Aunque hay quienes creen que muchos temas de la agenda nacional de los años en los que ha venido gobernando el kirchnerismo pasarán al olvido apenas Cristina Fernández deje en diciembre de 2015 la Casa Rosada, eso seguramente no ocurrirá.
Pensar un futuro gobierno abandonando los temas centrales en los que basó su consenso el actual oficialismo sería un grave error. Son esos temas abordados con ligereza, hipocresía e irresponsabilidad los que han ido, paradójicamente, haciendo que el mismo gobierno que fue reelecto con el 54% de los votos hace menos de dos años sufra, como todo lo indica, una segura derrota en la elección de medio término.
Por lo tanto, la Argentina que se viene en el mediano plazo deberá incluir como temas centrales de su gestión el ataque a la pobreza desde la educación, la creación y promoción de empleo genuino y la protección a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Cuestiones que, por otro lado, siguen siendo las grandes deudas que nuestra sociedad debe resolver casi desde siempre.
Pienso que en ese país que se viene la asignación universal se tiene que aprobar por ley y no por decreto. Las estadísticas deben ser confiables para poder atacar la inflación y destinar recursos a los “invisibilizados” del sistema. El transporte público será un problema de Estado y la reconstrucción de la red ferroviaria no podrá postergarse.
El post kirchnerismo estará signado también por la necesidad de reflexionar en torno a la política y los políticos, sobre nuestras prácticas y cómo debemos rendir cuentas. ¿Cuál será la condena para aquellos que se han corrompido y para los no han cumplido con su responsabilidad como funcionarios públicos? En esto sí el kirchnerismo deja un legado ampliamente deficitario que habrá que abordar si no queremos que se vuelva a repetir esta triste historia. Y en ese aspecto todos, como sociedad, debemos dejar de ser tan tolerantes y estar a la altura de lo que necesita nuestro país.
Imagino también un país en el que las políticas que reivindicaron la lucha de años de nuestra sociedad en torno a la justicia por las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura no sean el justificativo de lo que no se hace o se hace mal. Un país con justicia en serio es un país que condena los crímenes de lesa humanidad del pasado, pero también protege los derechos humanos del presente y del futuro. Como también el derecho a sentirse seguro y protegido por un Estado que combate al delito y no se asocia con él, el derecho a gozar de un ambiente sano y saludable, el derecho a un trabajo registrado y bien remunerado, el derecho a acceder a una educación de calidad, el derecho a expresarse con libertad y no ser condenado por ello, etc.
Finalmente, imaginamos un post kirchnerismo en el que las políticas progresistas de ampliación de derechos se combinen con un Estado presente y promotor de políticas activas que impulsen la actividad económica y de ese modo generen trabajo genuino.
Mal que les pese a quienes quieren utilizar el fin de ciclo de este gobierno como la excusa que buscaban para volver al pasado, el mensaje de las urnas, dándole la espalda a la hipocresía y el relato de un gobierno al que se le agotó el relato, ya les anticipa que no hay retorno a las viejas políticas neoliberales. Es un mensaje esperanzador en el que los intereses del ciudadano común deben encontrar respuestas reales de parte de sus representantes.
*Diputada nacional por Libres del Sur en el FAP.