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OPINIÓN

La ingenuidad en Cambiemos

La tensión de Monzó y Lousteau dentro de Cambiemos muestra también la centralidad que continúa teniendo el peronismo a pesar de su proceso de desintegración.

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DOS ALAS para “democratizar” Cambiemos: del PJ y la UCR. | Cedoc Perfil

“En el poder, los peronistas son astutos y los no peronistas, ingenuos”. “Los peronistas disfrutan ejerciendo el gobierno, los no peronistas lo sufren”. Estas creencias se cristalizaron durante la fallida presidencia de De la Rúa, convirtiendo la palabra “helicóptero” en un significante del destino de fracaso que espera a aquellos gobiernos que no cuentan con la mayoría peronista. Y recuperó actualidad desde la semana anterior, a partir de la aprobación en Diputados del proyecto de la oposición sobre la modificación del impuesto a las Ganancias, que obligó a Macri a negociar con más debilidad su propio proyecto. Ingenuidad del Gobierno agravada por producirse en una sesión extraordinaria donde sólo el Ejecutivo tiene la posibilidad de enviar proyectos.

La peyorativa calificación de Massa como “ventajita” que lanzó Macri buscando resignificar la “astucia” peronista, de los que tienen calle, como una capacidad subalterna, de corto vuelo y que asocia al rápido con el superficial, sumado al daño que le pudiera haber producido a Massa mostrarse juntando voluntades con los kirchneristas para votar Ganancias, siempre fue menor que el daño que sufrió el Gobierno.

Porque la sola posibilidad de que Macri y Marcos Peña pudieran ser ingenuos ataca el principal motor del Gobierno, que es la esperanza de que sean exitosos en el futuro cuando aún no pudieron mostrar logros suficientes. La sospecha de ingenuidad es un virus mortal para cualquier gobierno no peronista, pero en el caso de Macri podría tener otra interpretación.

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La ingenuidad es la enfermedad mortal de gobiernos no peronistas. Quizá Macri sea más testarudo que ingenio.

El célebre psiquiatra Abraham Maslow sostenía que las personas que lograban más realizaciones tenían formas de ingenuidad que él llamaba “regresión al servicio del ego”, que les permitían tanto perseguir grandes realizaciones como planear caminos creativos para alcanzarlas.

Esas personas, en sus palabras, “son al mismo tiempo infantiles (...) una inspiración de una gran creatividad deriva de una regresión saludable, una separación temporal del mundo real”.

Esa ingenuidad soñadora sería fuente de grandes aspiraciones y la asertividad infantil resultante, casi caprichosa, podría no ser una debilidad sino una fortaleza en cierto tipo de personas. Si así fuera, en el caso de Macri llevándolo a perseverar en sus ideas, desoyendo las recomendaciones de quienes tienen los conocimientos prácticos del Gobierno como, para bien y para mal, nombrar jueces de la Corte Suprema en comisión, enviando a sesiones extraordinarias un proyecto sin mayorías parlamentarias pero también no haciendo un pacto electoral con Massa el año pasado. Quizá Macri sea más testarudo que ingenuo, algo que sus oponentes no alcancen a percibir.

Un buen ejemplo es el de Monzó y Lousteau; en esta edición, este último es el protagonista del reportaje largo. A pesar de sus diferencias, ambos comparten un objetivo común: que haya internas –en el caso del primero, dentro del PRO, y en el caso del segundo, dentro de Cambiemos– que permitan dirimir la herencia política de Macri no de forma monárquica, como pareciera ser actualmente, donde sólo podrían sucederlo sus hijos políticos, Rodríguez Larreta o Vidal.

Monzó lo propone tratando de sumar peronistas al PRO para generar una corriente interna que dispute en las PASO futuras candidaturas y cargos. Lousteau lo plantea desde el no peronismo y al nivel de Cambiemos tratando de que su partido, ECO, se transforme en el ariete del radicalismo para disputarle ganadoramente internas al PRO dentro de Cambiemos.

Lo que Monzó y Lousteau probablemente no perciban (o no quieran percibir) correctamente es que en sus eventuales futuras contiendas con Vidal y Rodríguez Larreta, por la provincia de Buenos Aires en el caso de Monzó y por la Ciudad de Buenos Aires en el caso de Lousteau, en realidad estarán compitiendo con el propio Macri al disputarle la forma en que él quiere organizar su herencia política.

Macri es lo que en los animales sociales se denomina un macho alfa, que se diferencia del resto de la manada por recibir reverencias, caminar primero en una procesión, y ser el primero en comer y en procrear. Así como no puede haber dos machos alfa en una manada, también se hace dificultoso en los grupos humanos. Los impedimentos de Tinelli para presidir la AFA son otro ejemplo del ejercicio del poder de Macri y la compleja convivencia de dos machos alfa vecinos.

La tensión siempre gira en torno al peronismo: Monzó sumándolo al PRO y Lousteau como voz del no peronismo.

Volviendo a la política, se podría decir que Lousteau y Monzó serían ingenuos si no percibieran que no habrá forma de ganarles a Rodríguez Larreta y a Vidal sin que Macri pierda, por lo que será difícil que lo logren dentro de Cambiemos.

La experiencia electoral demuestra que, a nivel nacional, la mayor parte de la población tiende a votar por candidatos filoperonistas y en menor proporción por candidatos no peronistas, haciendo la situación de Lousteau más compleja porque una fractura del panperonismo igual podría aspirar a ser primera minoría (Monzó), mientras que una fractura del no peronismo no tendría escala como para aspirar a ser alternativa de gobierno nacional (Lousteau) aunque sí de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los pocos distritos donde el panperonismo es tradicionalmente minoría.

La tensión de Monzó y Lousteau dentro de Cambiemos muestra también la centralidad que continúa teniendo el peronismo a pesar de su proceso de desintegración. El conflicto de Monzó es por incorporar peronistas al PRO y el de Lousteau por la competencia del espacio no peronista. En ambos casos, el peronismo, a favor o en contra, es el límite ordenador.

Probablemente las categorías políticas que hoy trazan las fronteras sean, además de arcaicas, meros camuflajes de categorías más somatotónicas donde, como en la etología, hay macho alfa, beta y omega pero no de derecha o de izquierda, ni peronista o no peronista.