COLUMNISTAS
el mensaje papal golpeo en el plexo del gobierno

La pobreza quedará

El hombre, cercano a uno de los funcionarios que habitan en la Casa Rosada, lucía desconsolado, sin la euforia de otros momentos, la que, tras el resultado electoral del 28 de junio, pertenece definitivamente al pasado. Su relato tenía aires de catarsis.

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El hombre, cercano a uno de los funcionarios que habitan en la Casa Rosada, lucía desconsolado, sin la euforia de otros momentos, la que, tras el resultado electoral del 28 de junio, pertenece definitivamente al pasado. Su relato tenía aires de catarsis. “La verdad es que lo que se vive aquí es desalentador. Nadie sabe a dónde vamos. Hoy parece que vamos para allá, cuando ayer parecía que íbamos en la dirección exactamente opuesta. ¿Hacia dónde iremos mañana? No hay un plan claro. Todo es el día a día. Y encima, este tarifazo de gas que es absolutamente indefendible en la forma en que se ha hecho. Con esto hemos tirado por la borda seis años de gobierno.”
Los Kirchner siguen atrapados en su propia red. Allí el principal problema es la contradicción. Esta contradicción es la que afecta la credibilidad del Gobierno y genera incertidumbre, impidiéndole aprovechar buenas oportunidades.


Veamos un ejemplo. Al comienzo de la semana, el Gobierno pasó un test importante: el pago de los 2.250 millones de dólares correspondientes al vencimiento de los BODEN 2012. Esto tuvo una buena repercusión en los mercados. Como consecuencia de ello, en la semana el Banco Central dejó de vender dólares –por el contrario, compró– y la fuga de capitales se frenó.
Ya es vox populi que Amado Boudou pretende volver a los mercados internacionales en busca del financiamiento que permita hacer frente a la crisis y revivir el crecimiento de los primeros años del kirchnerismo. El plan contempla reabrir el canje de la deuda que aún subsiste con los bonistas (holdouts), una propuesta de pago al Club de París y un pedido al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que la Argentina entre al llamado Capítulo IV, según el cual los técnicos del organismo financiero quedan habilitados para hacer una evaluación de las condiciones económicas del país y ver si éste califica para acceder a algunas de las líneas crediticias del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo. La Presidenta ha escuchado a algunos asesores calificados del ministro de Economía, quienes le insistieron sobre lo imprescindible de hacer eso. Pero éste es un punto muy conflictivo para el matrimonio Kirchner. Ocurre que el hacerlo significará, inmediatamente, dejar al desnudo toda la manipulación y distorsión de los ya tristemente célebres índices del INDEK. Y esto es algo que no parece estar en los planes de los Kirchner. Muy por el contrario, los hechos de esta semana –el más significativo de los cuales fue el desplazamiento de Cinthya Pok de su oficina de la sección Encuesta Permanente de Hogares– demuestran que aquella frase dicha por el actual director el Instituto, Norberto Itzcovich, quien expresó que había “Moreno para rato”, refleja una realidad indiscutible.
Por todo esto es que un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires ha advertido que no piensa participar en la comisión asesora del INDEK anunciada por Boudou, y hasta el mismo rector, Rubén Hallú, quien al principio semostró entusiasmado con la iniciativa del Poder Ejecutivo, debió emitir un comunicado para aclarar que la UBA no se prestará a ser usada para convalidar el grotesco que se vive allí. ¿Lo cumplirá?

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Pero sigamos con el método de la contradicción permanente del Gobierno. Es la hora del gas. No se sabe bien qué va a pasar con las tarifas de electricidad. Con respecto al gas, en cambio, está claro que los aumentos exorbitantes que se vienen constatando no afectan sólo a los más pudientes. Por lo que se sabe, más allá de alguna queja, todos ellos están pagando. La mayoría reconoce que venía abonando cifras irrisorias por consumos grandes. Los que están protestando, en general, no son precisamente ricos. El Gobierno viene haciendo oídos sordos a esto y respondiendo, falazmente, que los aumentos no superan el 150%, o que los aumentos afectan sólo al 10% de la población o que hay un problema emocional.

La realidad de varias resoluciones judiciales le está demostrando al Gobierno que su obstinación lo lleva por mal camino. “Esto está generando un clima similar al de la Resolución 125”, alertaron varios intendentes, tanto opositores como afines al Gobierno de distintas provincias en las que los reclamos de la gente son muy fuertes. “El secretario de Energía o el jefe de Gabinete deberían venir acá y enfrentar a los vecinos que me vienen a tocar la puerta de mi casa o me paran por la calle y me exigen que haga algo destinado a parar esta locura”, expresaba con angustia el intendente de Chabas, Osvaldo Salomón, que supo pertenecer al Frente para la Victoria.
En este clima, la semana que viene, en el Congreso, las cosas prometen ser muy duras para el oficialismo. “Nadie quiere dificultar la gobernabilidad, pero estas cosas así no van”, expresan al unísono legisladores del peronismo y de la oposición. Todos necesitan que el Gobierno llegue al fin de su mandato. Pero no de cualquier manera.

 

“Eramos pocos y apareció el Papa”, dijo una voz del Gobierno que no llegaba a comprender en la tarde-noche del jueves la destemplada aparición del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, para dar un comunicado que se pareció más a una amonestación a la prensa que a cualquier otra cosa. Al Gobierno le molestó algún titular que indicaba que el Papa hablaba del “escándalo de la pobreza” en la Argentina. De haber actuado en forma más reflexiva, hubiera podido saber varias cosas que le habrían evitado al Dr. Fernández ese momento de nerviosismo que claramente lo afectó. Fue una de las pocas veces en las que se lo vio titubeante.
No hay dudas de que el Papa habló de la Argentina. Un chequeo por Radio Vaticano lo indicaba claramente. En su página web, el titular que encabezaba decía: “Argentina/colecta: el Papa alienta a los cristianos a realizar un esfuerzo solidario que contribuya a reducir el escándalo de la pobreza”.
Es poco probable que la carta, firmada por el Sumo Pontífice en su residencia veraniega de Castel Gandolfo, sea la manifestación de alguna intencionalidad política de animadversión hacia el Gobierno. Más bien, es el reflejo de que, aquel viejo axioma que dice que “del Vaticano viene lo que al Vaticano va” se ha cumplido una vez más. Y al Vaticano fueron, en marzo pasado, los obispos argentinos en la visista ad limina. Y allí, con toda franqueza y crudeza, le expusieron, entre otras cosas, el tema de la pobreza. El cardenal Bergoglio viene hablando del escándalo de la pobreza desde hace rato. Lo mismo vienen haciendo monseñor Casaretto y la totalidad de los obispos y sacerdotes a lo largo y a lo ancho del país. Es un tema que la Iglesia conoce muy bien. Cada fin de semana los pedidos para ayudar a quienes poco o nada tienen pueblan las misas de todas las parroquias del país.
Por eso es que lo más inquietante de toda esta situación es la de quedarse en la esfera de la intriga sobre si hubo o no alguna intencionalidad política alrededor de este mensaje del Papa y de no ir al meollo de la cuestión.


En la Argentina los gobiernos pasan y la pobreza queda.
Todos los dirigentes hablan de la pobreza, pero cada vez hay más pobres.
Al pobre se lo exhibe impúdicamente durante cada campaña política. Salvo contadas excepciones, no hay dirigente político que no se saque una foto besando a un chico pobre o visitando una villa de emergencia, como ahora todos denominamos a las villas miseria. Es en esas campañas políticas cuando abundan colchones por acá, chapas por allá y asfalto un poco más allá.
La Argentina supo ser un país de promisión. Hoy para muchos, en cambio, es un país de resignación.
En el mundo, la Argentina representa el ejemplo de un país en involución. Sus índices de desigualdad social son peores que los que tenía hace 50 años.
Lo que en la práctica ocurre es que hoy al pobre se lo ayuda para seguir conviviendo con la pobreza y no para salir de ella. Son dos cosas bien distintas. Por lo tanto, el pobre termina siendo un botín político. Veamos, por ejemplo, la pelea que hay entre el Gobierno de la Nación y el de la Ciudad de Buenos Aires alrededor de la Villa 31. Ahí interesa ver quién le hace pagar el costo político a quién y no lo que le sucede a la gente.


Abocarse a la búsqueda de las soluciones de la pobreza profunda exige esfuerzos enormes que deben ser acompañados por toda la sociedad. Conocimos la realidad de la Villa Zabaleta tras la denuncia de las amenazas de muerte que sufrió el padre Pepe por haber hecho pública la impunidad con que allí se trafica droga. Tratar con los chicos de esos sectores es una tarea ciclópea. Hay que darles educación del mejor nivel y para ello es necesario disponer de una logística de recursos humanos y de infraestructura que hoy faltan. En la escuela de esa villa, por ejemplo, no hay un teléfono porque no se logra que Telefónica tienda una línea. Por lo demás, salvo esa escuela, la presencia del Estado es casi inexistente. ¿Cómo se entiende eso?
Otro caso: los docentes e instructores de Pelota de Trapo, una obra fantástica que lidera Alberto Morlachetti , que rescata chicos de la calle y los educa con resultados excelentes, sufren amenazas y aprietes de todo tipo con total impunidad, ya que las autoridades, más allá de algún repudio de compromiso, poco hacen par acabar con esas acciones.
Estos ejemplos –hay miles– muestran que ahí están los desafíos reales para enfrentar la pobreza, y no en la anécdota de la discusión sobre si la carta del papa Benedicto XVI tuvo alguna intencionalidad política, porque, de ser así, la anécdota pasará y la pobreza quedará.

 

 

Producción periodística: Guido Baistrocchi.