Esta semana se conocieron las primeras cifras de inflación del nuevo Indec, luego de casi una década de manipulaciones. Esta noticia es bienvenida, sobre todo, por lo que significa en el plano político ya que supone dejar atrás una etapa de nuestras estadísticas que no fue digna de la democracia. La noticia es también un paso adelante en el plano económico estructural ya que es imposible avanzar en un programa de estabilización sin mediciones fiables.
Claro que con el sinceramiento de las estadísticas, lo que se conoció genera inquietud. La inflación de mayo fue definitivamente alta: 4,2%. Esto implica que la economía sigue pagando el intento que viene realizando el Gobierno de corregir la estructura de precios relativos, como el tipo de cambio real, las tarifas de gas, electricidad y transporte. En realidad, y a la vista de los guarismos, podríamos inferir que las autoridades han concentrado los esfuerzos en corregir los precios relativos más que en desacelerar la inflación.
En este escenario, el Banco Central restringió la oferta de dinero con la idea de que los precios deben adaptarse a la evolución de la oferta monetaria. Pero esto aún no ocurrió, determinando que habrá menos dinero para desembolsar. Si el Estado sigue gastando, el sector privado debe restringirse y, cuando esto ocurre, el nivel de actividad y el empleo no evolucionan. El Gobierno ha realizado avances importantes para reactivar la inversión pero, con una política monetaria restrictiva y una fiscal expansiva, la tarea no es sencilla.
Un problema adicional que reveló el Indice es que los segmentos de mayores aumentos fueron transporte (5,6%), vivienda (5,2%), alimentos y bebidas (3,7%), educación (3,2%) e indumentaria (2,3%). Estos rubros afectan significativamente a la población con menor poder adquisitivo. Esto se va a revertir con las paritarias pero es cierto que más de un tercio de la oferta laboral no tiene ese resguardo y en una negociación débil los salarios no suben al compás de los precios. Es por esto que es importante la implementación de programas de protección.
Así, para continuar con la agenda de medidas que apuntan a estabilizar la macro, el Gobierno debe afianzar la gobernabilidad, y esto se traduce en balancear los costos de las medidas correctivas que adopta de manera gradual (como la adecuación tarifaria) pero que tienen efecto de shock en la población. En este marco, el Ejecutivo definió iniciativas generando una red de contención social que implica un aumento del 1,8% del PBI y una erogación de 8 mil millones de dólares.
¿Es posible reducir la inflación con instrumentos monetarios y sin atacar de manera decidida el déficit fiscal? Sí, siempre que se logre financiar el desequilibro con colocación de deuda o mediante instrumentos como el blanqueo. Pero en ese caso, el crecimiento y la generación de empleo no tendrían el impulso que se anhela. La razón es que no hay tanto lugar para la expansión privada ya que el Gobierno no se achicó para dejar espacio a otros jugadores. En esas condiciones, se deberá apuntalar la obra pública como elemento de reactivación e incentivo a la demanda de mano de obra. Y ello es bienvenido ya que el empleo está estancado y falta infraestructura. Por un tiempo se crecería con inflación más baja, pero esa recuperación podría ser frágil. Sería una expansión en una economía poco competitiva y Argentina no puede crecer de manera sostenida sin competitividad.
Pero la verdadera dificultad es que Brasil no crece, y es allí adonde enviábamos buena parte de las exportaciones industriales. Necesitamos mercados alternativos y, si no enfrentamos eso, la dinámica del empleo seguirá sin reaccionar. El presidente está haciendo el esfuerzo de abrir el frente del Pacífico, y se trata de una iniciativa valiosa. Pero justamente el Pacífico son las grandes ligas, y para jugar en ellas deberíamos entrenar fuerte.
Las condiciones políticas pueden determinar que una estrategia económica incorpore modificaciones tácticas en el corto plazo. Pero Argentina se ha perdido tantas veces en los caminos del corto plazo que siempre es bueno estar alerta. Incluso cuando parece que no hace falta
*Director de Abeceb. Ex secretario de Industria, Comercio y Minería de la Nación.