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desperfectos

La máquina indiferente

¡Y ya se nos descompuso! Disculpe usté que siga con la misma cosa, pero es que el tema me trae muy de la cabeza. Confiese que no es para menos. Al final, ¿qué es este LHC? ¿Un electrodoméstico cualquiera? La cosa es que la Máquina de Dios se descompuso.

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¡Y ya se nos descompuso! Disculpe usté que siga con la misma cosa, pero es que el tema me trae muy de la cabeza. Confiese que no es para menos. Al final, ¿qué es este LHC? ¿Un electrodoméstico cualquiera? Aia, ché, se me descompuso la heladera que acababa de comprar, menos mal que todavía está en garantía. Se le habrá aflojado algún tornillo, digo yo, y hasta los aparatos, por sofisticados que sean, deben tener tornillos. La cosa es que la Máquina de Dios se descompuso. Dada su misión, una puede empezar a preguntarse si Dios también se descompone, de vez en cuando. Una de dos: o no se descompone, en cuyo caso no hay nada qué decir; o sí se descompone, en cuyo caso cabe preguntarnos en qué ocasiones se descompuso. Claro, una tiende a pensar en las grandes guerras, las espantosas hambrunas, los genocidios, las pestes. Pero ¿quién puede asegurar que nuestra lógica corresponda a la lógica de Dios? Borges hablaba de un dios indiferente, idea a la que adhiero con fervor cada vez que abro el diario a la mañana. Pero puede también haber un dios casual: tal vez le interese más el destino de una hormiga en un cantero de mi jardín (“Había una vez en la arena una hormiguita perdida que se murió”) que el destino de eso llamado humanidad.

En cuyo caso estamos fritas, y eso de solas y solos no corresponde a un grupito de personas acá y acullá, sino a todos y cada uno de los habitantes de este mundo. El destino en flor, vamos. Pero flores negras, como las de Elvira Ríos, y que me comprendan quienes andamos por las décadas altas de la vida. La cuestión con la que empecé estas líneas es también preocupante: la máquina no anda. Porque no me creo eso de que dejó de funcionar para que le arreglaran lo del tornillito o la pantalla. Dejó de andar porque es posible que ya nunca ande. Y también es posible que todos los que están en el ajo supieran desde hace rato que no anda y que nunca va a andar. Bueno, y a mí que me importa. Yo no soy indiferente: prefiero que la máquina no ande y que pequeños (guerras, hambre) problemas se arreglen. ¿Usté es indiferente? Ojo con lo que contesta. Mire que hay un Dios y Su máquina que depende de su respuesta.