En 2010 la British Journal of Photography, una revista británica de fotografía, eligió como mejor libro de los últimos 25 años The Solitude of Ravens (La soledad de los cuervos), del fotógrafo japonés Masahisa Fukase. El libro fue publicado por primera vez en 1984, se vendió mucho desde entonces y se volvió un punto de referencia para los fotógrafos japoneses y para cualquiera que se interese por la fotografía en cualquier lugar del mundo. Como ocurre con la poesía, la fotografía es imprecisa (es justamente por esa falta de precisión que se inventaron los epígrafes). El libro de Fukase sufrió muchas interpretaciones, desde una alegoría de la situación personal del fotógrafo (ya hablaremos de eso) hasta de la política de Japón después de la derrota de la Segunda Guerra Mundial. La editorial londinense Mack acaba de publicar una nueva edición, enriquecida con un texto del fundador de los archivos del fotógrafo y nuevas imágenes y dibujos.
The Solitud of Ravens reúne imágenes misteriosas y tristes, incluso mirándolas sin conocer la historia que las inspiró. El tema principal, naturalmente, son los cuervos, que desde siempre representaron malos presagios, muertos y vivos, pero (y en esto quizá reside su misterio e imprecisión) intercaladas con desnudos femeninos, gatos, barcos en la lejanía y hombres solos, en medio de lo que parece ser un basural. Fukase comenzó a realizar este libro después de su divorcio de Yoko Wanibe, en 1975. Aparentemente la idea se le ocurrió durante un viaje en tren a Hokkaido, su ciudad natal. En aquella época Fukase sufría mucho por el fin de su matrimonio, que había durado trece años, y sufría también de alcoholismo y depresión.
Tengo ese libro desde 1994 (Bedford Arts, 1991). La librería Gandhi, donde yo trabajaba, había importado muchos ejemplares y los vendía a un precio irrisorio (todavía tiene la etiqueta: 15 pesos). Yo no conocía a Fukase, pero el repentino desfile de fotógrafos y amantes de la fotografía que los compraba en cantidades me hizo sospechar que se trataba de algo que valía la pena. Es decir que tengo ese libro desde hace veintitrés años, y como mínimo una vez al año (a veces dos) vuelvo a mirarlo con la esperanza de poder explicarlo o, mejor, de encontrarle una explicación. Enigmático. Creo que ésa debe ser la razón por la que la British Journal of Photography lo eligió. Me imagino a todos los poseedores del libro actuando como yo, abriéndolo de vez en cuando y preguntándose por el porqué de esa sucesión de fotografías. ¿Por qué el libro concluye con la imagen de varios pares de guantes incendiándose? A veces creo encontrar una explicación, pero poco después me parece estúpida o descabellada, y entonces cierro el libro diciéndome que la próxima vez que lo abra seguramente voy a comprender.
Fukase nació en 1934 y murió en 2012, después de haber pasado veinte años en coma al caer por las escaleras de un bar en 1992, lo que le provocó una lesión cerebral. A fines de los años 50 trabajó en publicidad para financiar sus primeros proyectos, entre ellos Kill the Pigs (1961), sobre un matadero de Tokio, y a mediados de los 70 fundó una escuela de fotografía, Workshop, con dos colegas. Su primer libro, y uno de los más conocidos, fue Yugi (1971), que recoge fotos de su primera y su segunda esposas, Yukiyo Kawakami y Yoko Wanibe, que fue la modelo de muchos de sus proyectos hasta el divorcio.
La pregunta es: ¿cómo es posible estar veinte años en coma? Una explicación entre tantas: durante esos veinte años, Yoko Wanibe lo visitó dos veces por mes en el hospital. Es la única que se me ocurre.