Las imágenes de los dirigentes y de las instituciones cambian todo el tiempo. Los políticos y gobernantes quisieran mejorar su imagen pero muchas veces carecen de la preparación necesaria para entender el problema, y las variaciones ocurren sin control.
Entre los antiguos políticos está difundida la idea del complot y del pecado. Creen que tienen mala imagen porque son buenos, pero hay un complot de los pecadores para fastidiarlos, pero las cosas son mucho más sencillas. Los expertos que estudian profesionalmente el tema de la imagen pueden averiguar las razones por las que se dan esas variaciones, armar una estrategia que las controle y logre que estén mejor en las fechas en que esto sea necesario. Para eso se deben hacer estudios cualitativos, cuantitativos, medir variables, comparar esos datos con los de otros casos ocurridos en el mismo país o en otros, y aconsejar determinadas acciones. Cuando los consultores tienen cierto nivel académico, pueden sacar conclusiones para formular teorías generales que se discuten y enseñan en las universidades y a veces terminan traducidas a libros.
En las últimas semanas hemos realizado diagnósticos políticos en varios países de la región que hasta marzo terminarán siendo diez. Los documentos de diagnóstico que escribimos son la base para conversar con mandatarios o líderes de primer nivel en reuniones donde aprendemos mucho de su experiencia. En este año nuestro grupo tendrá la batería de datos más importante que haya existido para realizar estudios comparados sobre estos temas. Es difícil que una institución académica pueda aplicar encuestas y estudios cualitativos de esta magnitud al mismo tiempo.
Uno de los temas recurrentes en este trabajo es el de la imagen de los dirigentes, de sus partidos, la evaluación de sus gobiernos, de sus instituciones. Buscamos información objetivamente para que el Presidente o los políticos con los que dialogamos sepan cuál es su situación y discutan la sugerencias que hacemos para orientar su futuro trabajo.
En todos estos países y de acuerdo con informaciones que obtenemos de fuentes fiables de otros, existe una crisis de imagen profunda que afecta a casi todos los gobiernos y mandatarios, con la excepción de Mauricio Macri en Argentina y Lenin Moreno en Ecuador. No tenemos mediciones acerca del nuevo presidente chileno, Sebastián Piñera. Michael Temer tiene el récord de impopularidad de la historia, con un 5% de aceptación, seguido de PPK en Perú con menos del 10% de aceptación, y casi todos los demás presidentes apenas se acercan al 20% de apoyo.
En cuanto a la mayoría de los candidatos a la presidencia de los países estudiados, la situación es semejante. En cuatro de ellos todos tienen un saldo negativo de imagen, incluso quienes van a ganar las próximas elecciones. Los ciudadanos tendrán que escoger un nuevo presidente entre candidatos a los que rechazan y los nuevos mandatarios asumirán el poder con problemas. Por estudios que realizamos anteriormente en algunos de estos países, sabemos que nunca sus dirigentes estuvieron tan mal evaluados.
El mundo cambió de manera radical. La mayoría de los dirigentes anticuados, sea cual sea su edad, no logran entender lo que pasó y quieren seguir manejándose como en el siglo pasado. Se acabó la sociedad vertical en la que alguien se creía dueño de la verdad y salía por las calles a predicar. En la época de la internet todos creen que saben mucho, hacen preguntas a los dirigentes, quieren respuestas inmediatas. La única forma de hacer política en este mundo es usar herramientas científicas, pero la mayoría de políticos no tienen la preparación necesaria para hacerlo. Estamos intentando armar un programa de alto nivel, con el apoyo de varios gobiernos de la región, para preparar a una nueva generación de políticos que puedan hacerlo, más allá de sus ideologías.
Llama la atención el rechazo a los partidos políticos. En varios países de la región simplemente se extinguieron o se convirtieron en clubes de añoranzas del pasado, incapaces de pensar en los nuevos desafíos de la humanidad. En otros subsisten como maquinarias clientelares que ayudan a organizar las campañas electorales, vaciados de sus contenidos ideológicos y por lo general con una imagen asociada a la corrupción. En todos los casos han perdido la comunicación con la mayoría de la población que los rechaza. Una gran tarea para fortalecer la democracia es ayudarlos para que puedan pensar los problemas del siglo XXI desde las inquietudes de la gente normal.
El caso de la imagen de los gobiernos es dramático, las cifras de rechazo son enormes, con la excepción de Argentina y Ecuador. Objetivamente existen diferencias: algunos han realizado una obra importante, otros una mediocre y otros han sido un fracaso, pero desde el punto de vista de la imagen hay pocas diferencias. Todos están mal evaluados como fruto de esta reacción general en contra de la vieja política y sus formas de comunicación.
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.