La creación de institutos de investigación de políticas –think tanks– en los partidos es una buena noticia para la democracia argentina. Son foros donde confluyen la política y la academia, para pensar y debatir políticas de gobierno. Allí, los equipos diseñan estrategias para el Estado a partir de sus propias investigaciones, ideologías y experiencias.
Estos “tanques de pensamiento” son una tradición en numerosas democracias del mundo. En Alemania, están las fundaciones Friedrich Ebert, del Partido Socialdemócrata, y Konrad Adenauer, de la Unidad Social Cristiana. En Estados Unidos, el Instituto Brookings impulsa principios de los demócratas, aunque con independencia del partido.
En Chile, la Fundación Futuro acompaña al presidente Sebastián Piñera como lo hizo la Fundación Chile 21 con la Concertación. Y la Fundación Perseu Abramo lo hace con el gobierno del Partido de los Trabajadores en Brasil. Esos institutos reúnen cuadros técnico-políticos que aportan investigación y evidencia para fundamentar los proyectos y decisiones de gobierno. En Colombia, la Academia del Pensamiento Conservador y Humanista apoya al gobierno de Juan Manuel Santos, mientras que en Uruguay la Fundación Líder Seregni hace lo propio con José Mujica.
En la Argentina, las elecciones de 2011 aceleraron la puesta en marcha de numerosos institutos partidarios o vinculados con algún actor político. Los candidatos impulsaron centros como Gestar (del Frente para la Victoria); el Instituto Radical de Políticas Públicas; el Movimiento Productivo Argentino y Unidos del Sud, del Peronismo Federal; el Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Social e Institucional de la Coalición Cívica; el Consejo para el Desarrollo Argentino, de Julio Cobos; la Fundación Pensar, de PRO; el Instituto de Estudios para una Nueva Generación, del GEN; la Fundación Nuevo Encuentro y el Centro de Estudios Municipales y Provinciales, del Socialismo.
A diferencia de think tanks apartidarios como Cippec, que diseña e implementa políticas públicas en todos los niveles del Estado y genera análisis y bienes públicos que pone a disposición de todos los gobiernos independientemente de su signo ideológico, estos institutos dan contenido programático a los principales partidos del país.
La sociedad se beneficia porque aumentan la información y el análisis que cada partido tiene sobre los problemas del país, y porque los think tanks, si son verdaderos centros de investigación aplicada, dan transparencia y previsibilidad a las acciones de gobierno.
El éxito de estas iniciativas depende de su capacidad para articular un programa de gobierno que sobrepase la producción sectorial. La campaña lleva a los candidatos a nuclear diversos referentes por sector y dejar para el día después la coordinación de estas visiones en un programa de gobierno integral. El segundo desafío es alcanzar mensajes profundos y menos generalistas (aunque no necesariamente menos “marketineros”) que las tradicionales plataformas partidarias. Finalmente, estas instituciones deben lograr sobrevivir en el partido y cumplir un rol de “gobierno en la sombra” pasada la elección.
Ante las elecciones de 2011, y en el contexto de atomización del sistema de partidos, estos institutos son fundamentales para promover un debate político que identifique quién es quién y consolide proyectos de país a largo plazo. Desde Cippec celebramos esto y aspiramos a entablar un diálogo maduro sobre las políticas públicas que la Argentina demanda para retomar la senda del crecimiento y la equidad.
*Director ejecutivo de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).