COLUMNISTAS
FRANCISCO EN EL MAR

La respuesta personal

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Ya lleva algunas semanas la exposición “Francisco, un argentino universal–Encuentro con los valores que nos unen”, inaugurada en Mar del Plata, en la Plaza del MAR, el Museo de Arte Contemporáneo.

¿Qué nos propusimos con Daniel Scioli, a través del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires? Interpretando el sentir y el pensar de un grupo de impulsores del diálogo religioso, la convivencia en paz de los credos y colectividades, el respeto mutuo de la diversidad cultural, diseñamos un concepto donde las fotografías, audios e imágenes, textos y lugares integran un recorrido por la vida, el pensamiento y la acción de Jorge Bergoglio.

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Un modo sencillo y austero de señalar una época en la que la idolatría del dinero, la indiferencia social y el ejercicio del poder ejercido sin vocación de servicio dan como resultado la exclusión y el descarte de millones de mujeres y hombres alrededor del planeta.

No hay culto a la personalidad ni exaltación idólatra. Se exponen las ideas y las acciones de quien hoy es reconocido por su liderazgo y valentía frente a las tragedias e injusticias terrenales.

La muestra del papa Francisco interpela al visitante y le propone participar de una conversación íntima fundada en ciertos valores: la cultura del encuentro, el poder entendido como servicio, el sentido de comunidad y la solidaridad y la justicia social.

El hecho de que la muestra esté conjugada con una exposición de arte –el “espíritu pop”– dentro del MAR tiene que ver con una certeza: las políticas que alientan la reflexión y el disfrute del arte y la actividad cultural por parte de toda la sociedad nos ayudan a encontrar esos valores compartidos que nos permitirán desarrollarnos como comunidad y como nación. En ese sentido, nos convoca a todos los argentinos, y en particular a la dirigencia, a consolidar nuestra unidad en la diversidad y a custodiar la armonía en la que se manifiestan las distintas opiniones y sensibilidades que hay en nuestro pueblo.

Hemos visto que la muestra interesa a creyentes y a no creyentes, a cristianos, musulmanes, judíos y agnósticos porque se hace eco de una palabra que me dice a mí, al otro y a los demás que sería estupendo reencontrarnos con aquellos valores que desde lo profundo de cada uno y llevados a la práctica, nos fortalecen como comunidad. Buscar el bien común y el compartir con todos es hacernos cargo de un imperativo: el de ponernos la Patria al hombro. Cambiando lo que haya que cambiar, fortaleciendo las cosas buenas que tenemos y mejorando la comunicación.

La exposición nos recuerda por qué la fuerza arrolladora del primer año de su papado también incomoda a algunos: su palabra siempre denunció las viejas y las nuevas injusticias y miserias: la idolatría del dinero y el desinterés e indiferencia social; la lacerante realidad de nuestros hermanos que viven en villas y favelas; las mafias que explotan a inmigrantes en los talleres clandestinos o lucran con la desesperación de millones de africanos que llegan en barcos hacinados a las costas italianas. El narcotráfico y la trata de personas.

Es imperioso “humanizar” la vida social, tanto en la familia como en toda la convivencia civil y política, por el progreso de las costumbres y la fortaleza de las instituciones, con la cultura de la solidaridad y nuevas energías morales, para la promoción del hombre.

Citando a Umberto Eco en su Historia de la belleza, aspiramos a poseer las cosas que nos parecen buenas (y la muestra del papa Francisco lo pone en evidencia) porque “cuando juzgamos buena una acción virtuosa, nos gustaría que fuera obra nuestra o esperamos llegar a realizar una acción de mérito semejante, espoleados por el ejemplo de lo que consideramos está bien”.

Con este ideal, invitamos a iniciar una peregrinación personal por la muestra que impulse a una serena reflexión que convierta y mueva a la acción. Ojalá la exposición nos permita desarrollar la Patria, articular el crecimiento con inclusión social, acordar el proyecto de Nación que despliegue todas las potencialidades para bien del pueblo, como quería y repetía el entonces arzobispo de Buenos Aires, hoy papa Francisco.

*Presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.