El 28 de mayo se celebró el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, fecha oportuna para hacer un balance. Este día se dedica principalmente a promover la salud y los derechos reproductivos y sexuales de las personas. La razón de mortalidad materna es el indicador que mejor expresa cómo estamos en estos aspectos. Argentina no logra disminuir estas muertes, por eso no alcanzará la meta comprometida en Naciones Unidas en el año 2000, de disminuir esa razón en un 75% al 2015. El estancamiento observado impide que en dos años se pueda cambiar. Lo grave es que esto no parece importar a quienes son responsables de la gestión pública.
Recientemente un informe de la ONG Internacional Save the Children analizó los riesgos de ser madre en el mundo y estableció un ranking en base a un índice. Argentina tuvo el menor riesgo de América del Sur, encabezando los países de la región. Solo Cuba ocupó un lugar previo, o sea que tiene riesgo más bajo.
¿Como es posible que sea “bueno ser madre” si tenemos alta mortalidad materna? Esto se explica porque el índice se calculó en base a cuatro indicadores: participación política de mujeres, ingreso per cápita y riesgo de morir de los recién nacidos y de las madres. Excepto este último, todos los otros mejoraron, aunque por ejemplo, el ingreso per cápita esconde una gran desigualdad, la brecha entre ricos y pobres se profundizó. En el país, disminuyeron más las muertes de niños en el primer año de vida que las de las madres, que sigue siendo alta. Si nos comparamos con Cuba, la diferencia se debe a su fenomenal disminución del riesgo de morir de madres y niños. Por eso este índice oculta, como todo promedio, diferencias internas.
Tenemos que reconocer que no es bueno ser madre en Argentina porque existe un riesgo desproporcionado de morir o enfermar, que debe ser superado. Entre las causas de esas muertes, la complicación por abortos inseguros es la principal desde hace décadas, sobre todo entre las mujeres pobres. La atención de las emergencias obstétricas es otra causa importante, que refleja el acceso a servicios de calidad oportunos. Alrededor del 80% de las muertes de esas mujeres se puede evitar. Ls diferencias entre provincias son grandes: ser madre en Formosa, Misiones, Chaco y Salta implica mayor riesgo de morir, que serlo en la Ciudad de Buenos Aires. Por eso la mortalidad materna es un problema de salud pública y de derechos humanos.
Los derechos reproductivos no son respetados plenamente a todas las mujeres en todo el país, porque su garantía y cumplimiento no puede variar entre provincias, ni por otra característica o diferencia. También porque aun el derecho a la atención para tener hijos a quienes no pueden está garantizado, se necesita la ley de Fertilización asistida. ¿Por qué nos resulta tan difícil de lograr algo tan básico para la salud de las mujeres? No podemos decir que sólo sea por falta de leyes, que en muchos casos existen y son buenas. Si bien faltan algunos aspectos, como el mencionado, el principal problema es que las que existen no se implementan bien y en forma pareja en todo el país. Por eso, y muy estrechamente vinculado a esto, el año pasado la Corte Suprema de Justicia de la Nación emitió un fallo sobre cómo se debe interpretar el Código Penal respecto a la atención del aborto permitido por la ley y recomendó al Poder Ejecutivo cómo reglamentar esta atención. Lamentablemente, ni el Gobierno Nacional ni los provinciales siguieron esa recomendación. Hoy, sólo se cumple en cinco provincias. Es lamentable que el Ministerio de Salud de la Nación no promueva el cumplimiento de lo que señala la Corte. Si no empezamos a respetar nuestra propia Constitución y las leyes desde los niveles de definición de las políticas públicas, es muy difícil hablar del respeto a los derechos humanos, en este caso de las humanas.
*Médica, Presidenta de Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer –FEIM.