A diferencia de Godot, el pivote norcoreano finalmente ha llegado. Un poco más de cinco años después de anunciar su política de byungjin -desarrollo nuclear, energético y tecnológico- en marzo de 2013, Kim Jong-un ha declarado la victoria en el frente nuclear, un paso que le permite justificar un cambio decisivo de su enfoque por una concentración en la economía. Para despejar las dudas de tal cambio de enfoque, Kim ha declarado una “nueva línea estratégica”.
Esta nueva línea no es una farsa, ni tampoco es humo. El escenario (un pleno del Partido de los Trabajadores), la presentación y el contenido del discurso de Kim sugieren que la “victoria” de byungjin probablemente lleve a cambios significativos en la política interna de Corea del Norte, en algunos casos aflojando las riendas, en otros casos ajustándolas. Kim sabe que su padre comenzó un camino similar en 2002, pero se vio desviado por una combinación de obstáculos externos, el rechazo por parte de los conservadores y un compromiso tambaleante para culminar ese proceso.
En lugar de tomar medidas parciales, Kim Jong-un aparentemente decidió que irá por todo, que el partido y la burocracia no podrán jugar con la nueva línea, y que los rezagados se pondrán en marcha o serán desplazados. A través de un enfoque externo de 360 grados, parece tratar de garantizar que los problemas en cualquier frente no puedan derribar toda la iniciativa, mientras que el progreso en una de sus partes ayudará a impulsar el movimiento en las otras. Esta es una apuesta que Kim parece estar dispuesto a tomar.
La pregunta central en Washington es: ¿conducirá esto a la desnuclearización de Corea del Norte? Al interior de ese país, sin embargo, tenemos que imaginar que la pregunta es diferente: ¿pondrá a la economía en vías de crecimiento en el largo plazo y colocará a la República Popular Democrática de Corea en el mapa del Noreste de Asia como un país “normal”, capaz de compartir la península con su vecino más rico del sur, mientras se defiende de las presiones de su enorme vecino del norte?
En gran parte, Kim ha sentado las bases para este enfoque desde que asumió el poder en 2012. En particular, se aferró a una nueva política económica colocando la responsabilidad de las decisiones –y los beneficios o consecuencias resultantes– en funcionarios subalternos. Ha experimentado con nuevas ideas, probando y evaluando qué funciona y qué no.
Sigue siendo importante que haya un enfoque continuo en el tema nuclear. Pero hay otras cosas que tienen relación con ese problema, incluso si no involucran material fisionable o cohetes. En las negociaciones, los norcoreanos operan desde un gran marco. Pyongyang está ahora haciendo movimientos tácticos, preliminares y parciales. A menos que haya un detrás de escena sin revelar, Kim cedió terreno y no pidió nada a cambio. Eso no durará, pero tenemos que reconocer que no es el estilo de negociación norcoreano. En lugar de ser solo un cambio de táctica, la nueva línea estratégica augura más transformaciones a medida que se desarrolla este proceso.
*Profesor de la Universidad de Stanford.