estamos dando los pasos que la sociedad argentina y el mundo nos están exigiendo para lograr la transformación de nuestro país.”

Tantos aplausos había cosechado Parrilli aquella vez, que, como quien grita “otra, otra, otra...” en uno de los actuales recitales nac&pop en el Salón Blanco de la Casa Rosada, el bloque también le pidió que defendiera con idéntico énfasis el pase de los fondos jubilatorios a las aún inexistentes AFJP. Dijo el ya calvo Oscarcito:

“Hemos asumido la responsabilidad histórica de desactivar definitivamente esta bomba de tiempo. Y lo hacemos con orgullo y convicción. Estamos absolutamente convencidos de que la reforma estructural del sistema de previsión obedece a los claros principios de nuestra doctrina política.”

Cuando la actual Presidenta dijo lo transcripto al inicio, ella y su marido habían sacado boletos de ida del menemismo. También habían hecho excelentes migas con Cavallo, a quien apoyarían en futuros experimentos electorales, incluso sumando a las listas del Mingo a Alberto Fernández, ahora ex jefe de Gabinete y cabeza más visible del kirchnerismo en la Capital Federal.

La amistad de los Kirchner con Cavallo se había fogoneado gracias a los frecuentes viajes a Río Gallegos de uno de los principales operadores cavallistas de entonces, Juan Carlos “Chueco” Mazzón, quien ya había cumplido similares funciones para José Luis Manzano y ahora las cumple para los Kirchner, desde un cargo formal (y oscuro) en Balcarce 50: es el coordinador general de Asuntos Políticos Institucionales de la Unidad Presidente. Un monje negro, en fin.

Cuando Cristina aún no era casi nadie y dijo lo transcripto en las primeras líneas, también dijo lo que sigue: “Hay que acabar con la hipocresía en la política. Una cosa es respetar las formas y otra, tener actitudes hipócritas”.

La Presidenta que reivindica todos los días su paso por la gloriosa Jotapé en los 70 militó con igual vehemencia para las AFJP junto al papá de las AFJP en los 90.

Pero claro: los hipócritas siempre son los otros.