COLUMNISTAS
la perdida de poder fue lo que impulso el adelantamiento de las elecciones

La hemorragia detrás de la decisión

¿Quién dijo esto la semana pasada? (acertijo para programa tipo Televisión Registrada): “¿Por qué adelantan tanto las elecciones? ¿La burocracia política tiene miedo de perder?”.

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¿Quién dijo esto la semana pasada? (acertijo para programa tipo Televisión Registrada): “¿Por qué adelantan tanto las elecciones? ¿La burocracia política tiene miedo de perder?”.

No hace falta ser Funes el memorioso para contestar: Néstor Carlos Kirchner durante el cierre de campaña en Catamarca. Lo hizo a los gritos, desencajado por la poca concurrencia al acto y palpitando el resultado adverso. Este blooper alcanzaría para demostrar la certera caracterización que hizo el ex ministro de Economía Martín Lousteau del estilo de gobierno de los presidentes Kirchner: “Dos personas toman decisiones trascendentes en 15 minutos y entre cuatro paredes”. Tanto el gobernador Jorge Capitanich como el presidente provisional del Senado, Jose Pampuro, no tuvieron empacho en confesar que “el disparador de la idea de adelantar las elecciones nacionales” para el 28 de junio fue el anuncio en ese sentido de Mauricio Macri, que había ocurrido hacía menos de 24 horas.

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Una cosa es la sorpresa y la celeridad, que siempre son bienvenidas para conducir en política, y otra cosa es la irresponsabilidad de pegar volantazos en medio de la ruta para huir hacia adelante. Absolutamente en todos los actos que Néstor Kirchner presidió durante este año en el Conurbano bonaerense se repitió el mismo paso de comedia. El intendente anfitrión, en su discurso de telonero, casi le rogaba a Néstor que encabezara la lista de candidatos a diputados por Buenos Aires. Había aplausos de la muchachada, cánticos futboleros, olé, olé, Néstor, Néstor y ovación final. Después subía Néstor y desde el atril les agradecía con un reto de mentirita para la tribuna: “Gracias, gracias, pero estos no son momentos de pensar en candidaturas. Falta mucho para octubre. Que se preocupen por eso los de la alianza residual... nosotros tenemos que apoyar con todas nuestras fuerzas a Cristina y gobernar para el pueblo en medio de esta crisis”.

¿Qué pasó? ¿Qué cambió para que los Kirchner sacaran de su galera este conejo chamuscado del adelantamiento electoral? ¿Cuáles son los objetivos de la convocatoria apuradísima?

1) La hemorragia de poder político que están padeciendo cotidianamente. Todos los días se les va un diputado o un senador por derecha o por izquierda; todos los días descubren que los intendentes bonaerenses juegan a dos puntas por las dudas y les ponen unas fichitas a los peronistas disidentes. Hasta gobernadores hiperkirchneristas como el tucumano Jose Alperovich estaban tomando distancia de Néstor y Cristina o seguían defendiendo la baja de las retenciones y el complejo agroindustrial de Córdoba (el caso de Juan Schiaretti, que se comió una silbatina que seguramente tenía destinatarios patagónicos).

2) Adelantarse al tsunami financiero global que todavía no impactó de lleno en estas costas. El horizonte económico hasta octubre es de malísimas noticias, de desplome de la recaudación en un año con muchas deudas por pagar, de caída del consumo, de aumento de la desocupación y de posibles conflictos sociales de envergadura.

3) Tratar de disimular su fragilidad política y re-legitimarse en las urnas para recuperar la suficiente autoridad real que les permita poner en caja al campo para seguir haciendo caja, aprobar la nueva Ley de Radiodifusión y completar su control de la mayor candidad de medios posibles y anticiparse a la caldera social de la inseguridad que cada minuto tiene más presión.

4) Evitar la agonía de perder una elección todas las semanas y algunos papelones como el que podía hacer en la Ciudad de Buenos Aires, donde las encuestas lo ubican en el cuarto lugar en el mejor de los escenarios. Y de paso le dan menos tiempo a la oposición para que se organice.

Es una jugada del manual kirchnerista. Redoblar la apuesta. Jugar al todo o nada. Lo novedoso es que esta vez no pueden ocultar una desesperación que popularmente se conoce como “manotazo de ahogado”. Ni los anuncios de todos los días a toda hora de la Presidenta lograron marcar la agenda o recuperar la iniciativa. Fue tan grande el daño que le produjo la paliza del campo el año pasado que el Gobierno sentía cómo le iban arrancando lentamente pedazos de poder político. Como dicen los que saben gobernar: dar órdenes es fácil. Lo difícil es que se cumplan y que luego se verifiquen como positivas en la práctica.

Los pedidos de actitudes patrióticas de Cristina no les resultan creíbles a dirigentes políticos o agropecuarios que todavía tienen heridas muy profundas que aún no han suturado y que les produjo el mariscal de la derrota, Néstor Kirchner. Aquellas ametralladora de acusaciones de traidores-golpistas-oligarcas-alianza residual-huyeron en helicóptero-comandos civiles-grupos de tareas que diseminó con odio fracturó al país en lo que sin dudas será la herencia más maldita que nos dejen.

El tristemente célebre gesto de pasar a degüello a los que están del otro lado que le hizo Guillermo Moreno a Martín Lousteau lo dice todo. “Estamos aturdidos por la fuerza paralizante de la fragmentación”, fue el diagnóstico filosófico certero de Santiago Kovadloff.

En política no funciona la lógica de los maridos golpeadores que despues de castigar ferozmente a su esposa le piden ayuda y mil veces perdón. Las personas con dignidad que se respetan a sí mismas no olvidan así nomás las humillaciones seriales. Por eso Julio Cobos manifestó su rechazo al proyecto de ley que Cristina enviará el lunes.

Sostiene que ya mismo hay que convocar al diálogo amplio con todos los sectores para darle previsibilidad al país y fortalecer la seguridad jurídica. Este espasmo kirchnerista fomenta todo lo contrario. Por eso Felipe Solá habló de que los argumentos del Gobierno no son creíbles y que “si no hay lista única nos exponemos al fraude y habilitamos una jugada peligrosa para la calidad institucional”. El ex gobernador bonaerense, rodeado entre otros por el diputado Jorge Sarghini, dijo que esta movida “suena a fuerte decadencia” del Gobierno y de paso mostró la fractura expuesta –por ahora en este solo tema– con Francisco de Narváez. Sin ponerse colorado, el diputado mas elegante se apuró a dar su apoyo a la iniciativa K pensando en su interés personal de aprovechar la buena imagen y el prestigio de Gabriela Michetti en una elección unificada. No es el primer chisporroteo entre ambos. En el tema combate a la inseguridad parecen el agua y el aceite. Uno expresa el pensamiento mano recontra dura tipo Patti o Ruckauf y el otro tuvo como ministro a León Arslanian. Por eso Felipe le dijo que “si no puede manejar su propio canal... cómo va a manejar la provincia”. La unidad pende de un hilo. Sólo los une el espanto a Kirchner. Tal vez los Kirchner evalúen como un logro esta fisura y la que también se produjo entre el macrismo y la convergencia entre el radicalismo y la coalición cívica. De hecho, C5N e Infobae titularon toda la tarde: “La oposición también avala la decisión de adelantar las elecciones y votará a favor”. Pero seguír abriendo brechas por todos lados es como colocar minas en el terreno de la democracia.

Es cierto lo que dicen Solá y Cobos respecto de la poca credibilidad de los argumentos y de que se podría haber convocado al diálogo para encarrillar la crisis en una política de Estado. Por lo pronto no es verdad lo que repite Cristina sobre la crisis del mundo por lo menos dos veces por día en las señales de noticias y en los medios que integran por amistad, negocios o complicidad el “Grupo Kirchner”. Ella dice que “estabamos creciendo cuando se nos cayó el mundo encima”. Según Roberto Lavagna, las penurias que se vienen son “un 65% responsabilidades propias de los Kirchner, un 25% por la crisis internacional y un 10% por la sequía”. No es solamente porque el mundo se cae a pedazos sobre nuestras cabezas. “No se crean puestos de trabajo desde hace un año y estamos en recesión desde el año pasado. A mediados del 2006 el Gobierno destruyó su fortaleza fiscal para alimentar su orgía reeleccionista.” Palabras de un ex ministro de Economía, padre del modelo productivo, que no tiene problemas en decir que Kirchner “cree que sabe de economía pero no sabe. El Gobierno dejó de ser progresista desde el día en que decidió ocultar más de dos millones de pobres”.

Tal vez por su oficio de periodista o porque ella combatió de verdad en los 70 y porque tiene dos hermanos desaparecidos de la Juventud Peronista que se llamaban Néstor y Cristina como la pareja presidencial, la diputada cordobesa Norma Morandini definió con precisión quirúrgica la situación: “Dice un anónimo jurídico que las constituciones son los chalecos de fuerza que se ponen las sociedades encima en tiempos de lucidez para evitar suicidarse en tiempos de locura. Los argumentos del Gobierno son extorsivos”.

Cristina lo planteó en Chubut: “Sería suicida estar en elecciones permanentes”. Es que el Gobierno fue solito a una encerrona. Quedó atrapado y sin salida y tuvo que salir por arriba. Jugarse el resto a un pleno como si las instituciones fueran una ruleta. Si les sale bien y ganan en junio, vuelven fortalecidos al centro del ring para seguir peleando hasta 2011. Sería barajar y dar de nuevo. Pero ¿qué pasa si les sale mal y reciben un voto castigo importante como lo anticipan muchas encuestas? Por eso Gerardo Morales, titular del radicalismo, habla de que “tiraron del mantel y rompieron las reglas porque se asustaron por el resultado de Catamarca y nos llevan a la locura”. El Congreso quedaría muy debilitado porque los nuevos legisladores elegidos en junio recién asumirían en diciembre. Y Cristina Fernández estaría obligada a hacer una suerte de gobierno de amplia coalición democrática para afrontar la emergencia y cumplir, tal como todos necesitamos, con los mandatos constitucionales. Ojalá nadie recuerde el intento de renuncia de la fatídica noche del voto no positivo. La irresponsabilidad y la cobardía son los peores pecados. Sobre todo si vienen de los que mandan.