COLUMNISTAS
MATRIMONIO GAY

La nueva carta que juega el Gobierno

El grupo político gobernante, al que se lo ve tan pobre en visión estratégica del país y de la política y tan elemental en su capacidad de ejecutar técnicamente sus decisiones, sigue haciendo gala de un apreciable sentido de la oportunidad táctica. Los Kirchner son jugadores con los que no da lo mismo enfrentarse con cualquier arma; en tanto ellos pueden elegir las armas y el terreno, siempre encuentran una nueva oportunidad para equilibrar la situación.

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El grupo político gobernante, al que se lo ve tan pobre en visión estratégica del país y de la política y tan elemental en su capacidad de ejecutar técnicamente sus decisiones, sigue haciendo gala de un apreciable sentido de la oportunidad táctica. Los Kirchner son jugadores con los que no da lo mismo enfrentarse con cualquier arma; en tanto ellos pueden elegir las armas y el terreno, siempre encuentran una nueva oportunidad para equilibrar la situación.
Hasta hace pocos días el embrollo que el Gobierno armó con su proyecto de hacer uso de las reservas del Banco Central y remover a su presidente parecía sin solución. El final de esa historia todavía es incierto, por ahora el Gobierno ha logrado explotar los flancos débiles de la oposición en el Congreso y ha retomado la iniciativa. Con ese breve y pasajero respiro que otorga una recuperación después de un round agotador, el Gobierno saca ahora de su galera nuevos temas y desafía a sus adversarios a seguir peleando en su terreno.
El tema más interesante en esa perspectiva es el del matrimonio gay. Posiblemente no hay temas que generen más disenso en la mayor parte de los sectores políticos argentinos que los referidos a los valores de la moral familiar. Consecuentemente, el camino ampliamente preferido por los dirigentes es eludir esos temas. Durante la elección anterior, el entonces ministro de Salud de la Nación tuvo la ocurrencia de hablar de legalizar el aborto. Candidato a diputado nacional, seguramente percibió los aires de una derrota anunciada y supuso que le era permitido apelar a algún recurso de campaña para mejorar sus posibilidades electorales. Tenía razón, porque en la opinión pública –y particularmente en la del distrito en el que competía, y en el que el Gobierno se encaminaba a la derrota que finalmente sufrió– su postura era mayoritaria. Pero este Gobierno, que en el fragor de las luchas electorales suele perder esa rapidez táctica que es una de sus características notables, prefirió archivar el tema sin más trámite y lo mandó a callar.

Ahora es el Gobierno el que relanza el tema –que ya está instalado en la agenda pública– del matrimonio gay. Si persiste en la iniciativa, en pocos días veremos a la oposición aún más enredada que con el asunto del pago de la deuda, el uso de las reservas y la destitución de Redrado y, entre los desacuerdos y la falta de liderazgos y de iniciativas de la oposición, el Gobierno podrá encontrar una nueva oportunidad para recuperarse. Esto es interesante porque muestra una faceta de la situación política actual, pero sobre todo porque muestra una faceta de la Argentina: los temas que en definitiva hacen a los asuntos fundamentales de la vida –no a los asuntos que sólo son importantes en la política– no pueden discutirse abiertamente, no pueden ser enfrentados confrontando puntos de vista, razones y argumentos. Esos temas la sociedad los procesa como puede, y obviamente, por lo tanto, los resuelve como puede porque la política prefiere ignorarlos.
Hace poco tiempo el jefe de PRO, Mauricio Macri, sorprendió defendiendo el matrimonio gay. Pudo pensarse entonces que se descubría una fascinante faceta táctica en ese dirigente que frecuentemente no asombra en ese plano. Naturalmente, en sus filas la sorpresa dio paso al desconcierto y a un notorio fastidio en muchos de sus miembros. La oportunidad estaba dada para que Macri pasase a ejercer ese atributo tan escaso en la política argentina de estos tiempos, el liderazgo. Pero se llamó a prudencia y archivó el tema. Ahora lo retoma el kirchnerismo, y como a todo parecer lo hace con clara conciencia de su propósito y de lo que espera que suceda, es de suponer que lo llevará adelante hasta sus últimas consecuencias.

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La clave del virtuosismo táctico del kirchnerismo reside en su olfato de lo que divide a sus adversarios. Intenta, casi siempre, congraciarse con parte de la opinión pública, planteando temas que dividen a la sociedad sobre líneas que despiertan sentimientos intensos; busca polarizar; a veces lo logra, muchas veces no, pero está visto que el Gobierno descuenta que no pueden ganarse todos los games. Cómo seguirá esta secuencia de la película política nacional dependerá, en buena medida, del balance que finalmente se establezca –algo que ningún jugador pueda controlar– entre la relevancia del tema y el grado de conflictividad que genera. Cuando el conflicto desborda a la relevancia, el Gobierno tiende a perder. En este caso del matrimonio gay la relevancia está fuera de discusión, hace al sentido de la vida de mucha gente; pero también a mucha gente el exceso de conflicto la ha saturado y sólo espera un orden político capaz de establecer más tranquilidad.

*Rector de la Universidad Torcuato Di Tella.