COLUMNISTAS
EL MOMENTO DE INDEPENDIENTE

La mentira tiene patas cortas

El plantel de Independiente estuvo de vacaciones hasta el 7 de julio pasado; ese día emprendió una gira por los Estados Unidos a la que su técnico, Claudio Borghi, no fue por la fobia que les tiene a los aviones. En su lugar fue su ayudante, Cristian Saavedra. De los refuerzos, sólo viajaron Leonel Ríos y Emanuel Centurión. A Pablo Vitti y Gastón Machín, que sí fueron, a la vuelta les dieron salida. Debe ser la primera vez que un club de la jerarquía internacional que tuvo Independiente encara una gira sin técnico, sin presidente y sin capitán.

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El plantel de Independiente estuvo de vacaciones hasta el 7 de julio pasado; ese día emprendió una gira por los Estados Unidos a la que su técnico, Claudio Borghi, no fue por la fobia que les tiene a los aviones. En su lugar fue su ayudante, Cristian Saavedra. De los refuerzos, sólo viajaron Leonel Ríos y Emanuel Centurión. A Pablo Vitti y Gastón Machín, que sí fueron, a la vuelta les dieron salida. Debe ser la primera vez que un club de la jerarquía internacional que tuvo Independiente encara una gira sin técnico, sin presidente y sin capitán. Montenegro dijo que no viajó porque le aconsejaron que “descansara acá”. Ese día, el 7 de julio, Boca, River y San Lorenzo comenzaron sus pretemporadas. Racing lo hizo el 10.
Los titulares de Independiente, mientras tanto, seguían ociosos. Leonel Núñez recién daba una señal de querer venir al Rojo: “Me pone contento que un técnico como Borghi me quiera”, comentaba. El 11 de julio, los diarios anunciaron la llegada de un nuevo refuerzo, Angel Puertas, zaguero de Huracán. Ya habían llegado Federico Higuaín, Gandín y los mencionados Ríos y Centurión. De entrenamiento, ni hablar. Todos de vacaciones y un grupo B jugando partidos impresentables en Estados Unidos por un cachet miserable de 150 mil dólares, a repartir. Miserable, si tenemos en cuenta que es la misma institución que en el lapso de dos años vendió a Agüero, Ustari y Denis en cifras astronómicas. En otros tiempos, por esa plata ni atendían el teléfono en avenida Mitre 470.
El 19 de julio, el Lokomotiv ruso devolvió a Carlos Matheu por una supuesta lesión. San Lorenzo perdía a D’Alessandro, Racing tenía a sus jugadores en huelga, Ahumada arreglaba su situación con River, y Boca estaba meta y meta con su pretemporada VIP en Washington D.C. De Independiente, no más noticias que la de Matheu.
El 20 de julio se arregló la incorporación del Gordo Núñez como sucesor de Denis. El 21, por fin, a 14 días de distancia de Boca, River y San Lorenzo y a 11 de Racing, Independiente se puso a trabajar.
Es raro que un equipo a punto de comenzar un torneo internacional un 5 de agosto, vuelva al trabajo apenas dos semanas antes. O sea: se supone que comienza la pretemporada y que en pretemporada los jugadores están “duros” (que lo están) y “poco amigos de la pelota” (que también lo están). ¿En dos semanas van a estar “blandos” y se van a tutear con la pelota?
El 5 de agosto Independiente venció 2-1 a Estudiantes con un gol sobre la hora de Gandín, por la Sudamericana. Hizo un buen primer tiempo que los jugadores, el DT y el presidente exageraron. Por ejemplo, Bor-ghi dijo: “El plantel entendió el mensaje”.
En La Plata, dos semanas más tarde, Borghi armó mal el equipo. Estaba lesionado Fredes, pero Leonel Ríos no. Salió a jugar con Matheu de “8”. Obviamente le fue mal y se fue al descanso “sólo” 0-1 tras un primer tiempo horrible. Metió a Gandín en el segundo, levantó, empató y luego, en otro cambio disparatado, cayó 1-2. Le hicieron un gol sobre la hora, después de marcar en zona en una pelota parada. Fueron a penales, donde el Rojo quedó eliminado. Ya no había “dos torneos que afrontar”. Sólo uno. Y allí también Independiente jugaba mal. Ese es el problema.
Y, como en todos los partidos, en los segundos tiempos la notable merma física sólo era disimulada por el coraje de Pusineri, algunos cierres milagrosos de Gioda y poco más. Montenegro sigue desapareciendo cuando el equipo más lo necesita, Mareque arranca como el Roberto Carlos del Real Madrid y termina como el Roberto Carlos cantante,  Núñez baja a buscar la pelota porque no tiene quién se la lleve. Higuaín explica cada vez que entra por qué no se quedó en River, el Besiktas o el América de México; Gandín ligó con dos goles clave al comienzo, pero juega cada vez peor. Puertas no entró nunca, el técnico dice que Ríos no es lo que necesita (¿quién lo compró, entonces?), Hilario Navarro llegó con los ligamentos cruzados rotos, Depetris vino con pubialgia y sólo juega (y más o menos) en reserva. Los hinchas se la agarran con Fredes, Caracoche o Calello. Son chicos del club que fueron arrojados a los leones. Merecen más paciencia que Montenegro, Gandín o Moreira, por ejemplo.
Borghi tuvo suerte de que el equipo no perdiera más de los dos que lleva en el Apertura. Sólo contra Boca, hasta la expulsión de Montenegro, el equipo dio alguna muestra de conjunto con aciertos del técnico en el planteo.
No me corresponde decir si Claudio Borghi se tiene que ir o no. De hecho, tiene un contrato vigente. Pero, hasta acá, su trabajo es muy malo, tal como se previó desde esta columna y de acuerdo al plantel con que contaba para trabajar. Su desconcierto se nota cuando pierde 0-1 y pone delanteros por defensores. Al revés, llena la cancha de defensores o volantes cuando tiene un resultado que lo favorece. “Quizá no entienden mi mensaje”, dijo ahora, apenas un mes y medio después de que dijera que lo entendían.
La realidad es que nadie dijo la verdad. Independiente está construyendo un estadio y este plantel es todo lo que puede tener. Borghi conocía poco y nada el medio argentino y es probable que termine como Burruchaga o Troglio. 
Se les anunció a los hinchas que había un plantel de categoría para afrontar “dos torneos”, que la mística, que esto, que aquello. No eran dos torneos, sino uno; lo otro era una serie eliminatoria para ver si jugaba ese torneo. Y en el campeonato real –el único que le queda ahora– el equipo juega pésimo y empezó a perder feo, como suele ocurrirle en los últimos años.